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Capítulo doce.



–Voy a por las llaves del auto –gritó Nafla mientras entraba corriendo a la casa.
–West… –musitó Niahn aterrado mientras lo bajaba lentamente al piso–. Hermano abre los ojos… ¡West! –empezaba a desesperarse.
–¡West! –gritó la novia de Nafla llorando desesperada– ¡¿Por qué Nik tarda tanto?! ¡¿Qué hay de tu auto Bloo?! –preguntó entre llanto.
–Si… –tartamudeó Bloo mientras ataba las manos del tirador con cordones–, mis llaves… no sé dónde las dejé…
–Asegúrate de atarlo bien… –murmuró Loopy mientras sujetaba al tirador y regresaba su mirada preocupada hacia su amigo al piso de vez en vez.
Habíamos reaccionado con algo de “cordura” ante la pelea y los disparos, pero eso no quitaba el hecho de que todos estuviéramos alcoholizados. Estábamos demasiado ebrios y uno que otro… estaba drogado ¿Cómo se supone que iba alguien a conducir en ese estado? Algo peor podría suceder.
–¡Alguien encienda un maldito auto! –chilló la morena–. Tenemos que llevarlo al hospital.
–West amigo… –titubeó Owen arrodillándose junto al herido–, no nos hagas esto… despierta…
El llanto de la morena y la poca capacidad de reaccionar de los demás presentes empezaba a irritarme, deduje que yo era la única cuerda en esta situación.
–Eh… chicos… –titubee–, creo que deben apartarse de él…
Niahn, Owen y la morena estaban casi encima del herido llamándolo y moviéndolo en un intento desesperado de despertarlo.
–No dejan que el aire circule… chicos… –me acerqué a ellos y toque el hombro de Owen–, apártate.
–¡Es mi amigo! –me gritó Owen.
–¡Lo se idiota pero no lo dejan respirar! –tuve que darle un tirón al hombro de Owen apartándolo–. ¡Apártense todos!
Niahn se apartó obedeciendo, pareció comprender que lo que yo decía tenía sentido, pero la novia de Nafla se negó.
–¡No me digas que me aparté, tu ni siquiera eres nuestra amiga, por eso no te interesa si West está bien! –me rugió ella aferrada como una fiera a West.
Rodeé mis ojos poniéndolos en blanco y apreté mis puños conteniéndome, quería arrastrarla por el cabello para alejarla, aunque si no me considera una amiga quizá solo deba dejarlos ahí como ha hecho el resto de gente.
Miré a Owen, sus ojos estaban enrojecidos y lagrimosos, tenía una mirada casi suplicante, él parecía más sobrio que la morena así que pedí su ayuda.
–Apártala de West por favor, él necesita respirar.
–Ey –Owen se acercó a su amiga tomándola por la cintura–, deja que respire…
–¡No! ¡Suéltame! –pataleó ella mientras Owen la cargaba alejándola.
Respiré profundo y sacudí ligeramente mi cabeza intentando enfocarme en lo que iba a hacer.
–Vamos Danbi… –murmuraba entre dientes mientras me arrodillaba junto a West–, recuerda las clases de primeros auxilios… tu sabes hacer esto…
Acerqué mi oído a la boca y nariz de West para comprobar si estaba respirando, sentí su aliento cálido y respiré aliviada, luego dirigí mis dedos índice y medio hacia su yugular en busca de su pulso, el palpitar era consistente, miré su brazo retirando con cuidado la mano que cubría la herida, el sangrado no era abundante, pero podía ver la manga larga de la camiseta agujereada, lo que indicaba que la bala si le había dado y deduje que se desmayó por el dolor.
–De acuerdo –me puse de pie y expliqué–, West está bien, pero tenemos que llevarlo al hospital rápido.
–¡Tengo las llaves! –gritó Nafla corriendo hacia nosotros.
–¡Olvídalo! –apunté al pelirrojo–. Nadie va a conducir.
Saqué el teléfono de mi bolsillo agradeciendo que aún lo tuviera ahí y usé la aplicación de «Uber» para pedir dos vehículos.
