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Capítulo veinticuatro.

–¡Dije que la sueltes! –gritó Jin una vez más y empujó a Owen.

Una sonrisa cínica se dibujó en el rostro de Owen ya que el empujón no lo había movido ni un centímetro de su posición, pero decidió soltar a la rubia por voluntad propia y adoptó una postura imponente.

–¿Acabas de empujarme? –cuestionó Owen exagerando su gesticulación y se acercó a Jin aniquilándolo con su mirada.

Jin no lucía en absoluto intimidado y enfrentó la mirada de Owen, sus rostros estaban tan cerca que pareciera que fueran a besarse, pero la escena tenía una tensión diferente, pareciera como si aquella guerra de miradas fuera a desencadenar en golpes.

–Oye rubia –Bloo miró a Avril con desgano–. Será mejor que te lleves a tu noviecito antes de que mi amigo le parta la cara.

–¡Jimin! –chilló Avril–. Llama a la policía.

Vi a Jimin sacar su teléfono del bolsillo.

–¡No hace falta! –grité llamando la atención de Jimin–. No llames a la policía, ellos ya se van… –miré a Bloo suplicante–. Por favor llévatelo…

–Entonces este es el tal Jimin… –Bloo ignoró por completo mi petición y analizó al cari-bonito de pies a cabeza y después miró a su amigo–. Owen, si te encargas de ese, yo me pido a este.

Bloo dio un paso hacia Jimin y pude ver a Owen levantar su puño.

–¡Basta…! –grité pasando delante de Bloo deteniéndolo y di dos pasos más para tocar el brazo de mi bro– por favor Owen. No te metas en problemas. 

–Ey bambi, deja que Owen le dé una lección a ese muñequito de pastel. Yo puedo con este otro.

–¡¿Quieres callarte?! –regresé mi mirada histérica hacia Bloo y él simplemente rió.

Jin desistió de su batalla de miradas con Owen para mirarme y cuestionó:

–¿Conoces a estos sujetos, Danbi?

–Por supuesto que no los conoce –se apresuró a responder Avril–. ¿Cómo iba Danbi a conocer a unos delincuentes como estos?, nada más míralos… a lo mejor escaparon de la cárcel o algo así.  Jimin, llama a la policía ya.

No supe en qué momento se había acumulado tanta gente a nuestro alrededor, son situaciones como esta en las que odio la tecnología, todos tenían en sus manos teléfonos móviles apuntándonos y grabándonos.

–¡Dejen de grabar! ¿No tienen cosas que hacer? –reclamé furiosa y regresé mi mirada hacia Avril–. Si los conozco. No son ningunos delincuentes, son mis amigos.

–Era de esperarse –rió burlón Jimin–. Una pobretona como ella, solo podría tener amigos delincuentes.

–¡¿Qué dijiste?! –reclamó Bloo con molestia y dio un paso hacia Jimin.

Dejé el lado de Owen para esta vez aferrarme a la camiseta de Bloo escapando de caer con mis muletas.

–Por favor Daniel no… –musité suplicante.

–Bloo –la voz grave de Owen resonó detrás de mí–. No vale la pena. Vámonos.

–Nos llaman delincuentes y pobretones –pronunció Bloo sin quitar su mirada de Jimin e ignorando por completo a su amigo–, ¿crees que voy a dejarlo ir sin partirle la cara?

–Estás lastimado y recuerda que estás en la universidad de Seon Yeong –alegó Owen caminando hacia Bloo para tomarlo del brazo–. Tu hermana odia que te metas en problemas, vámonos antes de que ella nos vea.

Bloo tensó su mandíbula, resopló impotente y retrocedió dejándose llevar por Owen, los dos caminaron hacia el auto, pero Owen se detuvo de repente y regresó su mirada hacia mí, negué con mi cabeza y le sonreí mientras pensaba “No te preocupes por mí, vete”, él asintió como si hubiera escuchado mis pensamientos y abrió la puerta para que Bloo entrara al auto, me miró una vez más mientras caminaba de espaldas para rodear el auto y le sonreí agitando mi mano en despedida.

