Sonreí ante la advertencia de Seon Yeong, el auto se
detuvo frente al edificio de nuestra residencia y Daniel bajo de su asiento
para abrir la puerta del lado de Seon Yeong, prácticamente la cargo para
bajarla del auto. –Es un novio muy
considerado…
–Oh, ya que estamos aquí iré a dejar mis libros en mi
habitación. –anuncie y baje también del auto.
–Si todos van a subir también quiero ir –Owen salió del
auto.
–No puedes entrar –lo detuvo Seon Yeong quien estaba
siendo abrazada por la cintura por Daniel–, no está permitido que ingresen
hombres a esta residencia.
Exacto, es lo que yo decía, pero entonces ¿qué es Daniel
si no un hombre? Vi a Owen hacer una mueca y Seon Yeong continuó hablando.
–Solo mi oppa tiene permitido entrar ya que me ayuda por
mi lesión.
–¿Oppa? –no pude evitar cuestionar–. Espera, ¿al decir
oppa te refieres a que él es tu hermano, hermano real de sangre?
Seon Yeong sonrió pegando su rostro al de Daniel. –¿Acaso
no es obvio el parecido? Si, somos hermanos.
Sonreí algo avergonzada ya que me había hecho toda clase de
ideas al verlos salir del baño y resultaron ser hermanos. –Que buen hermano es…
Daniel cargó en su espalda a su hermana y subimos hasta
nuestro piso, me despedí de Seon Yeong y entré a mi habitación para dejar mis
libros y bolso llevándome tan solo mi billetera, por supuesto que no olvidé
cambiarme de zapatos y salí de mi habitación justo a tiempo para encontrarme en
el pasillo con Daniel.
Nuestras miradas se cruzaron y él se mantuvo inexpresivo,
continuó caminando y lo seguí hasta que salimos del edificio donde Owen nos
esperaba cruzado de brazos y recargado sobre el auto, no pude evitar sonreír al
verlo y él me respondió con una sonrisa.
–Vaya que se
tardaron –reclamo Owen abriendo la puerta de atrás para mí.
–No tardamos nada –respondí y entre, él entro junto a mí
por lo que tuve que recorrerme un poco en el asiento.
–Oye, ¿que soy yo, tu chofer? –reclamó Daniel desde el
asiento del conductor mientras ponía en marcha el motor.
–Solo le hago compañía a nuestra invitada –se justificó
Owen mientras me sonreía.
De acuerdo, se lo que están pensando; Owen evidentemente
tiene interés en mí y no me desagrada en absoluto, soy algo… coqueta y él es el
tipo de chicos que me atraen.
Llegamos al centro comercial y entramos al elevador
mientras Owen y yo platicábamos, en tan poco tiempo pude saber mucho acerca de
él, tiene veintisiete años y a pesar de haber nacido en Corea vivió en New
Jersey muchos años, estudió ingles en la universidad, aunque siempre quiso ser
veterinario, pero le pareció más rápido obtener un título en idiomas. –Es un chico muy listo y agradable...
–Entonces ya te has graduado –afirmé– ahora entiendo
porque Seon Yeong dijo que vives de vacaciones.
–Oye no es tanto así, tengo mi trabajo, pero bueno,
suficiente de mí. ¿Qué hay de ti?
–En realidad no hay mucho por contar. ¡Mira! –señalé la
vitrina de una tienda evadiendo la pregunta.
Sé que lo que corresponde ante alguien que te cuenta toda
su historia es contar la tuya, pero quiero conocerlo un poco más antes de
contar todo de mí, aunque… no debería querer conocerlo más ya que... bueno
ustedes saben “nueva vida” “encajar en los estereotipos” etc. etc.
–¿Qué cosas ibas
a comprar? –cuestionó Owen sin importarle que evadiera su pregunta y miró la
vitrina que señalé.
–Principalmente… una mochila.
–¿Y porque miras videojuegos? –él rió ya que la vitrina
que yo había señalado era la de una tienda de consolas y videojuegos–. ¿Te
gustan los video juegos?
–¿A quién no le gustan los videojuegos? –rodeé mis ojos
como si fuera lo más obvio del mundo, en realidad me encantan los videojuegos–.
Aunque hace mucho tiempo que no juego, estaba ocupada trabajando.
