Sus ojos vidriosos y adormilados me miraban fijamente, esa
mirada era casi hipnotizante, penetrante… mi piel se erizó y mi ritmo cardíaco aceleró,
su mano extendía la pipa hacia mí y una sonrisa ladina apareció en la comisura
de sus labios, como si de una cámara lenta se tratara pude ver esos carnosos
labios abriéndose poco a poco para dejar escapar el humo.
Sin darme cuenta mis labios se habían separado a la par
de los suyos y por breves segundos admiré la carnosidad de esos labios deseando
sentir su tacto.
–¿Le das una jalada? –preguntó sacándome de mis
pensamientos mas no de mi fijación y sentí mis rodillas debilitarse gracias al
tono grave y sensual en su voz. ¿Qué pasa conmigo?
–No… no gracias
–respondí obligándome a reaccionar y di un paso atrás rogando que no notara mi
estado endeble–, voy… a buscar a Owen.
–¿Si te lo hubiera ofrecido él, habrías aceptado? –su
expresión ruda y arrogante volvió a salir a flote.
Esa pregunta me sacó por completo de la hipnosis, lo miré
por un par de segundos, di otro paso atrás, me volteé ignorando por completo su
pregunta y me alejé de él.
¿Si hubiera sido Owen…hubiera aceptado? No lo sé, pero ¿Por
qué tiene que preguntar eso? no estoy interesada en Owen, eso creo…
Saqué mi teléfono mientras caminaba de regreso a la
cocina donde todo el mundo reía, bailaba y bebía, marqué al número de Owen,
pero él no respondía, ¿Dónde demonios se metió? Di unos cuantos pasos en busca
de un rostro familiar y el cabello rojo de Nafla atrajo mi atención, caminé
hacia él y toqué su hombro para llamarlo ya que parecía muy entretenido
platicando con un par de chicas, él se volteó al contacto y me miró algo
intrigado.
–Disculpa, ¿sabes a donde fue Owen? –cuestioné.
–Eres… –él forzó su rostro tratando de recordar mi
nombre–, Danbi, la amiga de Owen ¿cierto?
–Sí y me gustaría saber a dónde se fue –sonreí apenada.
–No lo sé, a lo mejor en la sala de juegos.
–No… yo estaba ahí –hice una mueca y me resigné–. Bueno,
si lo ves dile que me fui.
–¿Ya te vas? –el pelirrojo levantó sus cejas casi
inexistentes sorprendido. Apenas asentí con mi cabeza en respuesta a su
pregunta y el prosiguió–. Quédate un poco más, seguro Owen aparecerá pronto,
ten –extendió un vaso hacia mí, ¿de dónde lo sacó? No lo sé, pero yo ya lo
había tomado en mi mano por cortesía.
–¿Qué es? –pregunté mientras miraba el líquido dentro del
vaso con desconfianza.
–Umh… –el pelirrojo miró al techo un par de segundos y
después me miró sonriente–, la verdad no lo sé, pero pruébalo, no está
demasiado fuerte.
Estoy siendo cautelosa porque… la “yo” de antes hubiera
bebido sin pensar, terminaría embriagándome y metiéndome en problemas, además
las mezclas de licor me sientan terribles al siguiente día.
–Vamos, bebe, no te estoy dando veneno –rió el pelirrojo.
Bueno… ¿Qué es lo peor que podría pasar si bebo un poco?
Llevé el vaso a mi boca y bebí un bocado de licor, el pelirrojo no había
mentido, no estaba nada fuerte así que le di un bocado más y él sonrió
satisfecho.
–Por cierto… –lo miré con duda–, tengo que pagar por la
ropa que estoy usando, Owen dijo que me diría el costo total, pero desapareció
de repente, ¿puedes decirme tu cuanto les debo?
–Claro –Nafla me analizó rápidamente de pies a cabeza y sacó
su teléfono para usar la calculadora.
–También la mochila –giré ligeramente mostrando la
mochila en mi espalda.
–Por ser amiga de Owen te daré un descuento… –analizaba
la pantalla de su teléfono.
–No, nada de descuentos. Pagaré lo justo.
–Entonces, esto es lo que nos debes –sonrió y me mostró
la pantalla de su teléfono.
¡Demonios! ¿De qué está hecha la ropa? ¿Hilos de oro? Esa
cantidad definitivamente era más de la que yo tenía en mi billetera, me obligue
a sonreír disimulando mi sorpresa.
–Y… ¿puedo pagar con transferencia bancaria? Es que no
cuento con el efectivo ahora mismo.
–Por supuesto –se acercó a mi lado para evitar que
siguiéramos gritando para escucharnos mutuamente–, dame tu número de contacto y
te enviaré los datos para que hagas el pago.
