Me deslicé en
el colchón hasta acomodarme para dormir ya que había tenido pésimas noches
previas de desvelo, con mis ojos cerrados pude escuchar el motor del auto y
supe que Owen acababa de irse junto con Seon Yeong.
Me giré hacia
la pared intentando dormir, pero era imposible, ¿Cómo podría dormir sabiendo
que Bloo está en la otra habitación?, volví a girar hacia el lado contrario con
cuidado y vi la puerta abierta. Bien, si quería poder dormir tranquila debía
cerrar esa puerta.
Me senté y
levanté la manta, jalé con mis manos mi pierna lesionada para poder bajarla de
la cama, estiré mi mano hasta las muletas que estaban junto a la cama y
entonces un golpecito en la puerta me dejó petrificada.
–¿Qué
medicamentos te enviaron, bambi? –cuestionó Bloo mientras entraba en la
habitación con una botella de agua en su mano y una bolsa plástica blanca.
–Um… no
recuerdo el nombre –Abandoné mi intención de tomar las muletas.
Él se sentó a
mi lado dejando la botella de agua entre sus rodillas y abrió la bolsa plástica.
–Estos son
los medicamentos que me enviaron a mí.
–Déjame ver –estiré
mi mano hacia la bolsa plástica hurgando entre los frascos de medicamento. Leí
la etiqueta de uno de los frascos y luego tomé otro–. Ah… wow, son estas.
–¿Qué?
–Son los
mismos medicamentos que me enviaron –sacudí levemente el frasco haciéndolo
sonar.
–¿Si?
–Si. Supongo
que es porque los dos tenemos heridas similares.
–No no no –él
rió y me quitó el frasco de pastillas de la mano–. Yo me herí debido a una
heroica lucha por defender a mis amigos y tú por despistada.
Carcajee –Tú
no sabes exactamente qué fue lo que me pasó. ¿Heroica lucha? Si claro. De todas
formas, nuestras heridas fueron causadas por vidrio así que da lo mismo.
–¿A qué hora
debes tomar tu medicina…? –él luchaba por abrir el frasco con una sola mano.
–En un par de
horas… –le quité el frasco y se lo abrí–, creo.
–Hora exacta,
bambi –extendió la palma de su mano y yo sacudí ligeramente el frasco hasta
dejar que una pastilla cayera.
–No se la
hora exacta –tomé el otro frasco para darle otra pastilla y después la botella
de agua que él tenía entre sus rodillas, la abrí para luego extenderla hacia
él.
–Gracias
dulzura –guiñó un ojo y metió las pastillas en su boca para luego tomar la
botella que yo le ofrecía y bebió un par de tragos del agua. Bajó la botella de
su boca y la extendió hacia mí–. Toma las pastillas, es el mismo medicamento
después de todo.
–Si es el
mismo, pero… lo tomaré luego, cuando Seon Yeong me traiga mis pastillas.
–Tienes que
establecer un horario –puso con cuidado la botella entre sus rodillas–. Además,
si lo tomas ahora, tendremos el mismo horario –sonrió mientras extendía el
frasco de pastillas hacia mí y el momento en el que me ofreció la pipa con
marihuana regresó a mi mente. Este sujeto se la pasa ofreciéndome drogas.
–¿Si tomo las
pastillas te iras y me dejaras dormir?
–¿Tanto te
molesta mi presencia? –él levantó su
ceja.
–No es eso.
Es que estoy cansada y tengo mucho sueño.
–Está bien.
Me iré si tomas las pastillas –bostezó–. También tengo sueño.
Yo saque una
pastilla de cada frasco para tomarlas con el agua y él se puso de pie para
caminar hasta la ventana, se mantuvo un momento mirando hacia afuera y luego
cerró la cortina.
–Parece que
va a llover –dijo con una mueca y regresó hacia mí.
–Te devolveré
dos pastillas cuando Seon Yeong traiga las mías –informé mientras guardaba los
frascos en la bolsa plástica y lo extendí hacia él.
–De cuerdo
bambi –él tomó la bolsa plástica e hizo un puchero de aburrimiento para luego
bostezar una vez más–. Me voy a dormir –caminó hacia la puerta–. Descansa.
–Tú también…
descansa –le deseé tímidamente al verlo marcharse.
Un bostezo
escapó de mi boca, volví a acostarme en la cama y cerré mis ojos, pero la idea
de estar en esa casa sola con Bloo volvía a inquietarme.
