Owen levantó
ligeramente su ceja preparado para digitar en su teléfono el número, sonreí
ligeramente y dicté mi número, no pude negárselo después de todo ¿qué mal
podría hacerme darle mi número?
De pronto mi
teléfono sonó dentro de mi mochila, lo saque a prisa y Owen sonrió.
–Es mi número
–dijo él estirando su cuello para ver la pantalla de mi teléfono–, agéndame
como Owen Ovadoz.
–¿Ova…doz?
–cuestioné mirándolo con curiosidad–, ¿Cómo… se escribe…?
–Con Z…
espera –tomó el teléfono de mi mano para escribirlo por sí mismo.
Escuché el
ruido de zapatos de tacón aproximándose a prisa hacia nosotros, no tuve tiempo
de mirar de quien se trataba cuando de repente fui jalada por el brazo
apartándome abruptamente de Owen.
–¡¿Qué pasa
aquí?! –una voz chillona reclamó, se trataba de Avril quien arrebató
agresivamente mi teléfono de la mano de Owen–. ¡¿Estas robándole el teléfono a
mi amiga?! ¡Voy a llamar a la seguridad del campus! –soltó mi brazo y buscó en
su bolso.
–¿Qué…? –Owen
miró a Avril sin comprender.
–Estoy
llamando a la seguridad –insistió Avril poniéndose el teléfono al oído– ¿Cómo
es que dejan entrar delincuentes al campus…?
–¡Avril! –arrebaté el teléfono evitando que llamara.
Owen bufo indignado y mantuvo una sonrisa irónica en su rostro, me miró y
su expresión endureció drásticamente, metió su propio teléfono de regreso al
bolsillo de los pantalones, se giró y caminó hacia el auto donde esperaba su
amigo, el auto no tardo nada en irse del estacionamiento.
–¿Estas bien? –cuestionó la rubia bastante alterada.
Pero… ¿Qué acababa de pasar? ¿Delincuente? Mantuve mi
mirada hacia la rubia sin responder, ¿Cómo pudo acusar a Owen de esa forma? el
día anterior había pensado que Avril era una chica agradable pero hoy la miraba
y… olviden que dije que esa rubia empezaba a agradarme.
Me di la vuelta y caminé a prisa ignorandola, tenía que
alejarme de ella porque caso contrario la golpearía.
No pude concentrarme en las clases todo el día, en la
hora del receso tuve que forzar una sonrisa en mi rostro para hablar con Avril,
Jimin y Jin, no pensé que fingir que esas “cascaras” me agradan sería tan
difícil, la espera para la hora de salida se me hizo eterna pero finalmente salíamos
de la facultad camino hacia el estacionamiento.
–¿Estás segura de que no quieres ir? –cuestionó Avril caminando
a la par con Jin, Jimin y mi persona.
–No –sonreí–, tengo algunas cosas que organizar en mi
habitación, ya será otro día.
–Mis padres se fueron de viaje, vamos a divertirnos un
rato en mi casa –insistió Jin quien ya había mencionado el hecho como treinta
veces en todo el día.
–Vamos Danbi –Jimin me sonrió codeando ligeramente mi
brazo. Debo aceptar que su sonrisa es la cosa más… perfecta que he visto en mi
vida, pero por alguna razón no me emociona.
–Otro día chicos –sonreí–, en serio tengo un caos en mi
habitación y también tengo que ir a comprar algunas cosas.
–Bueno –Jimin rodeo sus ojos y se apartó de mi–, ya he
sido rechazado lo suficiente por ti. Vámonos Jin, no insistamos más –aceleró su
paso dirigiéndose hacia el auto de Jin.
–Te veré mañana Danbi… –musitó Avril con aire de tristeza
dirigiéndose hacia el mismo auto.
–Está bien, nos vemos mañana –se despidió Jin sonriente.
Suspiré aliviada mientras veía el auto de Jin salir del
parqueadero, finalmente me libraba de las cascaras, pero no de los pensamientos
de resentimiento e ira, no dejaba de preguntarme como se sentiría Owen con
aquella acusación.
Solté otro largo suspiro y apreté los libros en mis
brazos para continuar caminando por el parqueadero y de repente escuché música
acompañada del ruidoso motor que deduje rápidamente era del auto de Owen o
mejor dicho de su amigo Daniel, volteé para cerciorarme de mi deducción y no me
equivocaba.
