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Capítulo tres.



–¿Tienes algún problema en la vista? –reclamó el tatuado al reconocerme– ¿O te gusta ir por ahí chocando con las personas?
Esta vez pude notar más detalles en él; de sus orejas colgaban dos argollas, su cabello grisáceo ya no lucia grasoso y despeinado, se había cambiado de ropa, aunque eso no le ayudara a quitarse el olor a cigarrillo y licor, pero lucía… bien, demasiado bien a mi parecer.
Aclaré mi garganta y reclamé. –En primer lugar, no lo hice a propósito y segundo –lo apunté con mi dedo– ¡Este es el baño de mujeres!
Se escucharon risas masculinas acercarse y no tardaron en aparecer los autores del ruido para mirarme con evidente sorpresa.
 –Oye… –un sujeto alto, tatuado, con pendientes en orejas y nariz, una banda deportiva que no cubría nada de la calva que le relucía, señaló el dibujo en la puerta– ¿Este no es el baño de hombres…?
Me aterré y miré en la dirección señalada. ¡Tonta! Había entrado al baño de hombres, ante mi notable consternación todos ellos empezaron a reír y digo “todos” porque eran más de tres sujetos o eso creo, no pude contarlos ya que me apresuré a escapar de tan bochornosa situación para encontrarme en el pasillo con más gente que salía de cada sala, las películas que se proyectaban habían acabado.
–Aquí estas –agradecí escuchar la voz de Avril y volteé hacia ella–. ¿A dónde fuiste? No viste el final de la película.
–¿Y eso importa?, ustedes tampoco vieron la película –sonreí ladina al ver como Jin tenía su mano entrelazada con la de Avril. Miré a Jimin quien lucía serio y evitó mi mirada.
–Jin, entremos al baño –dijo Jimin señalando el baño y se adelantó.
Vi a Jin seguir a su amigo y me acerqué a Avril –¿Qué le pasa a Jimin? –susurre a su oído.
–¿Por qué susurras? –Avril rió ya que mi susurro le había causado cosquillas en el oído– Vamos al baño de chicas. –señaló en la dirección opuesta a la que yo había ido antes para acabar en el baño de hombres.
–¿Cómo pudiste rechazar a Jimin?, no lo entiendo.
–No es como que lo rechazara… bueno si, lo rechace –reí–, es que apenas lo conozco, ¿Cómo iba a besarlo?
–No me digas que eres de esas puritanas. ¿Era tu primer beso?
No pude evitar carcajear, jamás en la vida me dijeron algo como “puritana”
–Claro que no, es solo que no lo sé… –hice una mueca.
–¿Qué es lo que no sabes? ¡Si Jimin está buenísimo!
–Si lo está, pero… –arrugue mi nariz–. No es mi estilo.
–¿Los chicos guapos, caballerosos y con un cuerpo de infarto no son tu tipo? –ella parecía demasiado sorprendida– ¿Entonces cuál es tu tipo?
–Bueno… los chicos rudos, tatuados, con evidentes problemas contra la sociedad y sus estereotipos –pensé mientras sonreía– No es como un tipo en específico… tal vez solo deba conocerlo un poco más. Pero no tenía por qué comportarse así solo porque le rechace un beso.
–Debe sentirse mal, supongo que nunca antes lo rechazaron, yo no lo haría.
–¡Oye! –reí–, tu estas con Jin.
–¿Y qué pasa? Hay suficiente Avril para dos –sonrió lujuriosa.
Esta chica empieza a agradarme en serio. Reí ante su broma y salimos juntas del baño, los chicos ya estaban esperándonos y el sitió se había vaciado, cosa que agradecí ya que no quería ver a ese grupo de chicos ruidosos y mucho menos al… tatuado… de cabello gris… sexy… ¡Oh! ¿Qué cosas estoy diciendo...? Debo alejar esos pensamientos de mi cabeza.
---
Buscaba el teléfono bajo la almohada con mis ojos aun cerrados para apagar la alarma, un nuevo día empezaba y con ello mi rutina; fui al baño para tomar una ducha rápida, salí del baño con la toalla envuelta alrededor de mi cuerpo y la canasta de mis implementos de limpieza, di un par de pasos regresando a mi habitación y la puerta del otro baño se abrió frente a mi dejando escapar vapor, la chica que se había duchado ahí seguramente usaba el agua bastante caliente, continué caminando, pero de repente de aquel baño salió un hombre llevando en brazos a una chica y no era cualquier hombre; se trataba de aquel tatuado del callejón y el baño de hombres en el cine.
