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Capítulo diez.



–Si. Soy yo –respondió Owen estirando su mano hacia mi frente retirando el poco cabello que cubría ligeramente un lado de mi frente y su sonrisa se tornó más amplia– Es grandioso que no te haya quedado una fea cicatriz.
Quité rápidamente su mano y di un paso atrás apartándome de él, peiné rápidamente mi cabello hacia un lado como normalmente suelo llevarlo y fruncí el ceño.
–¿Cómo me has reconocido? Yo tan solo tenía cinco años cuando eso pasó, eh cambiado mucho.
–Puede que hayas crecido un poco, pero cuando te vi en el cine, tus grandes ojos, tu pequeña nariz y… –centró su mirada en mis labios–, ese lunar sobre tu boca, supe que eras tú, aunque aún tenía un ápice de duda.
–Entonces ¿Porque no dijiste que eras tú desde un principio? –cuestioné con algo de molestia.
–Bueno –él rió y se cruzó de brazos–, No podía llegar a ti y decir “Hola, yo te rompí la ceja hace hace quince años, ¿me recuerdas?” –rió.
–No es gracioso –yo mantenía mi seriedad, me sentía molesta, aunque no comprendía bien por qué.
–No, por supuesto que no es gracioso… –luchó por no sonreír y me miró fijamente a los ojos por un par de segundos para luego abrazarme repentinamente–. Me moría de ganas por abrazarte, no sabes lo mucho que me alegra que hayas crecido sana y salva, estoy tan tranquilo al saber que estás bien –se apartó de mí y me miró con curiosidad–. Porque estás bien ¿Verdad?
–Claro que estoy bien –me quité sus manos, las cuales aún sujetaban mis hombros–, y no es gracias a ti, ya que me abandonaste.
Nuestras miradas se encontraron, tanto él como yo estábamos sorprendidos, ni siquiera podía entender porque había dicho eso, ¿Él me abandono? ¿De qué estoy hablando?
Su mirada decayó al piso y por primera vez vi una expresión de lamento en su rostro, mi corazón dolía y empezaba a sentir mi garganta hacerse un nudo, la mezcla de sentimientos que me invadía hacía que mi razonamiento cuestionara incesante ¡¿qué demonios me estaba pasando?!
–Lo lamento –explicó él–, mis padres decidieron regresar a Corea y no pude despedirme.
Entonces poco a poco mis recuerdos empezaban a surgir; después del accidente de la ceja, él fue como un hermano mayor para mí. Ya que yo era una niña extranjera y no sabía el idioma los niños solían molestarme o excluirme, a menudo estaba sola en la hora del receso, pero él llegaba y jugaba conmigo, supongo que gracias a él soy una adicta al chocolate ya que siempre me daba golosinas, al salir de clases él se colaba en el autobús de mi ruta y me acompañaba a mi casa quedándose conmigo hasta que su hermano mayor iba a recogerlo en la tarde. ¿Dónde estaba mi madre? En su trabajo, supongo… ella llegaba en la noche cuando yo ya estaba durmiendo.
El tiempo paso y el día en que yo cumplí siete años él simplemente desapareció. –Me abandonó…
–Pero… –mi voz se quebrantó y mi visión de tornó borrosa debido a las lágrimas que empezaban a acumularse–, pero… –tomé un respiro y levanté mi mirada hacia otro lado conteniendo las lágrimas y disimulando mi estado, ¡Yo no lloro! ¡Odio verme débil! –, al menos me hubieras dicho que te ibas…
–Yo no sabía que mi familia regresaría a Corea, todo pasó tan rápido que también me tomó por sorpresa y no pude ir a despedirme –tomó mi brazo intentando que lo mirase.
Con un rápido reflejo jalé mi brazo hacia atrás soltándome y sonreí girándome ligeramente para limpiar con disimulo las pocas lagrimas que rodaron por mis mejillas, regresé mi rostro hacia él riendo despreocupada, o al menos de esa forma intentaba lucir.
–Que locura ¿No? –fingí una risa–, encontrarte después de tantos años aquí en Corea, Wow… ahora entiendo lo que significa “el mundo es un pañuelo” –aclaré mi garganta y asentí reiteradamente con mi cabeza mirando en cualquier dirección excepto hacia él.
–Danbi… –musitó él.
–Debe ser tarde –interrumpí y saqué mi teléfono del bolsillo para mirar la pantalla–, oh, si… es bastante tarde –volví a asentir con la cabeza y di un paso atrás girándome poco a poco y finalmente lo miré encontrándome con su expresión de derrota–. Debo irme.
–Danbi –me llamó una vez más mientras me seguía ya que yo había empezado a caminar a prisa–. Danbi, espera.
Fui jalada por la mochila en mi espalda, él me atrapó, maldije por lo bajo y no voltee. ¿Se preguntan porque actuó de esa forma? Bien… ahora que sé que Owen es aquel niño… debo alejarme de él lo más pronto posible ya que él sabe cómo fue mi niñez y es algo que realmente no quiero recordar.
