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Capítulo trece.



–¿Porque se quedan callados? –cuestionó West– ¡Díganme donde esta Bloo!
–No lo sabemos –explicó Nafla poniéndose de cuclillas frente a West para explicar–. Tenía una herida profunda, no nos dimos cuenta hasta que… –Nafla dirigió su mirada hacia mí–, Danbi lo notó y lo ayudó. Ni él mismo se había dado cuenta de que estaba herido –negó con su cabeza lamentándose–. Sangraba demasiado pero no pensamos que sería tan grave, se desmayó en la patrulla y al llegar aquí se lo llevaron, hasta ahora no sabemos de él. 
–¡Mierda! –gruño West preocupado.
Creí que sería oportuno darle espacio al grupo de amigos así que di pasos hacia atrás apartándome y me senté en una silla apoyando mis codos en mis rodillas y reposé mi rostro en las palmas de mis manos.
–Oye… –una voz femenina me llamó, pero no levanté mi cabeza, sabía de quien se trataba–. Lamento lo que te dije… –ella carraspeó su garganta notablemente incomoda–, sobre que no eres nuestra amiga. Te grité… yo estaba demasiado alterada y actué estúpidamente, pero tu tomaste control de la situación. Gracias.
Levanté mi cabeza, las palabras de la morena sonaban sinceras, la miré y terminé de escuchar su disculpa.
–Y también cuidaste de Bloo cuando nadie se dio cuenta de que estaba herido. Gracias. –repitió ella.
–No tienes que agradecer… –de pronto sentí un nudo en mi garganta.
–Si tengo que agradecer ayudaste a mis amigos que son como mi familia, ahora tú también eres de nuestra familia –puso su mano sobre la mía que posaba en mi rodilla.
–Eh… –no sabía que responder ante tales palabras, ella sonrió y se levantó para regresar con su novio.
 Sentí una mano sobre mi hombro y regresé mi mirada, Owen se sentaba junto a mí rodeándome con su brazo y alborotó mi cabello, un recuerdo invadió mi memoria. –Odiaba tanto que me hiciera eso.    
–Lamento que todo se saliera de control… –musitó Owen débilmente.
–¿Por qué lo lamentas? –lo miré–, no es tu culpa Owen.
–Mejor dime bro –contuvo una sonrisa– así como lo dijiste cuando arrastrabas a esa mujer loca por el piso.
Abrí mis ojos exageradamente por un segundo con expresión de “¡me descubrió!” e intenté recuperar el control de mis gestos disimulando.
–No sé a qué te refieres… –miré mis uñas evitándolo y pude escuchar una débil risita.
–¿Pudiste ver que tan mal estaba Bloo? –cuestionó retomando su expresión de preocupación.
Solté un suspiro recurriendo a mis recuerdos. –Tenía una enorme herida bajo el codo, creo que hasta se podía ver el hueso… –hice una mueca involuntaria–, se veía bastante mal…
Owen también suspiró lamentando el hecho y se recargó hacia atrás en su silla llevándose las manos al rostro y las recorrió hasta su calva donde entrelazó sus dedos mientras mantenía sus ojos cerrados, su preocupación era notable.
La puerta de la sala de espera se abrió abruptamente y todos dirigimos nuestra mirada hacía una doctora delgaducha y bajita acompañada de otro doctor.
–¿Ustedes vienen con el muchacho del corte en el codo? –cuestionó el medico algo desesperado.
–¡Si! –respondimos al unísono.
–Necesito un familiar o tutor del paciente.
–¿Qué…? –parecíamos un coro respondiendo al unísono, no podíamos entender lo que el doctor nos quería decir por la prisa que parecía llevar.
–Necesitamos hacer transfusiones de sangre y necesitamos autorización de un tutor o familiar del paciente además necesitamos los datos personales. ¡Rápido!
Nos miramos los unos a otros alarmados ante la rudeza y urgencia del doctor, Loopy dio un paso adelante.
–No somos familiares, somos sus amigos ¿Podemos firmar la autorización?
–Si se responsabiliza como tutor –explicó la doctora más calmada.
–¡Si! –exclamó Loopy–. Yo me responsabilizo como tutor.
–Bien, acompáñeme.