No pude evitar impresionarme, la escena fue como salida de una película para mayores de dieciocho, bueno quizá exageró un poco, pero aquella chica llevaba una pequeña toalla alrededor de su cuerpo y estaba en brazos de aquel sujeto, además salían del baño… ¿simplemente duchándose? Si como no. Esos dos seguramente tuvieron… bueno, saben a lo que me refiero. Además, se supone que esta residencia es solo para mujeres, ¡¿Qué hacía un hombre aquí?!
Y lo peor de todo es que aquel sujeto y la chica no se intimidaron mínimamente al ser descubiertos por mí, sobretodo él ya que clavo su mirada en mí y me descorrió de pies a cabeza sonriendo ladino recordándome que yo también estaba semidesnuda así que apresuré mi paso y entre a mi habitación.
Dos horas después salí de mi habitación ya lista para ir a clases deseando no toparme con la parejita y tomé mi camino a pie como venía haciendo los días previos, pero tenía un dolor terrible en el talón derecho ya que el zapato me estaba lastimando, afortunada mente en mi caminó pasaba por una farmacia y compré una bandita adhesiva, salí de la farmacia y justo enfrente había una banqueta en la cual me senté para ponerme la bandita adhesiva.
Por la calle pasó un auto retumbando música en alto volumen y se detuvo abruptamente frente a mí, levanté mi cabeza por el estridente ruido de los frenos, la ventana de vidrios oscuros bajó lentamente revelando a aquel sujeto calvo que se había reído de mí el día anterior en el baño del cine.
Él sonrió y bajó el volumen de la música para luego hablarme. –¡Oh pero que sorpresa, es la chica del baño!
–Genial… –pensé, obviamente estaba siendo sarcástica.
¿Qué clase de suerte es esta? Bueno, por lo menos no era el sujeto del callejón, pero era su amigo, bajé mi mirada para terminar de ponerme mi zapato, tomé mis cosas de la banqueta y empecé a caminar.
–¿No me recuerdas? –insistió él siguiéndome con su auto a baja velocidad–. Nos vimos en el baño del cine, que era el baño de hombres, por cierto. –Explicó él como si yo no recordara aquel desagradable percance–. ¿No vas a saludar? Que mal educada.
–No tengo porque saludar a desconocidos –refunfuñe acelerando mi paso, cosa inútil ya que sería imposible adelantar a un auto.
–Me llamo Owen, mucho gusto –se mantenía conduciendo su auto a la par de mis pasos–. Ya no soy un desconocido ¿y tu nombre es?
–No te interesa y deja de seguirme.
–Si no te estoy siguiendo, simplemente voy por mi camino. –rió él.
–Entonces conduce a la velocidad que debería ir un auto, ¿No escuchas a los autos sonando la bocina? Haces que el trafico vaya lento.
–No hay una ley que me prohíba ir lento, soy un conductor precavido.
–De hecho, si hay una ley que te prohíbe ir demasiado lento como lo estás haciendo.
–¿Quién eres, un policía de tránsito? –carcajeó–. ¿Quieres que te lleve?
–No.
–Parece que vamos en la misma dirección, sube.
–Ah, ¿sí? –rodeé mis ojos con molestia–. ¿En qué dirección vas?
–Pues por aquí… todo recto –señaló el camino frente a él.
–Oh, entonces no vamos en la misma dirección. –giré a la derecha y aceleré más mi paso a pesar del dolor latente en mi talón, ¿Dónde está la policía cuando se la necesita?
–¿Entrenas para un maratón?  –No puede ser, era esa voz de nuevo. ¡Volvía a seguirme!
Me detuve y él hizo lo mismo. –¡Deja de seguirme! Dijiste que ibas por tu caminó. –señale hacia el camino que él había señalado previamente.
–Bueno, también puedo tomar esta calle para llegar a donde voy. –sonrió y los seguros de las puertas subieron haciendo un leve sonido–. Sube.
–No subo a autos de desconocidos. –volví a caminar.
–Pero si ya nos conocemos –mencionó sonriente poniéndose de nuevo a la par de mis pasos.
Él continúo siguiéndome y hablando, pero decidí no prestarle atención, continuó de esa forma por una cuadra. ¡En serio era insistente! Tanto como el dolor en mi talón.
Tomé un respiro profundo y me detuve, como esperaba él detuvo también el auto.
