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Capítulo veinticinco.

 Los ojos verdes de la rubia amenazaban con salirse de sus orbitas, la barra del labial se había detenido a la mitad del camino en su labio inferior, parecía petrificada durante un par de segundos hasta que sus labios temblaron y bajó su labial para luego fruncir su ceño.

–¿Qué dijiste? –cuestionó ella.

–¡Lo acabas de escuchar perfectamente! ¿En serio quieres que lo repita?

–Quiero pensar que escuché mal, Danbi –ella parecía molesta pero no más que yo.

–Estoy cansada de escucharte criticar a la gente, comparas incluso a tu propio novio, seguramente hablas de mi a mis espaldas, pero poco me interesa. No me había afectado tanto hasta hoy que has menospreciado tanto a mis amigos. No me agrada tu forma de ser Avril.

–Danbi –ella levantó su ceja prepotentemente–. Yo te consideraba una buena amiga, incluso ignorando que usaras ropa que solo eran copias muy obvias de buenas marcas. Creí que tenías buen gusto y con mi ayuda te hubieras podido superar en la vida, pero veo que no estas dispuesta a ello. Teniendo esa clase de amigos solamente seguirás siendo una chica… –me miró de pies a cabeza–. Corriente.

Sonreí ligeramente y asentí repetidamente mientras tomaba un respiro.

–Estaba tan equivocada al creer que fingiendo ser alguien que no soy para encajar con alguien como tú iba a “superarme” en la vida –esbocé una sonrisa irónica–. Que equivocada estaba. Y a lo mejor tienes razón; soy una chica corriente y prefiero rodearme de personas que son sinceras y no critican a los demás o juzgan por lo costosa que pueda ser la ropa que usan o las propiedades que tengan. Además –tomé mis muletas y la miré por última vez fijamente–. Por si no te has dado cuenta, el 97% de los estudiantes aquí son “corrientes” como tú me llamas, si no te gusta, vete a una universidad privada.

Di la vuelta y salí del baño, detrás de mí se quedaba mi escalera a una “nueva vida” pero no me sentía mal, al contrario, me sentí tan aliviada que no podía dejar de sonreír.

Llegué al salón de clase y pude ver a Jin y Jimin platicando, Jin me sonrió y tragué saliva, esa cordialidad se terminará en cuanto Avril le cuente lo que le acababa de decir en el baño. Sonreí por cortesía y continué hasta mi asiento.

El profesor entró y todos se sentaron en sus lugares, Avril entró al salón de clases con sus ojos y nariz notablemente rojos intentando cubrir su rostro con sus rubios mechones, pero era inútil, en su blanquecino rostro, era imposible disimular que había llorado.

Después de una hora, la clase había terminado, saqué mi agenda para fijarme en el horario, las dos próximas horas eran de matemática.

–Buenos días clase –saludo el maestro sonriente dirigiéndose hacia el escritorio. Todos respondimos al unísono– ¿Cómo les va con el trabajo grupal?

¿Trabajo grupal? ¡Mierda! El maestro se refería al trabajo grupal para el que Jimin es mi pareja.

–Recuerden que es para este miércoles y no daré prorrogas, pero dado que soy un maestro muy… como es que le dicen ustedes los jóvenes… –el maestro frunció su rostro intentando recordar–. Cool, soy un maestro cool, entonces les daré estas dos horas de clase para que continúen con el trabajo grupal, así que junten sus bancas sin hacer ruido por favor. –abrió su laptop y se ocupó de sus propios asuntos.

¡Profesor cool un carajo! Me acaba de condenar dos largas horas con Jimin, ya que él es mi pareja para los trabajos grupales, planeaba hacer el trabajo yo sola en casa con tal de no ver a ese idiota engreído.

–Disculpe profesor… –Vi a Jimin dirigirse hacia el escritorio. ¡Perfecto! Pedirá que lo cambien de pareja, no pude evitar emocionarme, eso sería lo mejor.