¡Bendita aplicación! Uno de los vehículos llegó en tan solo cinco minutos, aunque el conductor parecía algo asustado y arrepentido de haber tomado la carrera.
Niahn y Owen cargaron a West para subirlo al auto, una vez dentro Niahn subió para servirle a su amigo de apoyo y Owen se disponía a subir cuando la novia de Nafla de escabulló quitándole el asiento. Owen sonrió ligeramente negando con su cabeza y cerró la puerta, se dirigió a la puerta del copiloto y la abrió mientras me miraba.
–Sube –me dijo él.
Caminé hacia la puerta y miré de reojo a Loopy y Bloo sujetando al tirador. ¿Qué iban a hacer con aquel sujeto?
–¿Qué pasa? –cuestionó Owen–. Sube, yo esperaré el otro auto con mis amigos y nos veremos en el hospital.
–Mejor ve en este auto –sugerí con una pequeña mentira–, van a necesitar ayuda para cargar a West, además… –susurré a su oído–, tu pareces estar más sobrio que ellos ahora mismo. Te necesitan.
Owen observó a sus amigos en el asiento trasero y supo que yo tenía razón.
–¿Vas a estar bien verdad? –me preguntó mientras subía al auto.
–Por supuesto –sonreí con confianza y cerré la puerta para él. 
Vi el auto alejarse de nosotros y regresé con los sujetos que restaban en el lugar a la espera del otro auto; Nafla tenía su torso desnudo con varios rasguños, presionaba una pañoleta contra su ceja conteniendo su propia hemorragia y Loopy parecía el menos afectado, no tenía una herida o golpe visible, había tirado al sujeto que disparó el arma al piso boca abajo y tenía su pie sobre él, aquellos dos platicaban eufóricamente acerca de qué hacer con aquel sujeto, no parecían necesitar ayuda, así que pasé de ellos dirigiéndome hacia el que más me preocupaba en ese momento, Bloo.
Me preocupaba aunque parecía bastante tranquilo, Bloo solo miraba al piso con su cuerpo encorvado y recargado en el capó de un auto con su torso desnudo completamente teñido por sangre.
–¿Estas bien? –me acerqué analizando su cuerpo, noté una herida a la altura de su clavícula, supuse que de ahí provenía tanta sangre, afortunadamente el sangrado se había detenido.
–Estoy bien –levantó su cabeza y pude ver su rostro.
Su labio estaba roto en la comisura y sangraba, aunque no demasiado, también tenía un raspón sobre el tabique de la nariz echó su cabeza hacia atrás cerrando sus ojos y puso sus manos sobre el capó del auto apoyándose, bajé mi mirada a sus manos y pude ver que de su dedo meñique goteaba sangre, me sorprendí y le advertí.
–¡Estas sangrando!
–Ya me di cuenta Bambi –bajó su mirada a su pecho y la regresó hacia mí.
–No –señalé–, tu mano…
–¿Qué? –su mirada somnolienta se dirigió al lugar señalado, levantó la mano y pude ver que tenía una herida grande bajo su codo, la sangre le escurría hasta llegar a sus dedos. Él sonrió al ver la herida–. Vaya…
¡¿Vaya?! Esta tan loco, tiene una enorme herida en el brazo y lo único que se le ocurre decir es “vaya” ¡Vaya tonto!
–¡¿No te duele?! –exclamé.
–¿Qué pasa? –cuestionó Loopy mirándonos.
El que West saliera herido por la bala distrajo por completo nuestra atención, nadie se había dado cuenta de que Bloo estaba mal herido, estaba desangrándose incluso más que West y parecía demasiado tranquilo. Caminé a prisa hacia la casa, me dirigí hacia el baño rogando que tuvieran toallas limpias. ¡Bingo! Encontré una toalla mediana, perfecta para cubrir la herida de Bloo e impedir que se desangré. –Estos idiotas estarían completamente perdidos sin mí.  
Salí hasta el patio a prisa y los tres; Nafla, Loopy y Bloo reían como tontos contándose hazañas de la pelea previa, el sujeto que estaba en el piso se arrastraba como un gusano alejándose de ellos.
–¡Eh tontos! –les llamé la atención– se les escapa ese cretino. –señalé al sujeto en el piso, Nafla y Loopy corrieron hacia el sujeto para patearlo e insultarlo y yo pasé de largo hasta llegar a Bloo.