Pasaron
varios minutos y me acercaba a una cantidad de cuatro cifras contando ovejas
pero no lograba dormir, mantenía mis ojos cerrados, podía escuchar fuera el
viento agitar las hojas de los árboles y el sonido de la lluvia en el techo empezaba
a surtir en mi un efecto adormecedor, de pronto sentí comezón en mi mejilla,
rasqué vagamente con mi mano sin molestarme en abrir mis ojos, aquella cama era
muy cómoda y la manta tan calientita que pronto iba a caer en un sueño
profundo, pero volví a sentir comezón, esta vez en mi nariz, rasqué y abrí
lentamente mis ojos divisando borrosamente una silueta que rápidamente se
aclaró. Era Bloo.
–¡¿Qué haces
aquí…?! –me exalté levantándome con mi codo en posición de alerta y me deslicé
hacia atrás ya que él estaba demasiado cerca de mi rostro.
–Aquí vivo –respondió
él sonriente. Se levantó del piso en el que había permanecido en cuclillas y
levantó la manta.
–¡¿Qué
haces?! –reclamé aferrándome a la manta.
–Calmada
bambi, no te emociones –se adentró en la cama bajo la manta junto a mí, cerró
sus ojos acurrucándose y ronroneo ligeramente como si fuera un gato–. No puedo
hacerte nada –susurró–, estoy lastimado.
–Oye, ve… ve
a tu habitación… –titubeé nerviosa al tenerlo tan cerca.
La cama era
tan solo de una plaza y mi espalda ya había tocado la pared, no podía apartarme
más de él. Yo estaba tan tensa, pero él parecía muy cómodo y relajado con su
cabeza sobre la almohada y ojos cerrados.
–Tengo sueño,
pero no puedo dormir por el sonido de la lluvia –musitó con su voz ronca y
finalmente abrió sus ojos para mirarme–. Y tampoco puedo dormir por tu culpa.
–¿Por mi
culpa? –fruncí mi ceño.
–Si bambi,
por tu culpa.
–¿Pero que
hice? Yo estaba aquí tranquilamente a punto de dormir.
–Sembraste la
curiosidad en mí.
–¿A qué te
refieres?
–Te lo diré,
pero primero tápame bien con la manta, hace frío.
Me fijé y la
manta no cubría su brazo aprisionado en el cabestrillo, dudé, pero terminé
obedeciendo; subí la manta hasta su hombro cobijándolo y él volvió a cerrar sus
ojos.
–Mmm… –volvió
a ronronear sin abrir sus ojos–. Así está mejor.
–Ahora dime a
que te referías.
–Dijiste que
tu madre está en el extranjero –siguió sin abrir sus ojos.
–No me gusta
hablar de eso –deslicé despacio mi codo hasta quedar recostaba de nuevo.
–Y que vives
sola desde los dieciocho años ¿Por qué?
–Dije que no
me gusta hablar de eso –repetí despojándome de un suspiro.
–¿Por qué?
–Porque no… –cerré
mis ojos acurrucándome en la almohada, tengo mucho sueño.
Un frío y
leve toque en la punta de mi nariz me hizo abrir los ojos, él retiró su dedo al
ver que abrí los ojos.
–Cuéntame –pidió
en un susurro mientras colocaba su mano de regreso entre la almohada y su
mejilla, pestañeó perezoso mirándome con sus ojos somnolientos.
–Es una larga historia.
–Me gustan
las largas historias.
–Tan solo
duérmete –bajé sus parpados con mis dedos cerrándolos.
Él tomó mi
mano –Tienes las manos frías.
–Tú también –solté
rápidamente su mano.
–Puedes
acurrucarte en mis brazos si tienes frío, bueno –sonrió dulcemente y estiró su
brazo hacia mi cabeza–, solo en uno de mis brazos.
–¿Qué
pretendes Bloo? –lo miré extrañada.
–No pretendo
nada –regresó su brazo a su pecho–. Si no quieres solo di que no.
Sonreí, aquel
fue un movimiento muy torpe, como cuando un chico en el cine finge bostezar y
pone su brazo alrededor de los hombros de la chica.
–Pues no
gracias. La almohada es más cómoda que un brazo delgaducho.
–¿Qué dices? –cuestionó
frunciendo su ceño, pero sonriente–, no estoy delgaducho. Tengo mucho musculo –flexionó
su brazo alardeando de sus bíceps.
–Si tú lo
dices –burlé al ver que analizaba seriamente su propio bíceps.
–Bueno, a lo
mejor si estoy un poco delgado, solo un poco… pero tengo musculo. No te rías –me
hizo una ligera mueca que solo provocó que yo riera más–. Bien, entonces si no
quieres contar tu larga historia, ¿qué tal la historia de ayer?, debe ser más
corta.
–¿Ayer?
–Aquello de que un sujeto intentó propasarse
contigo en una fiesta y huiste. Lo que me pregunto es porque huías descalza y que
tan ebria estabas como para no ver en tu camino un gran pedazo de vidrio.