No podía escuchar nada de lo que Jimin le decía al profesor, solo podía ver al maestro negando insistentemente con su cabeza, acción que desalentó a Jimin y se retiró con sus hombros caídos, segundos después él estaba junto a mí con su pupitre, se sentó de mala gana y soltó un largo suspiro de fastidio.

–Intenté que me cambiaran de pareja, pero el maestro se negó –explicó él.

–Lo noté –respondí a regaña dientes mientras abría el libro sobre mi pupitre.

–Vamos a tener que trabajar juntos todo el semestre.

–¡Lo sé! –gruñí entre dientes–. Cállate y saca un cuaderno, tu resolverás la mitad y yo el resto.

Jimin obedeció y a nuestras espaldas se podían escuchar susurros, todos nuestros compañeros habían escuchado lo que le grité a Jimin a la entrada del edificio y ahora éramos el centro del chisme por tener que estar juntos. Además, podía ver de soslayo a Jin abrazando a Avril consolándola, de seguro la rubia ya le había contado todo.

Yo llevaba varios minutos enfocada en mi propio cuaderno resolviendo los problemas matemáticos del libro, de repente sentí una presencia a mi lado y regresé mi mirada para encontrarme con el maestro.

–Señorita…

–Seo –respondí.

–Señorita Seo, este es un trabajo grupal, ¿Por qué está resolviendo los ejercicios sola?

–Yo resolveré la mitad y él… –regresé mi mirada para ver el cuaderno de Jimin completamente vacío. No había resuelto un solo ejercicio–. Se supone que él debe resolver… la otra mitad.

Aniquilé a Jimin con la mirada y el solamente levanto sus hombros con quemeimportismo.

–Les advierto a todos –el maestro caminó por todo el salón a paso lento explicando–, que este trabajo grupal no solo será entregar los ejercicios resueltos. Hay una evaluación acerca de los mismos ejercicios que están resolviendo y la nota de los dos integrantes del grupo será promediada y duplicada, es decir; la nota que saque uno de los integrantes influirá sobre la nota de su compañero, esto los puede ayudar o perjudicar, así que deberían trabajar mano a mano para resolver estos ejercicios y estudiar para la evaluación.

Todos se miraban entre si sorprendidos. ¿Alguna vez han escuchado algo tan ridículo? Si Jimin saca cero en esa evaluación, mi nota bajaría por completo y encima él tendría parte de mi nota sin hacer el mínimo esfuerzo. ¡Esto no es justo!

–Ahora que eh explicado el sistema de calificación para los trabajos grupales –el maestro regresó a su escritorio–, espero que todos hagan un esfuerzo por igual en sus grupos.

–¿Por qué no resolviste un solo ejercicio? –cuestione a Jimin conteniendo mi ira.

–Porque no sé como hacerlo –respondió él sin vergüenza alguna.

–¡¿Estas bromeando?! –exclamé conteniendo un grito.

–No.

–¿Y cómo es que llegaste a la universidad si no sabes resolver unos ejercicios tan básicos? –Estaba atónita.

–Siempre me dieron haciendo las tareas.

–No lo puedo creer… –respiré agitadamente por mi consternación y me llevé las manos a la cabeza, sentía que me iba a estallar.

–Si quieres tener buenas calificaciones en esta materia, vas a tener que enseñarme –dijo descaradamente.

–¿Enseñarte? –fruncí mi ceño y no pude controlar el volumen de mi voz–. ¿Yo? ¡¿Por qué?!

–Señorita Seo –advirtió el profesor–, le recuerdo que está en un salón de clases, no en el mercado.

Todos rieron burlándose por la llamada de atención carente de tacto del maestro.

Tomé un profundo respiro y cerré mis ojos con fuerza hasta que me calmé un poco.

–De acuerdo –musité–, voy a enseñarte.

No creo que sea tan estúpido como para no aprender algo tan básico... eso espero.