El auto pasó veloz junto a mí y redujo la velocidad un
par de metros más adelante para estacionarse, el volumen de la música bajo y vi
a Daniel bajar del asiento del conductor, di pasos dudosos y mi camino se cruzó
con el de Daniel, abrí mi boca inútilmente ya que él ni siquiera me miró y
siguió por su lado sin permitirme decir algo. ¿Después de todo que le iba a
decir? Solté un suspiro más y continúe caminando hasta que llegué frente al
auto donde pude ver a Owen sentado en el asiento del copiloto.
Me había detenido mirándolo y él finalmente levanto su
mirada encontrándose con la mía, mantuvo el contacto por unos segundos y bajó
de nuevo su rostro a la pantalla de su teléfono.
Lo comprendo perfectamente, yo también estaría enfadada y
me sentía demasiado mal con lo sucedido en la mañana, ni siquiera me di cuenta
cuando mis pies ya me habían llevado junto a la puerta del auto, di dos
golpecitos al vidrio llamando la atención de Owen quien volteó su rostro hacia
mí con desgano, sus ojos me miraban con pesimismo y bajo lentamente el vidrio.
–¿Estoy infringiendo algún tipo de ley? –él me hablo
despectivamente–. ¿Vas a llamar a la seguridad del campus?
–Escucha, lamento lo de la mañana, mi amiga… en realidad
ella ni siquiera es mi amiga –¿Por qué le estaba dando explicaciones? Lo acababa
de conocer–, bueno ella… confundió la situación y…
Él me miró con seriedad e interrumpió mi verborrea –No me
importa lo que piense tu amiga y tampoco tú así que si no tienes algo
importante que decir retírate.
Bajé mi mirada y asentí con mi cabeza –De acuerdo. –volteé
dispuesta a irme, no tenía más por decir.
–¿En serio? –él cuestionó evitando que yo diera un paso–,
¿Te vas así como así? Pensé que ibas a implorar mi perdón de rodillas.
Volteé hacia el rápidamente con mi ceño fruncido, –¿De
rodillas? Estás loco, no es para tanto.
–Claro, que te llamen ladrón no es para tanto –levantó su
ceja desafiante.
–Pero no fui yo así que no soy yo quien debe disculparse.
–Exacto.
–¿Qué? –acababa de confundirme.
–¿Porque estás aquí diciendo que lo lamentas si no fue tu
culpa?
–Bueno quizá porque me miras con esa expresión de “Te
odio” ¡Me haces sentir mal!
Él finalmente rió, –Solo es mi mirada natural.
Suspiré por enésima vez en el día. –Bien, sentí que tenía
que disculparme y ya lo hice así que me voy.
–¿Quieres que te lleve bro?
Le dediqué una mirada aniquiladora y hablé con mis
dientes apretados, –Ya te dije que no soy un “bro” –afloje la mordedura y
levante mi ceja–. Además, no es tu auto.
–No lo es, pero Daniel es mi chofer, irá a donde le diga
que vaya.
–¡Si claro! –resonó una risita irónica detrás de mí,
volteé y se trataba de Daniel quien estaba acompañado de una chica, abrió la
puerta de atrás y ayudó a la chica a entrar ya que esta tenía una bota algo
extraña en su pie derecho, cerró la puerta con sumo cuidado y continuó
hablándole a su amigo ignorándome por completo–, En la mañana Bambi intentó
enviarte preso ¿y ahora quieres que la suba a mi auto?
Rodeé mis ojos, no planeaba perder el tiempo recordándole
a ese sujeto que; ¡NO ME LLAMO BAMBI! ¡Que molesto!
–Te veré otro día Owen –di un paso pero una voz aguda y
femenina me detuvo.
–Oye… –volteé, la chica que había entrado al auto asomaba
su cabeza por la ventana y continuó hablando–, vives en la misma residencia que
yo ¿verdad? Nos vimos esta mañana cuando salía del baño.
–Ah… –por supuesto, la imagen de ella siendo cargada por
su novio se quedó en mi mente–, sí.
–Oppa –sonrió mirando a Daniel–, ¿Puedes llevarla? Ella
vive en la misma residencia que yo.
–Pequeña… –Daniel la miró dispuesto a negarse, pero la
chica pestañeó rápidamente haciendo una expresión adorable y él terminó sonriendo–.
De acuerdo, solo porque tú me lo pides.
Daniel se acercó a la chica y le alborotó el cabello en
un acto de cariño y me dedicó una rápida mirada para señalar con un gesto que
suba y se dirigió a la puerta del conductor.
–No es necesario –Di un paso atrás.