Al ver el auto abandonar el estacionamiento me sentí más aliviada, los estudiantes que se habían aglomerado a nuestro alrededor se disipaban criticando la escena y lamentándose por no haber podido grabar una pelea para subirla a las redes sociales.

Giré y al ver a mis tres compañeros de clase recordé que no estaba sola.

–¿De verdad esos… sujetos son tus amigos? –cuestionó Avril con mueca de asco.

–¡Si son mis amigos y odio que hablen mal de ellos así que fuera de mi vista! –grité y caminé con mis muletas evadiéndola, estaba muy molesta.

Todo el cuidado y esfuerzo que había empleado para “ganarme” a esta “clase” de amigos que me llevarían a mi “nueva vida”, estaba yéndose al caño debido a mi poca capacidad para contenerme, debí negar que Owen y Bloo son mis amigos para seguir manteniendo mi “imagen” pero simplemente dejé salir mis genuinos sentimientos por mis verdaderos amigos; aquellos a los que aprecio sinceramente.

–¿De qué te sorprendes Avril? –la molesta voz de Jimin resonaba detrás de mí–. Esta clase de personas solo tienen amigos como esos; delincuentes.

Detuve mi andar abruptamente y lo sentí chocar contra mi espalda, lo que había dicho lo había hecho muy cerca de mí para que yo lo escuchara. Bien, acabemos de una vez por todas con esta farsa.

–¿Delincuentes? –me giré hacia él y lo enfrenté–. ¿Los criticas a ellos por llevar ropa holgada y tatuajes?  

–Así lucen los delincuentes –Jimin me enfrentó descaradamente–, seguro también son unos drogadictos y alcohólicos.

–¿Y acaso tu no estabas ebrio y drogado cuando me besaste a la fuerza? –cuestioné y pude verlo tragar saliva incómodamente.

–La gente… está mirándonos… –Jimin carraspeó incómodo–. Hablemos en otro lugar…

–¡¿Por qué?! –exclamé con un volumen exagerado en mi voz para ser escuchada por todos los curiosos–. ¿No quieres que la gente se entere de que te rechacé, pero aun así intentaste aprovecharte de mí en tu fiesta?

–¿Qué? –Avril cuestionó aterrada.

–Espera… eso no sucedió de esa forma… –Jimin tartamudeaba y su blanco rostro se había tornado colorado.

–Jimin tu dijiste que ella se había ido por que se sentía mal –cuestionó Jin con seriedad–, ¿pero la verdad es que se fue porque tú la estabas acosando?

–Claro que no… –Jimin sonrió incomodo justificándose ante todos los curiosos–. Ella estaba demasiado ebria, esta confundida. Mal interpretó la situación. Yo no me aprovecharía de una chica… –continuó explicando para los demás como si fueran su público.

–Por tu culpa termine de esta forma –golpetee las muletas contra el piso para exagerar la situación–. Y ahora atacas a mis amigos que solo vinieron acompañándome porque yo se los pedí ya que temía encontrarme contigo después de lo que me hiciste… –intentaba forzar unas lágrimas, pero no soy tan buena actriz. Aclaré mi garganta fingiendo estar muy afligida–. El único delincuente en este lugar eres tú. No vuelvas a acercarte a mi o voy a denunciarte por intento de violación.

Las bocas de todos los presentes se abrieron por el asombro. Jimin era un personaje muy conocido en la universidad y al escuchar mi acusación que cabe aclarar; es falsa porque no llegó a tales extremos, estaban tan decepcionados y asombrados a la vez. Aunque él intentase justificarse o explicar que lo que yo decía no era cierto, todos habían formado ya su propio juicio y se alejaban de él murmurando.

Bastó con una pobre actuación de victima exagerando los hechos para dejar la reputación de aquel engreído por el piso. Tenía que hacerlo para desquitarme de Jimin. –¡Nadie se mete con mis amigos!