La sirena que anuncia la culminación de la jornada sonó y yo estaba tan frustrada, empezaba a creer que Jimin carecía de cerebro. 

–Bien estudiantes, hasta mañana y recuerden –el maestro me miró sonriente– ¡Trabajo en equipo!

El salón de clases quedó vacío y sorprendentemente Jin que parecía ser el gemelo siamés de Jimin no estaba en el salón, se había ido con Avril dejándonos tan solo a Jimin y a mí en el salón. 

–Estás haciendo esto por vengarte ¿verdad? –cuestioné.

–¿Qué? –Jimin respondió sin mirarme mientras guardaba sus libros en la mochila.

–Estas fingiendo que no sabes matemáticas solo para vengarte de mí.

–¿Te crees tan importante como para perder mi tiempo fingiendo que no se algo para que me enseñes? –hizo una mueca–. No deseo pasar un segundo más junto a alguien de tu clase.

–¿En serio Jimin? –suspiré exhausta–. ¿Aun con lo estúpido que eres te crees con el derecho de menospreciarme?

–¡No me llames estúpido!

–¡Pues lo eres! Un niño de primaria aprendería más rápido que tú.

–¡Entonces no me enseñes y déjame en paz! –se puso su mochila al hombro y me dio la espalda.

–Tengo que enseñarte, de ti depende mi nota –jalé su mochila–. ¡Imbécil!

–¡Suéltame! –gritó él sacudiéndose.

–De acuerdo –intenté calmarme, por milésima vez en el día–. Vamos a tu casa. Hoy estudiaremos toda la tarde y noche si es necesario, pero vas a aprender porque no voy a perder mi maldita beca por tu culpa.

–Pues entonces date prisa –Jimin me arrebató la mochila del hombro, por poco caigo y tuve que asentar mi la punta de mi pie lesionado para mantener el equilibrio.

–¡Imbécil, casi caigo por tu culpa!

–Veo que puedes usar perfectamente los dos pies –rió cínico mirando mi pie asentado al piso y mi mueca de dolor.

–Tuve que hacerlo para no caer –me repuse en las muletas–. ¡Dame mi mochila!

–A pesar de lo mal que me has tratado soy un acaballero y por eso te ayudaré llevando tu mochila –empezó a caminar hacia la puerta para salir del salón de clase–. Te espero en el estacionamiento, date prisa.

Caminé con mis muletas chocándolas contra el piso debido a mi enojó, mi teléfono sonó, detuve mi andar y con dificultad lo saqué de mi bolsillo para responder.

–¡Hola! –grité molesta.

–Hey bro… –rió Owen del otro lado de la línea–. ¿Por qué me gritas?

–Disculpa… –musité y de repente me inundaron las ganas de ponerme a llorar de rabia–. Hola bro… –corregí mi saludo con más calma.

La cálida y delicada risa de Owen a través del teléfono me calmó por completo.

–Así está mejor. ¿Dónde estás?

–Saliendo de mi salón de clases.

–Perfecto, espérame ahí, subiré para ayudarte.

–No Owen…

Tarde, él no escuchó mi negativa, ya había cortado la llamada.

Suspiré sonoramente en el salón de clases desierto, metí mi teléfono de regreso al bolsillo de mi falda short, temía que Owen pudiera encontrarse con Jimin en las gradas y hubiera otra pelea así que caminé lo más rápido que las muletas me lo permiten.

Al llegar al final del pasillo me sorprendí con la rápida aparición de Owen, su sonrisa tranquilizó mi preocupación.

–Subiste bastante rápido –le dije acercándome a él sonriente.

–En realidad ya estaba en el cuarto piso cuando te llamé –rió él mientras extendía su mano hacia mi cabeza y alborotó mi cabello–. ¿Cómo estuvo tu día?

–¡Aaagg! –gruñí haciendo muecas–, no quiero hablar de este día, fue pésimo, pero… ¿No te encontraste a…?

