–¿Tienes algún
problema en la vista? –reclamó el tatuado al reconocerme– ¿O te gusta ir por
ahí chocando con las personas?
Esta vez pude
notar más detalles en él; de sus orejas colgaban dos argollas, su cabello
grisáceo ya no lucia grasoso y despeinado, se había cambiado de ropa, aunque
eso no le ayudara a quitarse el olor a cigarrillo y licor, pero lucía… bien,
demasiado bien a mi parecer.
Aclaré mi
garganta y reclamé. –En primer lugar, no lo hice a propósito y segundo –lo
apunté con mi dedo– ¡Este es el baño de mujeres!
Se escucharon
risas masculinas acercarse y no tardaron en aparecer los autores del ruido para
mirarme con evidente sorpresa.
–Oye… –un sujeto alto, tatuado, con pendientes
en orejas y nariz, una banda deportiva que no cubría nada de la calva que le
relucía, señaló el dibujo en la puerta– ¿Este no es el baño de hombres…?
Me aterré y miré
en la dirección señalada. ¡Tonta! Había
entrado al baño de hombres, ante mi notable consternación todos ellos empezaron
a reír y digo “todos” porque eran más de tres sujetos o eso creo, no pude
contarlos ya que me apresuré a escapar de tan bochornosa situación para
encontrarme en el pasillo con más gente que salía de cada sala, las películas
que se proyectaban habían acabado.
–Aquí estas
–agradecí escuchar la voz de Avril y volteé hacia ella–. ¿A dónde fuiste? No
viste el final de la película.
–¿Y eso importa?,
ustedes tampoco vieron la película –sonreí ladina al ver como Jin tenía su mano
entrelazada con la de Avril. Miré a Jimin quien lucía serio y evitó mi mirada.
–Jin,
entremos al baño –dijo Jimin señalando el baño y se adelantó.
Vi a Jin
seguir a su amigo y me acerqué a Avril –¿Qué le pasa a Jimin? –susurre a su
oído.
–¿Por qué
susurras? –Avril rió ya que mi susurro le había causado cosquillas en el oído–
Vamos al baño de chicas. –señaló en la dirección opuesta a la que yo había ido
antes para acabar en el baño de hombres.
–¿Cómo
pudiste rechazar a Jimin?, no lo entiendo.
–No es como
que lo rechazara… bueno si, lo rechace –reí–, es que apenas lo conozco, ¿Cómo
iba a besarlo?
–No me digas
que eres de esas puritanas. ¿Era tu primer beso?
No pude evitar
carcajear, jamás en la vida me dijeron algo como “puritana”
–Claro que
no, es solo que no lo sé… –hice una mueca.
–¿Qué es lo
que no sabes? ¡Si Jimin está buenísimo!
–Si lo está,
pero… –arrugue mi nariz–. No es mi estilo.
–¿Los chicos
guapos, caballerosos y con un cuerpo de infarto no son tu tipo? –ella parecía
demasiado sorprendida– ¿Entonces cuál es tu tipo?
–Bueno… los chicos rudos, tatuados, con evidentes
problemas contra la sociedad y sus estereotipos –pensé mientras sonreía– No es como un tipo en específico… tal vez solo deba
conocerlo un poco más. Pero no tenía por qué comportarse así solo porque le
rechace un beso.
–Debe
sentirse mal, supongo que nunca antes lo rechazaron, yo no lo haría.
–¡Oye! –reí–,
tu estas con Jin.
–¿Y qué pasa?
Hay suficiente Avril para dos –sonrió lujuriosa.
Esta chica
empieza a agradarme en serio. Reí ante su broma y salimos juntas del baño, los
chicos ya estaban esperándonos y el sitió se había vaciado, cosa que agradecí
ya que no quería ver a ese grupo de chicos ruidosos y mucho menos al… tatuado…
de cabello gris… sexy… ¡Oh! ¿Qué cosas estoy diciendo...? Debo alejar esos
pensamientos de mi cabeza.
---
Buscaba el
teléfono bajo la almohada con mis ojos aun cerrados para apagar la alarma, un
nuevo día empezaba y con ello mi rutina; fui al baño para tomar una ducha
rápida, salí del baño con la toalla envuelta alrededor de mi cuerpo y la
canasta de mis implementos de limpieza, di un par de pasos regresando a mi
habitación y la puerta del otro baño se abrió frente a mi dejando escapar
vapor, la chica que se había duchado ahí seguramente usaba el agua bastante
caliente, continué caminando, pero de repente de aquel baño salió un hombre
llevando en brazos a una chica y no era cualquier hombre; se trataba de aquel
tatuado del callejón y el baño de hombres en el cine.