–¿A dónde se supone que vas? –él me rodeó para ponerse frente a mí–. Parece como si estuvieras huyendo de mí. 
–Precisamente eso ha..go… –mis ojos se abrieron absorta en sorpresa, no pretendía decir aquello en voz alta.
–¿Por qué? –cuestionó él con sus cejas levantadas.
–No es eso… no es que esté huyendo… –sonreí incomoda–. Recordé que hay algo muy importante que debo hacer.
–¿Tanto me odias por lo que te hice?
–¿Qué? 
–Por la ceja…
–No. Claro que no… es… yo… yo…
–Para ser sincero, rogaba que no recordaras ese incidente ya que eras una pequeña niña, pero ahora que sé que me recuerdas ¿Qué tal si volvemos a ser amigos? –rió ampliamente– los niños de la escuela pensaban que éramos hermanos ya que nos parecemos.
–No me parezco a ti, soy más bonita –fruncí el ceño.
Él carcajeó. –Sabes a lo que me refiero –señaló sus ojos– la gente piensa que todo aquél con ojos rasgados es “chino” –rodeó sus ojos con molestia–, y que todos son familia.
No pude evitar reír, él tiene razón, la gente nos dice “chinos” pero no somos de china, somos coreanos.
–De todas formas, yo soy bonita –contuve una sonrisa–, no me parezco a ti.
–Si si… –él sonrió con sarcasmo– digamos que lo eres.
–¡Oye! –reí–, ¿Hay algo mal en tus ojos? Soy muy bonita.
–Dije que si lo eres –él tomó mi mano– ahora que nos hemos reencontrado debemos festejar, ¿no lo crees?
–Mejor otro día… –me resistí al agarre.
–Vamos ¡bro! –su expresión bromista regresó–, no te he visto en tantos años, tenemos mucho de que platicar.
–¡No me digas bro! –le gruñí y solté su mano.
–Ya me seguiste hasta aquí sin siquiera saber quién era yo en realidad, ¿y ahora que sabes que soy tu bro quieres irte?
Quedé boqui abierta, de nuevo él tiene razón; sin conocerlo lo seguí…
–¿Te vas así como o así con cualquiera? –prosiguió él–. ¿Qué tal si te secuestran? 
–No me voy con cualquiera… yo… –no sabía que decir, no tengo escusas ¡mierda!– ¡De acuerdo! Pero solo un par de horas y me vas a dejar en mi residencia.
–¡Trato hecho! –él sonrió victorioso y estiró su mano hacia mí.
–Y no tomes mi mano –miré su mano con una mueca recordando que siempre solía llevarme de la mano–, ya no soy una niña –caminé en dirección a la casa.
–Bueno… –podía oírlo reír mientras me seguía–, es que estas tan chaparrita que pareces una niña.
–No estoy chaparra –lo miré ya que estaba junto a mí–, el que está demasiado alto eres tú. Incluso soy más alta que el promedio.
–Lo que tú digas… –murmuró él sonriente y rodeó mis hombros con su brazo.
–Quita –sacudí mis hombros exigiéndole que retirase su brazo.
–Sigues siendo tan berrinchuda… –rió, pero obedeció.

Los dos entramos en la casa donde al vernos Nafla, sonrió ampliamente llamándonos con una mano ya que la otra estaba ocupada rodeando la cintura de su novia.
–Vengan aquí chicos, beban algo –ofreció el pelirrojo sonriente.
–Ya se lo he dicho –mencionó Owen a gritos–, si es ella.
–La niña de la ceja –Loopy me miró sorprendido–, ¿de verdad eres tú?
–¿Acaso todos sabían de eso? –cuestioné sorprendida.
–Owen nos cuenta la triste historia de la niña de la ceja rota entre lágrimas siempre que se emborracha –mencionó Loopy sin quitarme la mirada de encima–. Es increíble que se reencontraran, es como de telenovela.
–Y… ¿qué tan triste es la historia que Owen contó? –sonreí incomoda.
Es lo que temía; que más personas supieran de la infancia que intento olvidar.  
–Para Owen todo es drama cuando se emborracha –mencionó Bloo apareciendo detrás de mí–, llora por cualquier cosa –añadió y puso su brazo alrededor de mis hombros–. Pero ahora que sabemos que si eres quien Owen creía, vamos a darte la bienvenida a nuestra familia.
–¿Eh?
¿De que está hablando este loco y porque me mira como si tramara algo? Regresé mi mirada en busca de Owen, pero un gran vaso rojo casi choca con mi rostro.
–Bebe si crees que puedes –retó la novia de Nafla sonriendo con malicia mientras Bloo extendía ese vaso hacia mí.   