–Ah, ¿los dos años que mencionaste?
–Si.
–Tenemos una consola en la oficina, si te gusta jugar
puedes venir cuando quieras.
–¿Oficina? –cuestioné.
–Genial… ahora la invitas a la oficina. –murmuró Daniel
molesto mientras me empujaba ligeramente para entrar en la tienda de
videojuegos. Hasta ese momento me daba cuenta que también estábamos con él.
–¿Qué oficina? –repetí la pregunta para Owen mientras lo
seguía dentro de la tienda.
–Te lo dije, tengo mi trabajo –sonrió misterioso mientras
les daba un vistazo a los videojuegos.
–Tenemos, querrás decir –corrigió Daniel.
–Eso dije –aclaró Owen mientras tomaba un videojuego en
sus manos.
–¿Y puedo saber cuál es ese trabajo? –la curiosidad me
invadió, pero Owen parecía más entretenido analizando las cajas de videojuegos.
Recordé a mi amiga, la única que tuve desde la infancia,
ella me enseño lo que eran los videojuegos, sus ojos solían brillar al obtener
una nueva caja de cd de videojuegos y la misma mirada permanecía en Owen.
–Tenemos una empresa independiente –respondió Daniel en
vista que su amigo estaba entretenido.
–Si gracias por responder, pero no te
pregunte a ti entrometido –pensé mientras lo miraba y una vez más tuve
que bajar mi vista, no puedo mantenerme mirándolo, me provoca una sensación…
extraña.
–¡Este este y este! –Exclamó Owen con cajas de cd en sus
manos y una gran sonrisa en su rostro.
–Y este –Daniel agregó otra caja a las manos de Owen y
nos dirigimos a pagar por los videojuegos.
Salimos de la tienda y Owen continuaba admirando la
portada de la caja de uno de los videojuegos que compro, me miro y sonriente me
pregunto:
–¿Has jugado este? –él me mostro la caja.
–¿Es nuevo? –respondí tomando en mis manos la caja.
–No tanto, salió hace un año, pero no lo he jugado aún.
–Tampoco lo he jugado.
–Ven a mi oficina a jugar –sonrió mientras me quitaba la
caja y la regresaba a la funda plástica que sujetaba en su otra mano.
–No es tu oficina –gruño Daniel.
–Nuestra nuestra –corrigió Owen rodeando sus ojos y le
dio un rápido golpe en la cabeza a su amigo–. ¡Vamos! llevas ese humor de perro
toda la semana, ya supérala.
Daniel miró a su amigo sin decir una palabra y adelantó
sus pasos. –Si vamos a jugar necesitamos provisiones.
–¡Ese es mi amigo! –Owen aceleró su paso para seguirlo.
–¿Eh? –Yo estaba confundida y me quedé quieta.
Owen regresó su vista para darse cuenta de que nos los
estaba siguiendo y sonriente regreso para tomarme de la mano jalándome y corrimos
hasta alcanzar a Daniel quien parecía tener prisa.
Entramos al supermercado que esta también dentro del
centro comercial, Daniel tomó un carrito de compras.
–Oye –me dirigí a Owen quien también tomaba un carrito–
¿Podrías explicarme que hacemos aquí?
–Vamos a obtener provisiones –nos dirigimos al pasillo de
las golosinas–. Compramos varios videojuegos así que no nos moveremos de la
oficina en unos días.
Ya entendía, van a jugar y las “provisiones” son
golosinas, envidió esa vida sin preocupaciones, en cambio yo tengo que arreglar
mi habitación, tarea, comprar una mochila…
–¡Es cierto, la mochila! –exclamé y lo hice en voz alta,
tanto que llamé la atención de personas que estaban a nuestro alrededor.
–No te preocupes –Owen rió ante mi exageración–, yo te
regalaré una.
–Claro que no –esa oferta fue bastante incomoda, aunque
ya nos llevábamos muy bien lo acababa de conocer–. Yo la compraré y ya que
estamos en el centro comercial creo que mejor me voy a comprar una –detuve mi
andar.
–Dije que yo te regalaré una mochila y no te escaparás
–tomó mi mano una vez más haciéndome caminar–, vas a ir con nosotros y veremos
qué tan buena eres con los videojuegos.