–De acuerdo, me has seguido casi la mitad de camino y creo que no vas a rendirte.
Él sonrió victorioso y el seguro de la puerta volvió a subirse, bajé de la acera para abrir la puerta del copiloto en el auto del tal “Owen”  
Por mi mente cruzaron miles de posibles escenarios en los que este sujeto me secuestraba para… quien sabe para qué cosas, ya les había dicho que soy un poco dramática, pero, en fin, ya estaba en su auto.
–Colócate el cinturón por favor –dijo sonriente mientras ponía el auto en marcha.
–Voy a la universidad. –aclaré mientras obediente me ponía el cinturón de seguridad.
–Oh vaya, entonces si íbamos a la misma dirección. –rió.
–Claro, supuse que me seguías por puro gusto, ni siquiera sabias a donde iba.
–Las posibilidades de que fueras a la universidad eran altas ¿No?  –continuaba hablando mientras mantenía su mirada en el camino.
–Supongo.
–Y bien chica del baño de hombres, ¿No vas a decirme tu nombre?
–Te lo diré si llego a salvo a mi destino.
El carcajeó y se detuvo debido a la luz roja del semáforo.  –Bien, si no me vas a decir tu nombre te diré; bro. –me miró sonriente. Es bastante atractivo si lo miro bien… ¿pero que acaba de decirme?
–¿Eh?  –lo miré extrañada–. ¿Acaso no ves que soy mujer?
–Umh… –me recorrió de pies a cabeza y me miró con duda–. Por fuera parece que sí pero no lo sé… salías del baño de hombres así que… –levantó sus hombros.
–¡Me equivoque de baño!   
Él se limitó a reír mientras ponía en marcha el auto ante el cambio de luz en el semáforo, giramos a la derecha e ingresamos al campus de la universidad.
–¿Y... en qué edificio recibes clases? –cuestionó mientras disminuía la velocidad para aparcar el auto.
Suspire. –En el máaaaaaas viejo y apartado del campus. –él rió una vez más mientras quitaba su cinturón, ¿acaso todo era un chiste para él? Yo hablaba en serio. Los dos salimos del auto–. Gracias por traerme... -musite con un ápice de orgullo viendo cómo se me acercaba, es realmente alto.
–¿Qué dijiste? No escuche –sonrío ladino levantando su ceja en un gesto engreído.
–Dije; gracias por traerme. –Esta vez lo dije en voz lo suficientemente alta para ser escuchada, realmente estaba agradecida, mi talón se lo agradecía.  
Él me miró fijamente a los ojos y se le dibujó una ligera sonrisa en los labios, se disponía a decirme algo, pero desvió su mirada por un momento y sonrió ampliamente levantando su mano con un sonoro “¡Ey men!” y pasó junto a mí, volteé para ver a quién saludaba tan alegremente, lo vi chocar su mano con el sujeto del cabello gris, si; el del callejón. Los dos hicieron una serie de señas con las manos, supongo que es algún tipo de saludo… he visto a los hombres hacer saludos extraños y graciosos pero lo que aquellos dos hacían parecía bastante fluido y con… ¿estilo? ¿Cómo le dicen…? ¿Swag?
De pronto la mirada intensa del sujeto de cabello gris se posó en mí. –¿Por qué me mira así? Momento de huir…
–¿Recuerdas a la chica del baño de hombres? –Owen cuestionó al recién llegado con un tono divertido en su voz.
–Umh… –el sujeto de cabello grisáceo asintió con su cabeza mientras mantenía su mirada fija en mis ojos.
Demonios, ¿porque esa mirada me parece tan intimidante? –trague saliva disimulando mi inquietud–. Este… gracias por traerme Owen, ya me voy. –di un paso dispuesta a huir de la situación.
–Así que subes desconocidas a mi auto, no te lo volveré a prestar –reclamó el sujeto del callejón.
No podía quedarme callada. –¿Y? ¿Se va a desgastar tu auto o qué?  –levanté mi ceja arrogante y él volvió a mirarme, en serio siento que de esos ojos salen láseres que me queman.
Owen carcajeó dando palmadas en el hombro de su amigo quien permanecía en una guerra de miradas conmigo y yo acababa de perder, rodeé mis ojos fingiendo superioridad y no una derrota ante su intensa mirada.
 –Si no es una desconocida –Owen intervino–, ya la conocíamos. Ella se llama… –me miró expectante.
