Los ojos verdes de la rubia amenazaban con salirse de sus orbitas, la barra del labial se había detenido a la mitad del camino en su labio inferior, parecía petrificada durante un par de segundos hasta que sus labios temblaron y bajó su labial para luego fruncir su ceño.
–¿Qué dijiste? –cuestionó ella.
–¡Lo acabas de escuchar perfectamente! ¿En
serio quieres que lo repita?
–Quiero pensar que escuché mal, Danbi –ella
parecía molesta pero no más que yo.
–Estoy cansada de escucharte criticar a la
gente, comparas incluso a tu propio novio, seguramente hablas de mi a mis
espaldas, pero poco me interesa. No me había afectado tanto hasta hoy que has menospreciado
tanto a mis amigos. No me agrada tu forma de ser Avril.
–Danbi –ella levantó su ceja
prepotentemente–. Yo te consideraba una buena amiga, incluso ignorando que
usaras ropa que solo eran copias muy obvias de buenas marcas. Creí que tenías
buen gusto y con mi ayuda te hubieras podido superar en la vida, pero veo que
no estas dispuesta a ello. Teniendo esa clase de amigos solamente seguirás
siendo una chica… –me miró de pies a cabeza–. Corriente.
Sonreí ligeramente y asentí repetidamente
mientras tomaba un respiro.
–Estaba tan equivocada al creer que fingiendo
ser alguien que no soy para encajar con alguien como tú iba a “superarme” en la
vida –esbocé una sonrisa irónica–. Que equivocada estaba. Y a lo mejor tienes
razón; soy una chica corriente y prefiero rodearme de personas que son sinceras
y no critican a los demás o juzgan por lo costosa que pueda ser la ropa que
usan o las propiedades que tengan. Además –tomé mis muletas y la miré por
última vez fijamente–. Por si no te has dado cuenta, el 97% de los estudiantes
aquí son “corrientes” como tú me llamas, si no te gusta, vete a una universidad
privada.
Di la vuelta y salí del baño, detrás de mí se
quedaba mi escalera a una “nueva vida” pero no me sentía mal, al contrario, me
sentí tan aliviada que no podía dejar de sonreír.
Llegué al salón de clase y pude ver a Jin y
Jimin platicando, Jin me sonrió y tragué saliva, esa cordialidad se terminará
en cuanto Avril le cuente lo que le acababa de decir en el baño. Sonreí por
cortesía y continué hasta mi asiento.
El profesor entró y todos se sentaron en sus
lugares, Avril entró al salón de clases con sus ojos y nariz notablemente rojos
intentando cubrir su rostro con sus rubios mechones, pero era inútil, en su
blanquecino rostro, era imposible disimular que había llorado.
Después de una hora, la clase había
terminado, saqué mi agenda para fijarme en el horario, las dos próximas horas
eran de matemática.
–Buenos días clase –saludo el maestro
sonriente dirigiéndose hacia el escritorio. Todos respondimos al unísono– ¿Cómo
les va con el trabajo grupal?
¿Trabajo grupal? ¡Mierda! El maestro se
refería al trabajo grupal para el que Jimin es mi pareja.
–Recuerden que es para este miércoles y no
daré prorrogas, pero dado que soy un maestro muy… como es que le dicen ustedes
los jóvenes… –el maestro frunció su rostro intentando recordar–. Cool, soy un
maestro cool, entonces les daré estas dos horas de clase para que continúen con
el trabajo grupal, así que junten sus bancas sin hacer ruido por favor. –abrió
su laptop y se ocupó de sus propios asuntos.
¡Profesor cool un carajo! Me acaba de
condenar dos largas horas con Jimin, ya que él es mi pareja para los trabajos
grupales, planeaba hacer el trabajo yo sola en casa con tal de no ver a ese
idiota engreído.
–Disculpe profesor… –Vi a Jimin dirigirse
hacia el escritorio. ¡Perfecto! Pedirá que lo cambien de pareja, no pude evitar
emocionarme, eso sería lo mejor.