Tomé el vaso con mi mano para retirarlo de mi rostro y me quité el brazo de Bloo de los hombros con un leve pero firme movimiento, fijé mi mirada en la morena y levanté mi ceja desafiante, no sabe con quién está tratando, dirigí el vaso a mi boca y bebí bocado tras bocado hasta dejar el vaso vacío y lo volteé sobre mi cabeza mostrando con orgullo que lo había bebido todo, acto seguido Nafla, Loopy, Bloo y Owen rieron y alentaron mi acción, incluso la morena pareció sonreír sinceramente.
Varias horas después entre bebida, baile y platica yo… no estoy segura de sí es el licor en mi sangre, la personalidad tan amistosa de estos chicos, la buena música retumbando el lugar repleto de gente, o la combinación de todo aquello, pero me siento tan tan taaaan contenta.
---
Las personas poco a poco empezaban a irse, yo estaba sentada sobre el mesón de la cocina muy cerca de la llave del lavabo, junto a la novia de Nafla que me ha dicho su nombre, pero lo he olvidado, platicábamos y reíamos, ella resultó ser una chica muy agradable, aunque reaccionó agresiva en un principio debido a sus celos por el pelirrojo.
–Bébelo –me exigió la morena poniendo un vaso cerca de mi boca y lo alzó, bebí tan rápido como pude–. ¡genial! Ahora otro para mi~ –canturreó mientras vertía en el vaso más licor de la botella que portaba en su otra mano.
–Bebé –Nafla intersectó el vaso que su novia intentaba beber–, creo que has bebido demasiado.
–Noo… –ella alargó sus palabras–, déjame beber, estoy pasándola tan bien –sonrió ella atrayendo a su novio con las piernas pegándolo a ella y lo rodeó con sus brazos para besarlo apasionadamente.
Bloo arrebató la botella de la mano de la novia de su amigo y gritó; –¡Vayan a un cuarto! –mirándolos con desagrado, rodeó sus ojos para luego levantar la botella hacia su boca bebiendo como si fuera agua.
Nafla rodeó a su novia por la cintura levantándola del mesón y llevándosela enganchada a él como un marsupial mientras ella estaba tan ocupada besándole el cuello.
–¡Loopy, alguien se está peleando en el estacionamiento! –alertó un desconocido y Loopy lo siguió de inmediato.
 –Regreso en un momento –me informó Owen para luego seguir a su amigo.
–¿A dónde vas…? –mi pregunta quedó en el aire ya que Owen se había ido a prisa dejándome con un bebedor compulsivo de mirada psicópata, le dicen Bloo.
–Voy a… –intenté impulsarme un poco en el mesón para moverme ligeramente hacia el borde.
Solo pretendía moverme hacia el borde y dar un pequeño salto para bajar del mesón, pero ¡Vaya! el licor atrofió mis reflejos y por un momento creí que mi rostro golpearía el piso, pero no fue así.
No sé exactamente cómo es que Bloo llegó a posicionarse tan rápido frente a mi evitando que yo cayera, la mitad de mi trasero aún estaba sobre el mesón y el resto de mi cuerpo recargado hacia adelante sobre él, podía oler el aroma de su cabello y sentí sus manos en mi cintura, su cuerpo se movió hacia adelante haciéndome reponerme sobre el mesón, como reflejo puse mis manos sobre sus hombros tratando de recuperar mi postura.
–Cuidado Bambi –sonrió ladino levantando ligeramente su rostro para mirarme–, no quiero que dañes el piso de mi cocina.
–Idiota… –musité con una ligera sonrisa. Seguro es por el licor pero incluso este tipo me agrada ahora mismo.
–Lo tomaré como un “gracias” –su intensa mirada se posó en mis labios sin disimulo–. ¿Pretendías bajarte de ahí?
–Si…
–Te ayudo.
Entonces noté que él estaba entre mis piernas, pegado al mesón y parte de mi cuerpo, sus manos aún permanecían en mi cintura y las deslizó lentamente hasta mi cadera rodeándome en un abrazó que de estar completamente sobria habría creído innecesario, me atrajo mas a él y me levantó del mesón, mis reflejos decidieron actuar bien en ese momento y me sujeté a él rodeándolo por el cuello con mis brazos, él dio un paso hacia atrás para luego bajarme con cuidado haciendo que me deslizara en su cuerpo hasta que mis pies tocaron el piso, mis brazos no soltaron el agarre aunque eso significará que debía permanecer parada en la punta de mies pies.
Él bajó ligeramente su estatura y entendí que la posé era algo incómoda para él, aflojé el agarre de mis brazos deslizando con delicadeza mis manos hasta sus hombros, él no retomó su postura erguida, su mirada adormilada se fijó en mis labios y sus manos aún se posaban en mi cadera, estábamos demasiado cerca, la temperatura de mi cuerpo se elevó y mi cabeza palpitaba, yo también miraba sus labios fijamente, la calidez del aliento que escapó de su boca junto a un ligero gemido golpeó mi rostro, ladeó su cabeza levemente.
Yo no podía dejar de mirar sus labios, de los cuales el inferior de repente fue remordido entre sus dientes con rudeza, mi respiración empezó a dificultarse y no quedaba un pensamiento sensato en mi mente…


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