–Danbi, Seo Danbi –sonreí, terminé diciendo mi nombre, pero de repente el sujeto de cabello gris rió burlonamente. Lo miré con disgusto ¿Acaso se estaba burlando de mi nombre?
Incluso Owen lo miró extrañado, no había dicho algo gracioso como para que el sujetó carcajeara de esa forma.
–¿Cómo dijiste que… –aun carcajeando intentó preguntarme entrecortadamente– como dijiste que te llamas?   
–Danbi ¡¿Qué tiene eso de gracioso?! –Bien, ya me había puesto de mal genio y él no hacía más que carcajear sujetando su estómago como si hubiera escuchado la cosa más graciosa del mundo.
–¿Qué te pasa…? –Owen miro de reojo a su amigo.
–Ok ok ok… –el sujeto del cabello gris tomo varios respiros para calmarse–. Es que Danbi suena como Bambi –miró primero a su amigo y después a mí. Nosotros evidentemente no entendíamos–. ¡Vamos! ¿No han visto Bambi? –nos miró con indignación– Pero si es un clásico.
¡Ah…! Bambi… ese venado… Bien, acababa de recordar, pero no iba a aceptarlo delante de ese tonto.
–Su madre muere porque un cazador… –Nos miraba uno a uno explicando–, eran venados y… ¡ay olvídenlo!
–Debes dejar de ver dibujos para niñas –Owen rodeó sus ojos, grandioso, lo tengo de mi parte. Eso creo…
–Es gracioso porque tus ojos son grandes como los de un venado, te diré; Bambi… –El de cabello gris cubrió su boca evitando sin esfuerzo otra riza burlona.
–¡Me llamó Danbi! –señalé a Owen– No “bro” –señalé al grisáceo– ni “bambi” ¡y deja de reírte! ¿A ver, cuál es tu nombre? –cuestioné mal humorada deseando que tuviera el nombre más feo del mundo.
Me sonrió ladino levantando su ceja como si estuviera tan orgulloso del nombre que estaba por decir. –Me llamo Daniel Kim.
Mierda, nombre extranjero… ¡No es justo! Es un bonito nombre, no pude evitar apretar mis dientes y fruncir ligeramente mis labios ya que no podía hacer burla de ese nombre.
–Es mentira –agregó Owen–, se llama Kim Hyeun Woon –carcajeó al decir el nombre.
–¡Yah Kim Hyun Woo! ¡No reveles mi nombre coreano!  –reclamó Daniel o mejor dicho Hyeun Woon.
Owen abrió exageradamente sus ojos haciendo un puchero en sus labios sumados a una expresión de indignación en su rostro. –Revelaste mi nombre…
Esta vez si pude reír ante la “pelea” infantil de esos dos. –Así que “Owen” –hice comillas con mis dedos– ¿Qué hay de malo con los nombres coreanos? Hyun Woo es un bonito nombre.
–Exacto, no quiero parecer un tipo de “bonito nombre” –esta vez él imitó mi acción de hacer las comillas con los dedos– Soy un tipo malo, un tipo con swag. OWEN.
Él hizo una pose de chico rudo, si yo fuera una “persona común” y lo hubiera visto al azar por la calle me habría asustado con esa postura ruda, pendientes y tatuajes, pero yo no soy una “persona común” en realidad me agradan los tipos como Owen.
–Si claro, un tipo muy rudo. –le sonreí y dirigí mi mirada hacia Daniel, me sorprendí ya que él me miraba con su cabeza baja, pero sus ojos fijos en mí y una ceja levemente altiva. Me intimida demasiado y no soy una persona fácil de intimidar, tragué saliva con dificultad y evadí la mirada– Bueno… voy a retrasarme así que… me voy.
–Bro, dame tu número –pidió Owen.
–Deja de decirme bro –lo mire con mis ojos entrecerrados.
–Dame las llaves del auto –pidió Daniel quitando las llaves de las manos de su amigo–, sube cuando termines de coquetear con Bambi –se dirigió al auto.
–¡Danbi! –refunfuñe.
–No le hagas caso –rió Owen manteniendo su teléfono en manos–, y tu número es…
Suspire inaudiblemente, en serio me había agradado mucho Owen, pero… Ya saben mi historia; quiero cambiar mi vida y Owen es el tipo de amigos que normalmente tendría en mi antigua vida, quiero darle mi número y conocerlo más, pero para seguir con mi objetivo… no puedo hacer amistad con él. ¿Qué hago?



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