Entré al edificio sin prestar atención a mi alrededor y llegué a la primera grada, suspiré mirando hacia arriba todos los escalones que debía subir.

–Deja que te ayudemos –propuso Avril posando su mano delicadamente en mi hombro y Jimin pasó junto a nosotras furioso sin regresar su mirada.

–Lamento que mi amigo se comportara de esa forma contigo en la fiesta Danbi –musitó Jin avergonzado–. Me disculpo en nombre de él.

Mierda… Es indiscutible lo educado que es Jin, a pesar que se enfrentó a mi amigo por defender a su novia no lo insultó como hizo Jimin. No es justo que él se sienta avergonzado del comportamiento de su amigo y ofrezca disculpas en su nombre.

–No tienes que disculparte por él, Jin… –de verdad sentía un ligero cargo de conciencia.

–Si debo hacerlo, Jimin es un poco imprudente… –Jin sonrió incomodo–. Es así desde el jardín de niños, por favor disculpa su comportamiento.

–Ehm… –la mirada suplicante de Jin me conmovió–. Está bien. Lo disculpo, pero espero que no se me vuelva a acercar.

–Gracias –Jin sonrió–. Voy a regañarlo, lo prometo. Y ahora… –tomó las muletas.

–¿Qué haces? –me tomó por sorpresa.

–Voy a ayudarte a subir –él sonrió descomplicado y le entregó las muletas a Avril–. Sube a mi espalda.

–Jin… no es necesario –me sentí demasiado incomoda.

–Sube ya Danbi –me sonrió Avril.

La rubia prácticamente me obligó a subir a la espalda de su novio y me sentí tan mal por él después de llegar al segundo piso, él jadeaba y aunque decía que no pesaba mucho yo sé perfectamente que soy pesada.

Ya en el sexto piso baje de la espalda de Jin para apoyarme de nuevo en mis muletas y él se desplomó riendo.

–Lo lamento Jin… –sonreí avergonzada.

–Tranquila, solo estoy exagerando –él se puso de pie.

–Danbi, vamos al baño –propuso Avril.

–Las veré en el salón de clases chicas –se despidió Jin.

Después de usar el baño Avril y yo nos paramos frente al enorme espejo, como siempre ella puso su bolso sobre el mesón de los lavabos y sacó sus cosméticos.

–Debe ser súper incomodo estar con muletas –mencionó ella mientras quitaba la tapa de su labial.

–Sí, son demasiado incomodas –sonreí mientras lavaba mis manos bajo el chorro de agua–. Puedo mantenerme en un solo pie sin problema. Incluso puedo pisar con la punta del pie porque la herida está en el talón, a lo mejor mañana ya no uso estas muletas, son un estorbo.

–Por cierto. Te estuve llamando para ir a comprar las muletas, ¿fuiste sola?

–No. Una chica que vive en el mismo piso de la residencia me las regaló, ella estuvo lastimada hace poco y ya no las necesitaba.

–Ah… –ella hizo una ligera mueca–. Danbi, no tienes que recibir caridad de nadie, yo puedo comprarte lo que necesites, solo pídemelo. 

–¿Caridad? –cuestioné con molestia.

Respira Danbi… uno, dos, tres…

–Si –respondió ella chillonamente–. Entiendo que no tienes los recursos económicos, pero ir por ahí dando lastima… es un poco desagradable Danbi. No dije nada en el parqueadero porque esos sujetos realmente me dan mucho miedo, pero si la gente te ve juntándote con esa clase de… –hizo una mueca de asco–, sujetos. ¿Qué crees que pensaran de ti? Deberías alejarte de esos delincuentes.

Cerré mis ojos con fuerza y apreté mis dientes, tomé un respiro, abrí mis ojos y la miré a través del espejo.

–No puedo más.

–Es lo que digo yo Danbi, no sé cómo es que puedes mezclarte con esa clase de…

–¡Cállate la puta boca de una vez! –grité.








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