No podía escuchar nada de lo que Jimin le
decía al profesor, solo podía ver al maestro negando insistentemente con su
cabeza, acción que desalentó a Jimin y se retiró con sus hombros caídos,
segundos después él estaba junto a mí con su pupitre, se sentó de mala gana y
soltó un largo suspiro de fastidio.
–Intenté que me cambiaran de pareja, pero el
maestro se negó –explicó él.
–Lo noté –respondí a regaña dientes mientras
abría el libro sobre mi pupitre.
–Vamos a tener que trabajar juntos todo el
semestre.
–¡Lo sé! –gruñí entre dientes–. Cállate y
saca un cuaderno, tu resolverás la mitad y yo el resto.
Jimin obedeció y a nuestras espaldas se
podían escuchar susurros, todos nuestros compañeros habían escuchado lo que le
grité a Jimin a la entrada del edificio y ahora éramos el centro del chisme por
tener que estar juntos. Además, podía ver de soslayo a Jin abrazando a Avril
consolándola, de seguro la rubia ya le había contado todo.
Yo llevaba varios minutos enfocada en mi
propio cuaderno resolviendo los problemas matemáticos del libro, de repente
sentí una presencia a mi lado y regresé mi mirada para encontrarme con el
maestro.
–Señorita…
–Seo –respondí.
–Señorita Seo, este es un trabajo grupal,
¿Por qué está resolviendo los ejercicios sola?
–Yo resolveré la mitad y él… –regresé mi
mirada para ver el cuaderno de Jimin completamente vacío. No había resuelto un
solo ejercicio–. Se supone que él debe resolver… la otra mitad.
Aniquilé a Jimin con la mirada y el solamente
levanto sus hombros con quemeimportismo.
–Les advierto a todos –el maestro caminó por
todo el salón a paso lento explicando–, que este trabajo grupal no solo será
entregar los ejercicios resueltos. Hay una evaluación acerca de los mismos
ejercicios que están resolviendo y la nota de los dos integrantes del grupo
será promediada y duplicada, es decir; la nota que saque uno de los integrantes
influirá sobre la nota de su compañero, esto los puede ayudar o perjudicar, así
que deberían trabajar mano a mano para resolver estos ejercicios y estudiar
para la evaluación.
Todos se miraban entre si sorprendidos.
¿Alguna vez han escuchado algo tan ridículo? Si Jimin saca cero en esa evaluación,
mi nota bajaría por completo y encima él tendría parte de mi nota sin hacer el
mínimo esfuerzo. ¡Esto no es justo!
–Ahora que eh explicado el sistema de
calificación para los trabajos grupales –el maestro regresó a su escritorio–,
espero que todos hagan un esfuerzo por igual en sus grupos.
–¿Por qué no resolviste un solo ejercicio?
–cuestione a Jimin conteniendo mi ira.
–Porque no sé como hacerlo –respondió él sin
vergüenza alguna.
–¡¿Estas bromeando?! –exclamé conteniendo un
grito.
–No.
–¿Y cómo es que llegaste a la universidad si
no sabes resolver unos ejercicios tan básicos? –Estaba atónita.
–Siempre me dieron haciendo las tareas.
–No lo puedo creer… –respiré agitadamente por
mi consternación y me llevé las manos a la cabeza, sentía que me iba a
estallar.
–Si quieres tener buenas calificaciones en
esta materia, vas a tener que enseñarme –dijo descaradamente.
–¿Enseñarte? –fruncí mi ceño y no pude
controlar el volumen de mi voz–. ¿Yo? ¡¿Por qué?!
–Señorita Seo –advirtió el profesor–, le
recuerdo que está en un salón de clases, no en el mercado.
Todos rieron burlándose por la llamada de
atención carente de tacto del maestro.
Tomé un profundo respiro y cerré mis ojos con
fuerza hasta que me calmé un poco.
–De acuerdo –musité–, voy a enseñarte.
No creo que sea tan estúpido como para no
aprender algo tan básico... eso espero.