–Nunca dije que fuera buena, solo dije que me gustan –me
justifique mientras discretamente me soltaba de su agarre para tomar una bolsa
de golosinas picantes y las puse en el carrito–, estos me gustan.
–Son los favoritos de Bloo, llevemos dos –agarró otra
bolsa.
–¿Bloo?
–Así le decimos a Daniel
–Oh… –me quedé pensativa, ¿qué rayos significa Bloo?
Salimos del pasillo de las golosinas y nos encontramos
con “Bloo” quien tenía su carrito lleno de botellas de licor, ¿Eran esas sus
provisiones? Me asombre al ver tanto licor.
Owen rió. –No es solo para nosotros, tenemos otros amigos
y de hecho creo que eso no será suficiente.
–¿Son un club de alcohólicos? –reí, eso era más que
suficiente a mi parecer.
Daniel rió y esta vez fue… ¿Adorable? Hasta ahora solo lo
había visto reír de forma irónica y retorcida pero esa sonrisa era demasiado; –Bonita…
Owen pagó por las “provisiones” ya que Daniel había
pagado por los videojuegos y salimos del lugar.
Nos dirigimos al estacionamiento y yo empezaba a dudar de
si ir con esos dos recién conocidos que llevaban demasiadas botellas de licor y
golosinas, que además aseguraron tener “más amigos” era una buena idea.
A pesar de mis dudas ya estábamos en camino a la
“oficina” antes mencionada, un escalofrío recorrió mi cuerpo alterando mis
nervios cuando llegamos a las afueras de Seúl, donde el paisaje no era más que
grandes terrenos sin casas o edificios, tragué saliva con dificultad y tenía
ganas de ir al baño, no debí beber tanta agua.
–¿Cuan… cuanto falta para llegar? –cuestioné tratando de
disimular mi nervio.
Quizá estos dos sujetos me llevaban a las afueras de la
ciudad a una bodega abandonada para violarme y después sacar mis órganos y
venderlos.
–Llegaremos en… cinco minutos –respondió Owen mientras
escribía en su teléfono,
Quizá estaba contactando a sus secuaces avisando que
llevaba una nueva víctima.
Pasados los cinco minutos el auto giró a la derecha
alejándose de la carretera para ir por un camino angosto rodeado por altos
árboles, era un paisaje muy bonito.
Ante mi vista poco a poco se iba divisando una casa
blanca de dos pisos con ventanas grandes y techo de teja, el auto se estacionó
y antes que ninguno de los ocupantes del auto bajara yo lo hice primero
asombrada por el paisaje, la casa no era lujosa, pero era hermosa. Siempre
había soñado con vivir en un lugar así, apartado del mundo y rodeado de
naturaleza.
Había un porche cubierto donde pude ver dos sillones
largos, detrás de estos una mesa sobre la que reposaban dos latas de coca-cola
y cuatro sillas de las cuales dos estaban abiertas de su posición frente a la
mesa, delante del porche había una pequeña piscina en la que flotaba una boya
de dona y en el borde de la piscina había un par de sandalias.
–¿Te gusta nuestra oficina? –mencionó Owen acercándose a
mí.
–¿Esto es una oficina? –cuestioné sorprendida.
–En realidad es la casa de Bloo, pero ya que aquí trabajamos
la llamamos oficina.
–Ey tortolitos –gritó Bloo desde el auto– ¡¿pueden
ayudarme con las bolsas?!
–Claro –Owen corrió hacia el auto y yo lo seguí.
–Disculpa Daniel… –me daba mucha vergüenza, pero mi
vejiga no iba a soportar más–. ¿Puedo usar el baño…?
Él asintió –Entra en la casa y ve todo el pasillo hasta
el fondo, ahí está el baño.
–¡Gracias! –caminé a prisa hacia la puerta de la casa.
No tenía tiempo para admirar el interior de
la casa, mi atención estaba únicamente en la puerta que podía ver al final del
pasillo justo enfrente de la puerta de entrada, ya no caminaba, estaba
corriendo. La puerta se abrió y apareció frente a mí un sujeto alto, delgado y
algo moreno sin camiseta, detuve abruptamente mi carrera, pero el piso estaba
mojado y resbalé, solo pude ver los pequeños ojos de aquel moreno abrirse por
la sorpresa y choqué contra él, los dos caímos al piso, yo sobre él.
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