–¿Acabas de llamarnos tontos? –cuestionó Bloo con su ceño fruncido, pero no parecía molesto.
–Cállate –le ordené y tomé su mano con cuidado limpiando un poco de sangre y después mantuve la toalla presionada en el lugar de la herida.
 –¿Te preocupas por mí? –cuestionó él sonriéndome ladino y, mirando mis labios ladeó su cabeza.
–No es que me preocupe por ti –rodeé mis ojos en un gesto irónico– pero si veo gente herida ¿que se supone que haga?, que la deje desangrarse, porque te estas desangrando, idiota.
–Ay que linda –responde con el tono más sarcástico que eh escuchado en mi vida–, ¿Eras niña exploradora? No no, déjame adivinar, –sonríe burlón–, te gusta hacer obras de caridad, como curar heridos, dar de comer a los vagabundos y eso.
Presioné más la toalla contra su brazo, él arrugó ligeramente su nariz apretando sus dientes en una mueca de dolor para luego mirarme con rencor y esbozó un “auch” inaudible, hizo su cuerpo hacia adelante acercándose demasiado a mí.
–Tu y yo tenemos algo pendiente –susurró mientras mantenía su mirada penetrante en mis ojos y remordió entre sus dientes ligeramente su labio inferior sin importarle que la comisura de su labio este golpeada y lastimada.
Me estremecí por completo. ¡Maldita sea! Este sujeto exuda sensualidad por los poros, incluso cuando está ebrio o drogado o lo que sea que esté en este momento.
Estoy segura de que estoy cada vez más sobria ya que me juzgo a mí misma por haber sucumbido ante la seducción de este sujeto y casi… casi tengo sexo con él.
Suspiro de impaciencia. –Porque no solo te callas y…    
–¿Y te beso? –él interrumpió lo que pretendía decir.
–¿Qué? –cuestioné confundida.
–Es lo que dijiste en la habitación, “porque no solo te callas y me besas” –imitó mi voz patéticamente–. Y después te abalanzaste hacia mí.
–Yo no dije o hice eso –Por supuesto que lo dije e hice, pero no iba a aceptarlo–. Iba a decir que te calles y sujetes la toalla tú mismo –empujé la toalla contra su brazo obligándolo a que la sujeté y saqué mi teléfono para comprobar la llegada del uber.
–¿Por qué tarda tanto el uber? –me preguntó Nafla con una mueca mientras mantiene la pañoleta contra su ceja. Creo que también empieza a pasársele el efecto amortiguador del licor.
–No lo sé –miré mi teléfono impaciente–, ya tenía que haber llegado… –miré a Loopy– ¿Y qué piensan hacer con ese sujeto? –señalé con mi mentón al individuo en el piso.
–No podemos llamar a la policía a este lugar, pero lo llevaremos nosotros mismos con la policía –mencionó Loopy con una mueca de resignación– le disparó a West, no podemos simplemente dejarlo libre por ahí.
–Nadie toco esa arma ¿cierto? –cuestioné buscándola en el piso, pero ya no estaba.
–Nadie la tocó –respondió Nafla mostrándome una gorra de lana dentro de la que supuse estaba el arma–, la llevaremos con la policía para que metan preso a este imbécil.
Las luces de un auto llegando interrumpió nuestra platica y nos alegramos tanto que casi brincamos por la emoción, aunque pude ver el terror en la cara del conductor al igual que el anterior.   
Loopy le explico la situación al conductor omitiendo la razón por la que no habíamos llamado a la policía, el conductor pareció comprender y sugirió llevar a al criminal en la cajuela, propuesta aceptada con gusto por todos y nos dirigimos hacia la estación de policía.
Al llegar a la estación expusimos lo sucedido y entregamos el arma, Loopy por estar sin lesiones se quedó en la estación poniendo la denuncia contra el sujeto que disparó en la fiesta y dos oficiales de policía nos llevaban en una patrulla a Nafla, Bloo y mi persona al hospital para cerciorarse de que los dos primeros recibieran atención médica y para tomar la declaración de nuestros otros amigos que ya debían estar en el hospital.