No pude
evitar impresionarme, la escena fue como salida de una película para mayores de
dieciocho, bueno quizá exageró un poco, pero aquella chica llevaba una pequeña
toalla alrededor de su cuerpo y estaba en brazos de aquel sujeto, además salían
del baño… ¿simplemente duchándose? Si como no. Esos dos seguramente tuvieron…
bueno, saben a lo que me refiero. Además, se supone que esta residencia es solo
para mujeres, ¡¿Qué hacía un hombre aquí?!
Y lo peor de
todo es que aquel sujeto y la chica no se intimidaron mínimamente al ser
descubiertos por mí, sobretodo él ya que clavo su mirada en mí y me descorrió
de pies a cabeza sonriendo ladino recordándome que yo también estaba
semidesnuda así que apresuré mi paso y entre a mi habitación.
Dos horas
después salí de mi habitación ya lista para ir a clases deseando no toparme con
la parejita y tomé mi camino a pie como venía haciendo los días previos, pero
tenía un dolor terrible en el talón derecho ya que el zapato me estaba
lastimando, afortunada mente en mi caminó pasaba por una farmacia y compré una
bandita adhesiva, salí de la farmacia y justo enfrente había una banqueta en la
cual me senté para ponerme la bandita adhesiva.
Por la calle
pasó un auto retumbando música en alto volumen y se detuvo abruptamente frente
a mí, levanté mi cabeza por el estridente ruido de los frenos, la ventana de
vidrios oscuros bajó lentamente revelando a aquel sujeto calvo que se había
reído de mí el día anterior en el baño del cine.
Él sonrió y
bajó el volumen de la música para luego hablarme. –¡Oh pero que sorpresa, es la
chica del baño!
–Genial… –pensé,
obviamente estaba siendo sarcástica.
¿Qué clase de
suerte es esta? Bueno, por lo menos no era el sujeto del callejón, pero era su
amigo, bajé mi mirada para terminar de ponerme mi zapato, tomé mis cosas de la
banqueta y empecé a caminar.
–¿No me
recuerdas? –insistió él siguiéndome con su auto a baja velocidad–. Nos vimos en
el baño del cine, que era el baño de hombres, por cierto. –Explicó él como si
yo no recordara aquel desagradable percance–. ¿No vas a saludar? Que mal
educada.
–No tengo
porque saludar a desconocidos –refunfuñe acelerando mi paso, cosa inútil ya que
sería imposible adelantar a un auto.
–Me llamo
Owen, mucho gusto –se mantenía conduciendo su auto a la par de mis pasos–. Ya
no soy un desconocido ¿y tu nombre es?
–No te
interesa y deja de seguirme.
–Si no te
estoy siguiendo, simplemente voy por mi camino. –rió él.
–Entonces conduce
a la velocidad que debería ir un auto, ¿No escuchas a los autos sonando la
bocina? Haces que el trafico vaya lento.
–No hay una
ley que me prohíba ir lento, soy un conductor precavido.
–De hecho, si
hay una ley que te prohíbe ir demasiado lento como lo estás haciendo.
–¿Quién eres,
un policía de tránsito? –carcajeó–. ¿Quieres que te lleve?
–No.
–Parece que
vamos en la misma dirección, sube.
–Ah, ¿sí?
–rodeé mis ojos con molestia–. ¿En qué dirección vas?
–Pues por
aquí… todo recto –señaló el camino frente a él.
–Oh, entonces
no vamos en la misma dirección. –giré a la derecha y aceleré más mi paso a
pesar del dolor latente en mi talón, ¿Dónde está la policía cuando se la
necesita?
–¿Entrenas
para un maratón? –No puede ser, era esa
voz de nuevo. ¡Volvía a seguirme!
Me detuve y
él hizo lo mismo. –¡Deja de seguirme! Dijiste que ibas por tu caminó. –señale
hacia el camino que él había señalado previamente.
–Bueno,
también puedo tomar esta calle para llegar a donde voy. –sonrió y los seguros
de las puertas subieron haciendo un leve sonido–. Sube.
–No subo a
autos de desconocidos. –volví a caminar.
–Pero si ya
nos conocemos –mencionó sonriente poniéndose de nuevo a la par de mis pasos.
Él continúo
siguiéndome y hablando, pero decidí no prestarle atención, continuó de esa
forma por una cuadra. ¡En serio era insistente! Tanto como el dolor en mi
talón.
Tomé un
respiro profundo y me detuve, como esperaba él detuvo también el auto.