–Tu hermana
exageró un poco la historia. Es decir… si hubo un sujeto, pero no es como si
hubiera huido de él, lo puse en su sitio por atrevido y después me fui porque
no quería estar en ese lugar.
–¿Atrevido?
¿Qué te hizo?
–Me beso a la
fuerza –hice una mueca de asco–, con tan solo recordarlo me dan nauseas.
–Ah… –su voz
ronca ronroneaba tan suave y en bajo volumen siendo casi un susurro–, ya veo…
¿y cómo lo pusiste en su sitio?
–Le di un
puñetazo en su bonita cara –alardeé como si de una gran hazaña se tratara.
–Ah… entonces
el sujeto es “bonito”
–Sí, bueno… –rodeé
mis ojos–. Es atractivo, pero es un cretino, se lo merecía por atrevido.
–Ah… –se
aproximó levemente hacia mi rostro–. ¿Y qué otra cosa consideras como
“atrevido”, bambi?
Fruncí un
puchero de desagrado. –Bueno, considero atrevido que me llamen por sobrenombres.
Él rió
bajando levemente su cabeza, acción que lo dejó aún más cerca de mi rostro.
–Y… –miró fijamente mis labios–, ¿no te parece
atrevido que yo esté en la misma cama que tu así de cerca ahora mismo?
–Si…
–¿Y porque no
me has puesto en mi sitio?
–Podría
hacerlo… –desconocí mi ronca voz susurrante–, pero estas lastimado, deberías
agradecer que estoy siendo considerada.
–¿Ah,
sí? –tomó mi mentón con su mano,
nuestros labios estaban a centímetros de tocarse.
–Si… –musité
con un hilo de voz que se asemejó a un gemido.
–Entonces no
debería besarte –susurraba tan cerca de mis labios que podía sentir su cálido
aliento–, no quiero ser atrevido.
Cerré mis
ojos un par de segundos haciendo una mueca y luego fui cautivada por su
profunda mirada, este hombre acelera mis latidos ridículamente.
–¿Por qué
haces eso? –cuestioné sin poder ocultar mi ferviente deseo.
–¿El qué? –sonrió
ladino mientras su pulgar acariciaba levemente la silueta de mi labio inferior.
–Me seduces,
pero no das el siguiente paso.
–¿Quieres que
dé el siguiente paso?
–¡Demonios sí!
–mordí mi labio inferior anhelando sus labios–. ¿Porque tienes que preguntarlo?
–Me gusta que
me lo pidas desesperadamente.
–Bésame ya –estaba
suplicándoselo.
Y entonces jaló
mi mentón anulando la distancia entre nuestros rostros, atacó mis labios
finalmente saciando mi deseo. Sus besos son tan cálidos, feroces y llenos de pasión,
pero mantiene la calma, no se desespera y me complace, hace que desee más de
él… me encantan demasiado sus besos.
Mis dedos
habían llegado a enredarse en su cabello y mi cuerpo estremeciéndose no podía
evitar hacer ondas frotándose contra su cuerpo. Lo llevé poco a poco hacia
atrás hasta que logré subirme sobre él.
–¡Auch! –gruñó
él de repente.
–Lo siento… –me
disculpé ya que había tocado su brazo. Me enderecé quedando sentada a
horcajadas sobre él.
–Contrólate
bambi –puso su mano en mi cintura ejerciendo una ligera presión en mi piel–, en
este estado no puedo manejar tu rudeza.
–Pues que mal
porque ahora mismo podría ser bastante agresiva –miré sus labios hinchados por
la intensidad del beso previo. Remordí mi propio labio entre mis dientes.
Él jaló
sutilmente mi cadera, me agaché hacia él apoyando mis manos a ambos lados de su
cabeza para evitar poner mi peso sobre su brazo y lo volví a besar mientras su
traviesa mano se adentraba bajo la tela de mi blusa.
Abandoné sus
labios dejando un camino de besos hasta llegar a su cuello donde no pude evitar
morder ligeramente su piel ante lo que él gruñó y clavó sus uñas el costado de
mis costillas, pero sus débiles gemidos y respiración agitada me decían que él
lo estaba disfrutando. Sonreí dejando escapar un gemido y volví a besar y
chupar la deliciosa piel de su cuello, subí hasta llegar al lóbulo de su oreja
y contuve todas mis ganas de morderlo, no quiero hacerle daño y que piense que
soy alguna loca caníbal.
Una melodía
acrecentaba a su sonido a lo lejos pero poco me importaba, lástima que a él sí.
–Ese es mi
teléfono –Abandonó el broche en mi espalda y me tomó del brazo–. Espera.
–No respondas –susurré en medio de mi propio éxtasis.
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