–¡Perfecto! –sonreí aliviada y me acerqué a él para
dictar mi número mientras me cercioraba de que él lo digitara correctamente.
–¿Así está bien? –preguntó él mostrándome el número y
asentí–. Entonces te enviaré un mensaje con los datos y…
De repente una mano jaló mi hombro bruscamente
apartándome de Nafla e interrumpiendo nuestra platica, dirigí mi mirada
iracunda hacia la persona que me había jaloneado de tal forma; se trataba de
una chica más o menos de mi estatura, tés morena, cabello negro y lacio, sus
cejas cargadas y definidas, además de las pestañas largas y abundantes se
sumaban a facciones algo exóticas, esa chica definitivamente no es coreana.
–¿Quién eres y porque estas pegada a mi novio? –preguntó
la morena con un acento singular.
–¿Eh? –estaba atónita debido a la escenita de celos.
Nafla también parecía bastante sorprendido, miraba con
sus ojos exorbitantemente abiertos e incrédulo a la chica que se enganchó
posesivamente a su brazo, él abrió la boca en una amplia sonrisa de sorpresa y
finalmente reaccionó abrazando a la chica con tanta emoción que parecía no
haberla visto en mucho tiempo, la chica también sonrió correspondiendo el
abrazo y yo había quedado en segundo plano simplemente observándolos, él se
apartó ligeramente de ella dejando de abrazarla y la tomó desesperadamente por
las mejillas para besarla.
–¡HEY! –surgió un grito de sorpresa desde algún lado y
rápidamente pude ver a Loopy acercarse sonriente a los tortolos–. Vayan a un
hotel –bromeó con una risa aguda y logró que los tortolos se separaran.
La chica sonriente abrazó a Loopy saludándolo con un beso
a cada lado de las mejillas. –Gracias por guardar el secreto.
–¿Secreto? –cuestionó el pelirrojo sin comprender, miraba
a Loopy a la espera de una respuesta–. ¿Tu sabías que ella vendría?
–Sabía que regresaba a Corea, me pidió que le guardara el
secreto –rió Loopy como un niño que acababa de hacer una travesura–, por eso
organizamos esta fiesta para darle la bienvenida.
Dejé de prestarle atención a la plática de aquel grupo de
amigos cuando sentí en mi hombro un toque delicado, volteé y no había nadie
conocido, volví a sentir un toque, pero esta vez en el otro hombro, giré a ese
lado y tampoco encontré a alguien, rápidamente volteé al otro lado y me
encontré con el rostro sonriente de Owen. –Que
broma más infantil.
–¿Dónde estabas? –pregunté a regañadientes, quería
tomarlo por la camiseta amenazándolo por haberme abandonado en ese lugar lleno
de desconocidos, pero controlé mis impulsos.
–Fui a recoger a una amiga –respondió el sonriente
señalando sutilmente con su mentón hacia adelante.
Volteé para mirar en la dirección señalada, Owen se
refería a la chica que acababa de apartarme del pelirrojo como gata en celo,
sentí las manos de Owen en mis hombros y me hizo dar un paso adelante hacia sus
amigos.
–Esta es mi amiga Danbi –explicó Owen a la morena y esta
me analizó de pies a cabeza con desconfianza y forzó una sonrisa.
–¿Entonces tú también sabias, Owen? –cuestionó el
pelirrojo frunciendo el ceño.
–Todos sabían, menos tú –respondió Owen con una sonrisa–,
ella quería darte la sorpresa.
–Y vaya que lo logró –Nafla volvió su rostro a la chica y
sonrió–, nunca había estado tan gratamente sorprendido. –Paso sus manos por la
cintura de su novia atrayéndola a él y la besó en la mejilla casi cerca del
oído y se mantuvo pegado a ella como si estuviera oliéndola. Me pareció desagradable
y dulce a la vez.
–¡Agg…! –se quejó Owen con una mueca de desagrado–, vayan
a derramar su miel en otro lado.
Todos rieron y continuaron platicando, no me incumbía y
me sentía fuera de lugar, di un paso atrás jalando ligeramente la tela de la
camiseta de Owen para llamar su atención, el regresó su mirada hacia mí.
–¿Puedo hablar contigo un momento? –pedí y el asintió.
Caminé entre la gente para salir de la cocina siendo
seguida por Owen y llegamos fuera junto a la piscina donde aún había unas
cuantas personas, pero el ruido era menor.
–Pareces… molesta –musitó Owen analizando mi rostro.
–No estoy molesta, solo un poco incomoda, no conozco a
estas personas.
–Pero si te presenté a mis amigos…
–Aun así, no es como si los conociera demasiado, no
debiste simplemente irte sin decirme y dejarme aquí… –me quedé callada por unos
segundos al darme cuenta que estaba haciéndole un reclamo, apreté mis labios y
solté un suspiró de queja para luego musitar con intención de no ser
escuchada–. Tampoco es como si te conociera tanto a ti de todos modos...