–De acuerdo,
me has seguido casi la mitad de camino y creo que no vas a rendirte.
Él sonrió
victorioso y el seguro de la puerta volvió a subirse, bajé de la acera para
abrir la puerta del copiloto en el auto del tal “Owen”
Por mi mente
cruzaron miles de posibles escenarios en los que este sujeto me secuestraba
para… quien sabe para qué cosas, ya les había dicho que soy un poco dramática,
pero, en fin, ya estaba en su auto.
–Colócate el
cinturón por favor –dijo sonriente mientras ponía el auto en marcha.
–Voy a la
universidad. –aclaré mientras obediente me ponía el cinturón de seguridad.
–Oh vaya,
entonces si íbamos a la misma dirección. –rió.
–Claro,
supuse que me seguías por puro gusto, ni siquiera sabias a donde iba.
–Las
posibilidades de que fueras a la universidad eran altas ¿No? –continuaba hablando mientras mantenía su
mirada en el camino.
–Supongo.
–Y bien chica
del baño de hombres, ¿No vas a decirme tu nombre?
–Te lo diré
si llego a salvo a mi destino.
El carcajeó y
se detuvo debido a la luz roja del semáforo. –Bien, si no me vas a decir tu nombre te diré;
bro. –me miró sonriente. Es bastante atractivo si lo miro bien… ¿pero que acaba
de decirme?
–¿Eh? –lo miré extrañada–. ¿Acaso no ves que soy
mujer?
–Umh… –me
recorrió de pies a cabeza y me miró con duda–. Por fuera parece que sí pero no
lo sé… salías del baño de hombres así que… –levantó sus hombros.
–¡Me
equivoque de baño!
Él se limitó
a reír mientras ponía en marcha el auto ante el cambio de luz en el semáforo,
giramos a la derecha e ingresamos al campus de la universidad.
–¿Y... en qué
edificio recibes clases? –cuestionó mientras disminuía la velocidad para aparcar
el auto.
Suspire. –En
el máaaaaaas viejo y apartado del campus. –él rió una vez más mientras quitaba
su cinturón, ¿acaso todo era un chiste para él? Yo hablaba en serio. Los dos
salimos del auto–. Gracias por traerme... -musite con un ápice de orgullo
viendo cómo se me acercaba, es realmente alto.
–¿Qué
dijiste? No escuche –sonrío ladino levantando su ceja en un gesto engreído.
–Dije;
gracias por traerme. –Esta vez lo dije en voz lo suficientemente alta para ser
escuchada, realmente estaba agradecida, mi talón se lo agradecía.
Él me miró
fijamente a los ojos y se le dibujó una ligera sonrisa en los labios, se
disponía a decirme algo, pero desvió su mirada por un momento y sonrió
ampliamente levantando su mano con un sonoro “¡Ey men!” y pasó junto a mí, volteé para ver a quién saludaba tan
alegremente, lo vi chocar su mano con el sujeto del cabello gris, si; el del
callejón. Los dos hicieron una serie de señas con las manos, supongo que es
algún tipo de saludo… he visto a los hombres hacer saludos extraños y graciosos
pero lo que aquellos dos hacían parecía bastante fluido y con… ¿estilo? ¿Cómo
le dicen…? ¿Swag?
De pronto la
mirada intensa del sujeto de cabello gris se posó en mí. –¿Por qué me mira así? Momento de huir…
–¿Recuerdas a
la chica del baño de hombres? –Owen cuestionó al recién llegado con un tono
divertido en su voz.
–Umh… –el
sujeto de cabello grisáceo asintió con su cabeza mientras mantenía su mirada
fija en mis ojos.
–Demonios, ¿porque esa mirada me parece tan
intimidante? –trague saliva disimulando mi inquietud–. Este… gracias por
traerme Owen, ya me voy. –di un paso dispuesta a huir de la situación.
–Así que
subes desconocidas a mi auto, no te lo volveré a prestar –reclamó el sujeto del
callejón.
No podía
quedarme callada. –¿Y? ¿Se va a desgastar tu auto o qué? –levanté mi ceja arrogante y él volvió a
mirarme, en serio siento que de esos ojos salen láseres que me queman.
Owen carcajeó
dando palmadas en el hombro de su amigo quien permanecía en una guerra de
miradas conmigo y yo acababa de perder, rodeé mis ojos fingiendo superioridad y
no una derrota ante su intensa mirada.
–Si no es una desconocida –Owen intervino–, ya
la conocíamos. Ella se llama… –me miró expectante.