Yo estaba sentada en medio de Nafla y Bloo en el asiento trasero de la patrulla, de pronto vi a Bloo bajar el brazo herido que tenía contra su estómago y cesó la presión sobre la herida.
–Oye, mantén presionada tu herida –le reclamé regresando mi mirada hacia él.
Bloo cabeceaba, parecía adormilado, puse mi mano sobre la toalla para ayudarlo y esta estaba empapada de sangre, Bloo se estaba desangrando.
La patrulla en la que íbamos ni siquiera iba a prisa o mucho menos tenía la sirena de emergencia encendida, ¿Qué se creen estos policías ineptos? ¿Qué estamos de paseo?
–¡¿Puede darse prisa?! –le grité al conductor–. ¡Mi amigo se está desangrando!
El policía en el asiento del copiloto regresó su mirada hacia nosotros y se enfocó en mi mano empapada de sangre tanto como la toalla, la cabeza de Bloo cayó hacia mí casi golpeándome, acababa de desmayarse.
Al ver esto finalmente los policías activaron la sirena de emergencia, la velocidad del auto aumentó y el policía comunicó por su radio que necesitaban una camilla en la llegada de emergencia del hospital.
Al llegar, los enfermeros sacaron a Bloo inconsciente de la patrulla y lo subieron a prisa a la camilla adentrándolo a la sala de emergencias, Nafla y yo corrimos también entrando al hospital siendo seguido por los policías, la gente en el lugar nos miraba con temor, como si fuéramos criminales y no los culpo eso parecíamos ya que estábamos custodiados por los policías.
Nafla fue atendido rápidamente por una enfermera y yo me quedé junto a él riéndome de las bromas agrias que se obligaba a decir para no pensar mucho en sus amigos y su propio dolor.
Después de que la ceja de Nafla fuera cocida y parchada, nos dirigimos a la sala de espera donde nos encontramos con nuestros amigos que ya estaban siendo interrogados por los policías, todos sabían del acuerdo; decir toda la verdad omitiendo el hecho de había drogas y la fiesta era una solo una “pequeña” reunión entre amigos. 
Los policías salieron del lugar y rápidamente pusimos al corriente a los demás, ahora no solo debíamos preocuparnos por West, sino también por Bloo. 
–Y… aquí están tus amigos –una enfermera ingresó a la sala de espera empujando una silla de ruedas llevando a West.
Él tenía el brazo izquierdo vendado y pegado a su delgaducho cuerpo con un cabestrillo, una vía intravenosa en el otro brazo y una gran sonrisa en su rostro.
–Te daré unos minutos con tus amigos y regreso a recogerte para llevarte a tu habitación –explicó la enfermera.
–Gracias –agradeció Owen a la enfermera con una reverencia.
Todos se abalanzaron cerca de West bombardeándolo con preguntas y él solo sonreía.
–Tranquilos, Young West es invencible –se expresó él hablando de sí mismo sonriente.
–¿Y la bala? –preguntó Owen mirando el brazo vendado de su amigo.
–La sacaron –explicó el como si de sacar un grano se tratara–, pedí que me la dieran como recuerdo, pero dicen que se la deben dar a la policía como evidencia. 
–¿Entonces no tienes nada grave? –preguntó la morena haciendo un puchero en sus labios.
–No –respondió West campante.
–¡Y porque te desmayaste idiota! –la morena le dio un golpecito en el hombro–. ¡Me asustaste mucho!
West carcajeó –Lo siento, creo que estaba demasiado ebrio y me quedé dormido, no me desmayé, de echo… –agudizo su voz sonriente–, aún estoy ebrio.
 Todos rieron, pero sin muchas ganas, un suspiro colectivo inundó la sala.
–¿Qué les pasa? –West levantó su cabeza intentando mirar a sus amigos entre el flequillo que le cubría los ojos–. Dije que estoy bien, en serio.
–Nos alegramos de que estés bien –Owen le explicó–, pero Bloo no lo está tanto.
–¿Qué le pasó a Bloo? –West sacudió su cabeza liberándose del flequillo de cabello que le cubría los ojos– ¿Dónde está?


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