–¿Qué? –él bajó ligeramente su cabeza hacia mi
acercándose y no respondí, simplemente evité su mirada, se enderezó riendo algo
nervioso–. Lo lamento… es que como sabes el camino desde la calle principal
hasta aquí es un poco… –él intentaba explicarse y yo seguía sin mirarlo–, y
bueno… mi amiga me llamó porque el taxi en el que venía no quiso entrar hasta
aquí y tuve que ir en el auto para traerla –lo miré y él subió su mano hasta la
zona occipital de su calva rascando despistadamente con una sonrisa incomoda,
parecía realmente apenado–, no te dije nada porque… –empezó a hacer ademanes
con sus manos justificándose–, parecías contenta jugando con Bloo, pensé que
ustedes terminarían llevándose bien y...
Al ver sus gestos, la forma en que se justificaba como si
fuera realmente culpable de algo me dieron la sensación de haberlo visto antes,
mis oídos empezaron a ignorar el ruido que nos rodeaba, incluyendo el volumen
de su voz, solo lo veía mover sus labios mientras intentaba forzar mis recuerdos.
–...llegamos y… y… –él sonrió–. ¿Por qué me miras así?
–¡¿TÚ?! –pregunté y afirmé a la vez.
Él se quedó boquiabierto sin saber que pasaba, nos miramos
un par de segundos y poco a poco una sonrisa empezó a dibujarse en su rostro.
–¿Ya me recuerdas? –cuestionó él bajando mi mano que aún
lo acusaba.
–Tú… me rompiste la ceja…
–titubee–. ¿Realmente eres tú?
Él hizo una mueca. –¿Solo recuerdas que te rompí la ceja?
¿No te acuerdas de lo mucho que te cuide después de eso?
No podía creerlo, después de tantos años estoy frente al
sujeto que por poco me mata cuando era tan solo una niña de cinco años.
No quería recordar el pasado pero dado que me eh encontrado
con él, tengo que hacerlo y contar un poco más sobre mi vida; Cuando mi madre
supo que estaba embarazada de mí, sus padres la obligaron a casarse con mi
padre, pero él nos abandonó al nacer yo, mi madre trabajó mientras su madre, es
decir mi abuelita me cuidaba y criaba. Cuando yo tenía cinco años mi abuelita falleció
y mi madre emigró a New Jersey llevándome con ella y es ahí cuando conocí a
Owen, al menos ahora sé que se trata de él.
Owen casi me ma… bueno es muy exagerado decir que casi me
mata. Era un día de la semana cualquiera, yo jugaba con mis amiguitos en el patio
de la escuela, era un espacio grande con una sección de juegos infantiles y una
cancha de baloncesto que usaban los niños más grandes.
Yo subí al «sube y baja» y cuando estaba en lo alto pude
ver un balón venir directamente hacia mi rostro, después de eso mis recuerdos
son vagos, pero hay unas cuantas cosas que recuerdo con claridad de ese día:
Primero; un niño más grande que yo lloraba abrazado a mi
maestra mientras decía que no había sido intencional.
Segundo; Solo podía ver con un ojo ya que tenía una
enorme gasa en mi ceja que no me dejaba abrir el otro ojo.
Tercero; lo aterrador que era entrar a unas enormes
maquinas que parecían un túnel ruidoso y una enfermera me pedía que no me
moviera y dejara de llorar, pero no lo hice hasta que ese niño grande tomó mi
mano.
Cuarto; La enorme sonrisa en el rostro de mi maestra al
escuchar que no tenía nada grave y solo era una ceja rota, que por cierto,
dolía demasiado.
Y, por último; Mi madre no estaba y extrañaba a mi
abuelita.
Estuve un mes internada en el hospital aunque me sentía
bien, escuché a las enfermeras hablar sobre mi estadía innecesaria en ese
lugar, a lo mejor mi madre estaba demasiado ocupada con su trabajo y no tenía
tiempo para cuidarme, solo la veía por un momento ya que ella iba a mi
habitación en el hospital cuando caía la noche y en la mañana yo solo veía su
espalda al irse a prisa de nuevo.
El niño que había lanzado la pelota sin intención y como
consecuencia rompió mi ceja, fue a visitarme después de salir de la escuela
todos los días, se quedaba conmigo toda la tarde, me leía cuentos, hacia muchas
payasadas para hacerme reír y al irse siempre me pedía que lo perdonara.
Supongo que aquel niño me dijo su nombre,
pero en algún momento lo olvide y ahora lo tenía frente a mí, sonriéndome con
ternura.
Comentarios
Publicar un comentario