–Danbi, Seo
Danbi –sonreí, terminé diciendo mi nombre, pero de repente el sujeto de cabello
gris rió burlonamente. Lo miré con disgusto ¿Acaso se estaba burlando de mi
nombre?
Incluso Owen
lo miró extrañado, no había dicho algo gracioso como para que el sujetó
carcajeara de esa forma.
–¿Cómo
dijiste que… –aun carcajeando intentó preguntarme entrecortadamente– como
dijiste que te llamas?
–Danbi ¡¿Qué
tiene eso de gracioso?! –Bien, ya me había puesto de mal genio y él no hacía
más que carcajear sujetando su estómago como si hubiera escuchado la cosa más
graciosa del mundo.
–¿Qué te
pasa…? –Owen miro de reojo a su amigo.
–Ok ok ok…
–el sujeto del cabello gris tomo varios respiros para calmarse–. Es que Danbi
suena como Bambi –miró primero a su amigo y después a mí. Nosotros
evidentemente no entendíamos–. ¡Vamos! ¿No han visto Bambi? –nos miró con
indignación– Pero si es un clásico.
¡Ah…! Bambi…
ese venado… Bien, acababa de recordar, pero no iba a aceptarlo delante de ese
tonto.
–Su madre
muere porque un cazador… –Nos miraba uno a uno explicando–, eran venados y… ¡ay
olvídenlo!
–Debes dejar
de ver dibujos para niñas –Owen rodeó sus ojos, grandioso, lo tengo de mi
parte. Eso creo…
–Es gracioso
porque tus ojos son grandes como los de un venado, te diré; Bambi… –El de
cabello gris cubrió su boca evitando sin esfuerzo otra riza burlona.
–¡Me llamó
Danbi! –señalé a Owen– No “bro” –señalé al grisáceo– ni “bambi” ¡y deja de
reírte! ¿A ver, cuál es tu nombre? –cuestioné mal humorada deseando que tuviera
el nombre más feo del mundo.
Me sonrió
ladino levantando su ceja como si estuviera tan orgulloso del nombre que estaba
por decir. –Me llamo Daniel Kim.
Mierda,
nombre extranjero… ¡No es justo! Es un bonito nombre, no pude evitar apretar
mis dientes y fruncir ligeramente mis labios ya que no podía hacer burla de ese
nombre.
–Es mentira
–agregó Owen–, se llama Kim Hyeun Woon –carcajeó al decir el nombre.
–¡Yah Kim
Hyun Woo! ¡No reveles mi nombre coreano! –reclamó Daniel o mejor dicho Hyeun Woon.
Owen abrió
exageradamente sus ojos haciendo un puchero en sus labios sumados a una expresión
de indignación en su rostro. –Revelaste mi nombre…
Esta vez si
pude reír ante la “pelea” infantil de esos dos. –Así que “Owen” –hice comillas
con mis dedos– ¿Qué hay de malo con los nombres coreanos? Hyun Woo es un bonito
nombre.
–Exacto, no
quiero parecer un tipo de “bonito nombre” –esta vez él imitó mi acción de hacer
las comillas con los dedos– Soy un tipo malo, un tipo con swag. OWEN.
Él hizo una
pose de chico rudo, si yo fuera una “persona común” y lo hubiera visto al azar
por la calle me habría asustado con esa postura ruda, pendientes y tatuajes,
pero yo no soy una “persona común” en realidad me agradan los tipos como Owen.
–Si claro, un
tipo muy rudo. –le sonreí y dirigí mi mirada hacia Daniel, me sorprendí ya que
él me miraba con su cabeza baja, pero sus ojos fijos en mí y una ceja levemente
altiva. Me intimida demasiado y no soy una persona fácil de intimidar, tragué
saliva con dificultad y evadí la mirada– Bueno… voy a retrasarme así que… me
voy.
–Bro, dame tu
número –pidió Owen.
–Deja de decirme
bro –lo mire con mis ojos entrecerrados.
–Dame las
llaves del auto –pidió Daniel quitando las llaves de las manos de su amigo–,
sube cuando termines de coquetear con Bambi –se dirigió al auto.
–¡Danbi!
–refunfuñe.
–No le hagas
caso –rió Owen manteniendo su teléfono en manos–, y tu número es…
Suspire inaudiblemente, en serio me había agradado mucho
Owen, pero… Ya saben mi historia; quiero cambiar mi vida y Owen es el tipo de
amigos que normalmente tendría en mi antigua vida, quiero darle mi número y
conocerlo más, pero para seguir con mi objetivo… no puedo hacer amistad con él.
¿Qué hago?
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