La sirena que anuncia la culminación de la
jornada sonó y yo estaba tan frustrada, empezaba a creer que Jimin carecía de
cerebro.
–Bien estudiantes, hasta mañana y recuerden
–el maestro me miró sonriente– ¡Trabajo en equipo!
El salón de clases quedó vacío y
sorprendentemente Jin que parecía ser el gemelo siamés de Jimin no estaba en el
salón, se había ido con Avril dejándonos tan solo a Jimin y a mí en el
salón.
–Estás haciendo esto por vengarte ¿verdad?
–cuestioné.
–¿Qué? –Jimin respondió sin mirarme mientras
guardaba sus libros en la mochila.
–Estas fingiendo que no sabes matemáticas
solo para vengarte de mí.
–¿Te crees tan importante como para perder mi
tiempo fingiendo que no se algo para que me enseñes? –hizo una mueca–. No deseo
pasar un segundo más junto a alguien de tu clase.
–¿En serio Jimin? –suspiré exhausta–. ¿Aun
con lo estúpido que eres te crees con el derecho de menospreciarme?
–¡No me llames estúpido!
–¡Pues lo eres! Un niño de primaria
aprendería más rápido que tú.
–¡Entonces no me enseñes y déjame en paz! –se
puso su mochila al hombro y me dio la espalda.
–Tengo que enseñarte, de ti depende mi nota –jalé
su mochila–. ¡Imbécil!
–¡Suéltame! –gritó él sacudiéndose.
–De acuerdo –intenté calmarme, por milésima
vez en el día–. Vamos a tu casa. Hoy estudiaremos toda la tarde y noche si es
necesario, pero vas a aprender porque no voy a perder mi maldita beca por tu
culpa.
–Pues entonces date prisa –Jimin me arrebató
la mochila del hombro, por poco caigo y tuve que asentar mi la punta de mi pie
lesionado para mantener el equilibrio.
–¡Imbécil, casi caigo por tu culpa!
–Veo que puedes usar perfectamente los dos
pies –rió cínico mirando mi pie asentado al piso y mi mueca de dolor.
–Tuve que hacerlo para no caer –me repuse en
las muletas–. ¡Dame mi mochila!
–A pesar de lo mal que me has tratado soy un
acaballero y por eso te ayudaré llevando tu mochila –empezó a caminar hacia la
puerta para salir del salón de clase–. Te espero en el estacionamiento, date
prisa.
Caminé con mis muletas chocándolas contra el
piso debido a mi enojó, mi teléfono sonó, detuve mi andar y con dificultad lo
saqué de mi bolsillo para responder.
–¡Hola! –grité molesta.
–Hey bro… –rió Owen del otro lado de la
línea–. ¿Por qué me gritas?
–Disculpa… –musité y de repente me inundaron
las ganas de ponerme a llorar de rabia–. Hola bro… –corregí mi saludo con más
calma.
La cálida y delicada risa de Owen a través
del teléfono me calmó por completo.
–Así está mejor. ¿Dónde estás?
–Saliendo de mi salón de clases.
–Perfecto, espérame ahí, subiré para
ayudarte.
–No Owen…
Tarde, él no escuchó mi negativa, ya había
cortado la llamada.
Suspiré sonoramente en el salón de clases
desierto, metí mi teléfono de regreso al bolsillo de mi falda short, temía que
Owen pudiera encontrarse con Jimin en las gradas y hubiera otra pelea así que
caminé lo más rápido que las muletas me lo permiten.
Al llegar al final del pasillo me sorprendí
con la rápida aparición de Owen, su sonrisa tranquilizó mi preocupación.
–Subiste bastante rápido –le dije acercándome
a él sonriente.
–En realidad ya estaba en el cuarto piso
cuando te llamé –rió él mientras extendía su mano hacia mi cabeza y alborotó mi
cabello–. ¿Cómo estuvo tu día?
–¡Aaagg! –gruñí haciendo muecas–, no quiero
hablar de este día, fue pésimo, pero… ¿No te encontraste a…?