–¿El rubio descerebrado de la mañana? Si lo vi.

–¿Le… hiciste algo?

–¿Hacerle algo? –carcajeó–. ¿Por qué iba a hacerle algo?, solo lo ignoré y continúe subiendo las gradas.

–Gracias –suspiré aliviada.

–¿Te preocupas por ese imbécil? –cuestionó con mueca de desagrado.

–No me preocupo por ese imbécil. Es mi pareja de trabajo grupal –rodeé los ojos–.  Tiene que estar vivo hasta después de la evaluación, de él dependen mis calificaciones.

–Umh… –frotó su mentón pensativo–. Yo no le hice nada, pero a lo mejor Bloo…

–¿Bloo? ¿También vino?

–Si, dijo que quería ver a su hermana para darle algo de dinero así que lo traje.

–¡¿Y lo dejaste solo?!

–¿Por qué estás gritándome?

–¡Date la vuelta y cárgame rápido!

–No te preocupes por Bloo –se giró obediente y agachó ligeramente para que yo subiera–, él sabe defenderse.

–Pero está lastimado, tú mismo lo dijiste esta mañana –se levantó lentamente llevándome en su espalda– ¡Date prisa, vamos!

–Oye no soy un caballo –renegó al bajar la primera grada con cuidado.

–¡Por favor bro! –supliqué, en serio estaba preocupada.

Jimin es notablemente más alto y musculoso que Bloo, no quiero que se encuentren y peleen, Bloo podría salir más lastimado de lo que ya está.

–No puedo creer lo lento que eres –renegué en la espalda de Owen.

–¿Quieres que rodemos gradas abajo? Tengo que bajar con cuidado, no eres nada liviana bro.

–¿Nunca te quejaste de mi peso y lo haces ahora? –Di un golpecito con mi mentón en su calva.

–¡Auuch! –se quejó entre risas.

–Vas así de lento a propósito ¿verdad?

–Solo soy cuidadoso, no quiero llegar al primer piso rodando estas gradas.

Owen suele bajar las gradas de la oficina llevándome en su espalda rápidamente y sin ningún esfuerzo, pero en este momento decidió que soy pesada y lo estaba tomando con tanta calma que me desesperaba más a cada segundo.

Tras lo que me pareció una eternidad, llegamos al primer piso, Owen me bajó de su espalda y me apoyé en mis muletas para salir del edificio rápidamente mirando en todas direcciones en busca de algún tumulto de gente que estuviera siendo espectador de alguna pelea, pero para mí alivio, todo lucía tranquilo alrededor.

–¿Estas en alguna carrera o algo parecido? –cuestionó Owen entre risas mientras caminaba a mi lado.

–¿Bloo se quedó en el auto?

–Nop –respondió campante–, te dije que vino a ver a Seon Yeong.

Entonces recordé el primer encuentro con Bloo, fue en el callejón, no sé por qué pero supuse que si iba por ahí podría encontrarlo.

–No vayas por ahí… vamos por acá bro –Owen se puso delante.

–No. Quiero ir por aquí.

–No seas necia… –Owen tragó saliva.

–Bloo está ahí ¿verdad?

–No… –él evitó mi mirada.

–Eres pésimo mintiendo Owen.

–Vamos bro, no estoy mintiendo, es solo que no quiero ir por ahí…

–Owen por favor, apártate.

–Deja que Bloo le dé su merecido a ese imbécil –su mirada se tornó fría y atemorizante.

–¿Y si es Jimin quien le hace daño a Bloo? –le di un empujoncito–. ¡Quítate!

Evadí a Owen y caminé hacia el callejón, al llegar pude escuchar el sonido metálico de las bancas abandonadas en ese callejón cayendo al piso, mi corazón se aceleró y escuché un gruñido de dolor junto a un insulto, esa era la voz de Bloo, no podía confundirme. 


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