“¿No se supone que las ratas son nocturnas?” habla consigo misma mientras camina cautelosa y sujeta con fuerza la escoba lista para dar un golpe a lo que sea que se cruce frente a ella, escucha ruidos provenientes de la sala y no puede evitar sentirse ansiosa y nerviosa, su corazón late rápido pero no tiene miedo, es el efecto del misterio, menos mal es de día caso contrario estaría muerta de miedo. Camina hasta la puerta de la sala y siente como si algo hubiera pasado detrás de ella a máxima velocidad, regresa su mirada rápidamente en posición de defensa con la escoba, se puede escuchar el sonido de pequeñas garras que recorren el piso, y de nuevo detrás de ella, se vuelve a girar y logra ver el rastro de algo parecido a un viejo trapeador gris de tamaño mediano, “¡Rayos! ¿Qué es esa cosa?” Dice sorprendida, camina por el mismo pasillo que se fue esa bola de pelusa gris decidida a matarla, apuesta a que es una rata gigante, hay dos puertas conectadas a la sala y aquella ...
Historias de una escritora novata.