El doctor salió corriendo de la sala de espera y Loopy lo siguió a prisa, la doctora se quedó en la sala, nos miró y dedicó una ligera sonrisa.
–Él joven perdió mucha sangre –explicó la doctora con más calma–, pero afortunadamente llegaron a tiempo, ya está recibiendo el tratamiento para estabilizarlo. No es grave.
–¿Si no es grave porque ese doctor estaba tan alterado? –cuestioné con molestia, ¿cómo puede sonreír en esta situación?, es una doctora muy insensible.
–Pido que disculpen a mi compañero –ella volvió a sonreír–, necesitábamos la autorización para hacer las transfusiones de sangre y cirugía.
–¡¿Cirugía?! –cuestionamos todos alterados.
–Si –afirmó la doctora–. El corte en el brazo fue tan profundo que fueron afectados; tejido muscular y tendones.
–¿Y eso es grave? –cuestionó Niahn expresando la misma confusión que sentíamos todos.
–Lo grave fue la pérdida de sangre que gracias al apósito que le aplicaron fue contenida.
–¿Qué es… apósito? –cuestionó Nafla confundido.
La doctora sonrió momentáneamente y explicó –La toalla que usaron para cubrir presionando la herida, a eso se le llama apósito y juega un papel fundamental ya que evitó que su amigo muriera desangrado.
Todos abrimos nuestros ojos como platos y nos miramos entre nosotros aterrados ante la idea de que Bloo podía haber muerto.
–No tienen de que preocuparse, la hemorragia fue controlada y ahora con la autorización su amigo estará recibiendo transfusiones de sangre ya que tiene que estar estable para la cirugía que no es más que unir tejido muscular y tendones. No tienen de que preocuparse.
La doctora sonrió y se retiró de la sala dejándonos preocupados a pesar de la simpleza con la que expresó lo que le harían a Bloo en cirugía.
–¿No deberíamos avisarles a los padres de Bloo? –cuestioné al grupo de amigos mientras nos sentábamos.
 –Sus padres están en el extranjero… –respondió Owen.
–Ah… ¿Y a su hermana? –volví a cuestionar.
–Eso es cierto –asintió Nafla–, tenemos que avisarle a Seon Yeong. ¿Alguien tiene su número?
Todos se miraron entre si y la respuesta fue negativa, nadie tenía el número para informarle de lo que le había sucedido a su hermano. 
–Yo ya me tengo que ir a la residencia –me puse de pie–, le diré personalmente.
Owen se puso de pie –¿No puedes quedarte un poco más…? –titubeó él.
La tristeza en la mirada de Owen me cautivó, no podía decirle que no, asentí y volví a sentarme. Quería hacerle compañía a mi amigo que se encontraba preocupado por su amigo, aunque… también estaba algo preocupada por Bloo y por alguna estúpida razón quise negar ese hecho.
–Está bien –palmeé el hombro de Owen–. Me quedo un rato más solo por ti, no porque esté muy preocupada por Bloo... –tonta… ¿Qué acabo de decir? Aclaré mi garganta intentando corregir mi estúpido comentario–, quiero decir… la doctora ya dijo que no es nada complicado.
¡Agh…! Solo debería quedarme callada, la mirada de la morena que permanecía pegada a su novio se clavó en mí y una sonrisa socarrona se dibujó en sus labios.
 –Mmmh…  –alargó ella analizándome de pies a cabeza–. Creí que ya eras bastante cercana a Bloo como para preocuparte por él.
–Cercana… –sonreí forzosamente–, bueno, los he conocido a todos apenas hoy, no es como si fuera tan cercana a nadie.
–Ah, ¿no?  –continuó ella con su sonrisa socarrona que se tornaba maliciosa en extremo–, ¿Y que hacías con Bloo en su habitación? –me señaló–, saliste con tanta prisa que te pusiste la camiseta al revés.
¡Mierda! No debí abrir mi gran bocota… los ojos de todos se clavaron en mí, todos sonreían lujuriosamente excepto Owen quien me miraba con su ceño fruncido y la boca semi abierta, expidió sonidos entrecortados antes de que pudiera articular palabras.
–¡¿Qué hiciste con Bloo?!


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