–¿El rubio descerebrado de la mañana? Si lo
vi.
–¿Le… hiciste algo?
–¿Hacerle algo? –carcajeó–. ¿Por qué iba a
hacerle algo?, solo lo ignoré y continúe subiendo las gradas.
–Gracias –suspiré aliviada.
–¿Te preocupas por ese imbécil? –cuestionó
con mueca de desagrado.
–No me preocupo por ese imbécil. Es mi pareja
de trabajo grupal –rodeé los ojos–. Tiene que estar vivo hasta después de la
evaluación, de él dependen mis calificaciones.
–Umh… –frotó su mentón pensativo–. Yo no le
hice nada, pero a lo mejor Bloo…
–¿Bloo? ¿También vino?
–Si, dijo que quería ver a su hermana para
darle algo de dinero así que lo traje.
–¡¿Y lo dejaste solo?!
–¿Por qué estás gritándome?
–¡Date la vuelta y cárgame rápido!
–No te preocupes por Bloo –se giró obediente
y agachó ligeramente para que yo subiera–, él sabe defenderse.
–Pero está lastimado, tú mismo lo dijiste
esta mañana –se levantó lentamente llevándome en su espalda– ¡Date prisa,
vamos!
–Oye no soy un caballo –renegó al bajar la
primera grada con cuidado.
–¡Por favor bro! –supliqué, en serio estaba
preocupada.
Jimin es notablemente más alto y musculoso
que Bloo, no quiero que se encuentren y peleen, Bloo podría salir más lastimado
de lo que ya está.
–No puedo creer lo lento que eres –renegué en
la espalda de Owen.
–¿Quieres que rodemos gradas abajo? Tengo que
bajar con cuidado, no eres nada liviana bro.
–¿Nunca te quejaste de mi peso y lo haces
ahora? –Di un golpecito con mi mentón en su calva.
–¡Auuch! –se quejó entre risas.
–Vas así de lento a propósito ¿verdad?
–Solo soy cuidadoso, no quiero llegar al
primer piso rodando estas gradas.
Owen suele bajar las gradas de la oficina
llevándome en su espalda rápidamente y sin ningún esfuerzo, pero en este
momento decidió que soy pesada y lo estaba tomando con tanta calma que me
desesperaba más a cada segundo.
Tras lo que me pareció una eternidad,
llegamos al primer piso, Owen me bajó de su espalda y me apoyé en mis muletas
para salir del edificio rápidamente mirando en todas direcciones en busca de
algún tumulto de gente que estuviera siendo espectador de alguna pelea, pero
para mí alivio, todo lucía tranquilo alrededor.
–¿Estas en alguna carrera o algo parecido?
–cuestionó Owen entre risas mientras caminaba a mi lado.
–¿Bloo se quedó en el auto?
–Nop –respondió campante–, te dije que vino a
ver a Seon Yeong.
Entonces recordé el primer encuentro con
Bloo, fue en el callejón, no sé por qué pero supuse que si iba por ahí podría
encontrarlo.
–No vayas por ahí… vamos por acá bro –Owen se
puso delante.
–No. Quiero ir por aquí.
–No seas necia… –Owen tragó saliva.
–Bloo está ahí ¿verdad?
–No… –él evitó mi mirada.
–Eres pésimo mintiendo Owen.
–Vamos bro, no estoy mintiendo, es solo que
no quiero ir por ahí…
–Owen por favor, apártate.
–Deja que Bloo le dé su merecido a ese
imbécil –su mirada se tornó fría y atemorizante.
–¿Y si es Jimin quien le hace daño a Bloo?
–le di un empujoncito–. ¡Quítate!
Evadí a Owen y caminé hacia el callejón, al llegar pude escuchar el sonido
metálico de las bancas abandonadas en ese callejón cayendo al piso, mi corazón
se aceleró y escuché un gruñido de dolor junto a un insulto, esa era la voz de
Bloo, no podía confundirme.
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