La chica abrió la puerta de su lado invitándome a entrar
con una radiante sonrisa. –Sube.
Me habría negado rotundamente pero mi talón no estaba en
condiciones de soportar la larga caminata a la residencia así que terminé
subiendo al auto.
–Mi nombre es Kim Seon Yeon ¿Y cómo te llamas tú?
–cuestionó la chica.
–Me llamo Seo Danbi –respondí con una ligera sonrisa,
pero a la espera de la burla del conductor, increíblemente este no dijo una
palabra, supongo que estaba ocupado conduciendo.
–¿Qué edad tienes? –continuó ella.
–Tengo veinte años, después de graduarme de la secundaria
me tomé un par de años para trabajar, por eso entré dos años tarde a la
universidad. Estoy en primer semestre.
Me acostumbre a explicar el porqué de mi edad y estar en
primer semestre de la universidad gracias a que me lo pregunto cada profesor y
compañero de clases el primer día.
–Oh, entiendo… –la chica sonrió– Yo tengo veintidós años
y estoy en último semestre de administración.
–Oh, ya veo. Estas en el edificio junto a mi facultad.
–Asentí comprendiendo el porque me había encontrado con Daniel en el callejón,
seguramente fue a dejar a su novia.
–Si –ella rodeo los ojos– Me parece increíble que esos
viejos edificios no hayan colapsado aun, desearía estar en uno de los modernos.
–Te entiendo –sonreí– además están tan lejos de todo el
resto del campus, es un fastidio caminar hasta ahí.
–¿Vienes caminando desde la residencia?
–Si –asentí despreocupada.
–Es un largo camino –ella me miró con preocupación.
–No tanto –insistí con mi sonrisa despreocupada.
Tenía tantas ganas de preguntarle que le había pasado en
el pie, sin darme cuenta me quede mirándole la bota y ella sonrió levantando
ligeramente su pierna para mostrar de mejor formo y me explicó.
–Me caí intentando aprender gimnasia artística –rió
sonoramente.
–Tonta… –Daniel murmuró desde delante, él estaba
pendiente de nuestra platica.
–Eran vacaciones y quería intentar hacer algo nuevo –se
excusó ella dando un leve golpecito en el hombro del conductor.
–Cuando son vacaciones yo solo me quedo en mi casa
acostado en el sofá viendo televisión –añadió Owen.
–Todos los días son vacaciones para ustedes –reclamó Seon
Yeon esta vez dándole un golpecito a Owen.
–No seas envidiosa sis –dijo Owen entre risas frotando la
zona golpeada.
Entonces a ella si le dice “sis” y a mi “bro” ¿Qué se
supone que significa eso? Me limité a ver la plática entre ellos tres y sus bromas.
Pasaron unos cuantos minutos y estábamos por llegar a la
residencia, pero recordé que tenía que ir a comprar la mochila, no podía seguir
cargando en la mano mis libros.
–Disculpa, ¿me podrías dejar ahí –señalé delante en el
camino–, en la parada de bus?
–¿No ibas a la residencia? –cuestionó Seon Yeon.
–Acabo de recordar que tengo que comprar unas cosas.
–explique.
El auto disminuyó la velocidad y se detuvo justo donde yo
había pedido.
–Gracias.
–Espera, Owen se giró en su haciendo para mirarme– ¿Vas a
ir al centro comercial?
–Si… –respondí dudosa.
–¡Genial! Nosotros también vamos al centro comercial
–miró a su amigo– ¿Verdad?
–No –Daniel respondió secamente y yo sonreí irónica.
–¡Oye! –reclamó Owen mirando a su amigo como si deseara
asesinarlo–, habíamos dicho que iríamos al centro comercial, ¿recuerdas?
Daniel suspiro negando con su cabeza y arrancó el auto.
–Si sí. Íbamos al centro comercial pero tu pondrás combustible, ya casi se
acaba.
–De acuerdo. –Owen rió victorioso.
Era obvio que en sus planes no estaba ir al centro
comercial, pero Owen quiso ir… ¿Por mí? ¿Acaso le intereso?
–¿Vamos al centro comercial pequeña? –pregunto Daniel con
una voz cariñosa mirando por el espejo retrovisor a Seon Yeon.
–No oppa –ella frunció un puchero– tengo muchísima
tarea y además quiero descansar un poco, solo déjame en la residencia y después
pueden ir a divertirse. –me miró sonriente–, Deberás tener cuidado con este par
de locos, a veces se comportan como niños.
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