Soltó mi mano y puso su mano a la altura de mi cabeza contra la pared, yo llevaba zapatos bajos y era algo bajita en ese entonces, podía ver la manzana de adán de oppa frente a mis ojos, sonreía tan galantemente como siempre, agacho su cabeza poniendo su frente contra mi frente, tomo una mecha de mi largo cabello que caía por mi hombro y dijo: · Veo que te has hecho un cambio bastante drástico, no sabía que podías ser tan bonita · Tienes que acercarte tanto para decirlo, ¡quítate! -lo empuje- · Me acerque para asegurarme que puedas verme bien, no llevas tus lentes -agito su mano frente a mi rostro riéndose de mi- · ¡Claro que puedo ver bien! ¡tonto! -le quise dar un puntapié pero lo esquivo- · Cálmate cerecita, acabo de salvarte de un idiota, y me pagas así -me rodeo por el cuello y me atrapo bajo su brazo llevando mi cabeza como si fuera un bulto o una bolsa de patatas- · ¡Suéltame! -quise soltarme pero termine rindiéndome- está bien, ...
Historias de una escritora novata.