–¡Hola RinRin!
–YangMi corre hacia su amiga al llegar al trabajo.
-–¿Qué te paso? –RinRin de da un breve abrazo a
YangMi–. Te estuve llamando ayer todo el día.
–Ah… es que mi teléfono… –YangMi sonríe
despistada–. Creo que lo perdí en el karaoke.
–Tremenda borrachera nos metimos ¿Verdad? –RinRin carcajea como si alardeara de un gran
logro.
–Ni me lo recuerdes. –YangMi hace muecas al
recordar todo lo sucedido–. Por cierto, RinRin… ¿Por qué llorabas…?
–Ah… –SooRin baja su mirada hacia el piso y
suelta un corto suspiro–. Ante ayer era el aniversario de la tienda y además
aniversario de la muerte de mi madre.
–¿Qué? –la
noticia impacta a YangMi. –de repente sus ojos se llenan de lágrimas–. Lo lamento
mucho RinRin… no sabía… –abraza a su
amiga.
–Está bien –acepta el abrazo–, no te preocupes.
Ya paso hace tres años…
–Pero aun así… –YangMi no para de llorar–.
Debes sentirte muy triste. Ahora entiendo porque lloraste con esa canción.
SooRin aparta el abrazo y le brinda una dulce
sonrisa a su amiga. –Me pone triste pero feliz a la vez. Mi madre padeció
cáncer y sufrió mucho con los tratamientos, pase todo el tiempo junto a ella
tratando de aliviarla, pero no podía hacer nada. Al final… –su voz se quebranta
momentáneamente–, cuando fueron los últimos minutos de vida de mi madre, ella
me dijo que finalmente no sentía más dolor, estaba feliz y deseaba que yo sea
feliz…
–Es por eso que festejamos el aniversario de la
tienda –de pronto llega SungMin–, y también que la madre de RinRin ya no sufre
más, está en un lugar mejor.
–Hola SungMin –saluda RinRin con un breve
abrazo y sus mejillas se ruborizan.
YangMi observa poniéndose brevemente nerviosa
ya que tendría que saludar a SungMin y no tiene ni las más mínimas ganas de hacerlo,
pero es completamente ignorada por SungMin cuando este pasa junto a ella sin
siquiera mirarla.
–Ese cretino…. –YangMi se siente indignada al
ser ignorada y murmura–. Digo… no es que me importe si me saluda o no, pero… –aprieta
su mandíbula–. No importa. –mira a su amiga solo para notar el rubor en las
mejillas de esta y una mirada completamente prendida en el sujeto que camina
por el pasillo de la tienda hasta perderse por la puerta que da a la bodega–.
¡Ey! –chasquea los dedos con intención de llamar la atención de su amiga.
–¿Qué? –RinRin regresa su mirada hacia YangMi
con una leve sonrisa y ojos muy brillantes.
Una expresión de horror se dibuja en el rostro
de YangMi. –No me digas que…
–Si. –RinRin sonríe ampliamente. –Me gusta
SungMin.
–¿¡Que?!
–YangMi suelta un pequeño grito ahogado tomando a su amiga por los
hombros–. ¡¿Estas ciega o loca?! ¿O las dos cosas?
SooRin carcajea soltándose del agarre de
YangMi. –SungMin es un hombre muy caballeroso~ amable~ además… –suspira–. Es
muy sexy.
–Okey… préstame tu teléfono.
–¿Mi teléfono? –SooRin extiende su mano
entregando el teléfono.
–Voy a llamar a un manicomio. –YangMi bromea
haciendo que SooRin suelte una carcajada.
–Es solo porque apenas lo acabas de conocer,
pero en realidad SungMin es un tipo muy… –de nuevo las mejillas de SooRin se
ruborizan y la sonrisa de enamorada aparece.
–¡Lo conozco más de lo que crees!
–¿Si? ¿De dónde lo conoces? ¿Desde cuándo?
YangMi suspira. –Olvídalo. No tiene caso, es
una larga historia. –rápidamente cambia la conversación–. ¿Sabes quién si es un caballero? HeoJun.
Además, es muy guapo, alto y se nota que le gustas.
–¿Qué dices?
–SooRin hace muecas–. Son ideas tuyas.
–Estas muy ciega RinRin. –YangMi ríe–. HeoJun está
loquito por ti, se nota demasiado.
–Pues a mí no me interesa él.
–¿Qué no te interesa quién? –de pronto el jefe
aparece.
–¡Jefe!
-las dos responden al unísono.
–RinRin –llama el jefe con expresión seria–. ¿Se
trata de algún chico? ¿Lo conozco?
YangMi mira un poco confundida.
–RinRin –insiste el jefe al no obtener
respuesta.
–Papá por favor… no me avergüences… -pide
SooRin con un puchero.
–¿Papá? –YangMi los mira uno a uno y finalmente
entiende la situación; Las palabras que dijo el jefe antes de irse: “Debo ir a visitar a mi amada en las
montañas” se refería a ver a su esposa y la madre de SooRin en una tumba.
–Está bien, pero tú y yo hablaremos en casa
jovencita. –el jefe se retira mientras continúa murmurando. –Si alguien quiere
estar con mi niña yo debo aprobarlo primero…
–Eish… -SooRin mira a su padre irse–. papá…
YangMi sonríe nostálgica. –Mi padre también es
sobreprotector.
–Mi padre no es sobreprotector, es entrometido
–SooRin ríe.
–Está bien. –YangMi toma aire profundo–. Han
sido demasiadas revelaciones por un día. Voy a mi lugar de tortura… digo, de
trabajo.
Al entrar a la bodega SungMin ya tiene su
uniforme puesto; una camiseta anaranjada con el logo del minimarket más un
overol de jean sin cerrar la parte superior, en su lugar las mangas están
atadas a la cintura.
La llegada de víveres e implementos es diaria
en la bodega ya que el minimarket está ubicado en una zona muy concurrida y
están abasteciéndose continuamente por la demanda de clientela.
–Oh YangMi –SungMin la mira entrar–. Por favor
mueve esas cajas vacías hacia esa esquina para el reciclaje y hacer espacio
para la mercadería que va a llegar.
YangMi mira a SungMin extrañada. –¿Y a este que le pasa…? –el jefe surge
detrás de una estantería marcando el inventario en su lista. –Oh claro… había
alguien más aquí y por eso me trata decentemente… hipócrita… –se fuerza a
sonreír y esta vez habla en tono alto para ser escuchada–. Si oppa, ahora mismo
lo hago. Solo voy a ponerme mi uniforme~ –Termina su frase usando un tono nasal
y empalagoso, adorable al oído de la mayoría de los hombres y SungMin no es la
excepción, esa respuesta lo saca de su concentración poniéndolo en una mezcla
de sentimientos entre asombro y… gusto.
Si SungMin quería jugar a fingir ser una buena
persona delante de los demás, ella no iba a quedarse atrás, también tiene sus
armas.
YangMi se adentra en el cuarto de baño para
abrir el gabinete donde está su uniforme que solo consta de una camiseta
anaranjada al igual que la que usa SungMin, pero a ella no le ha sido entregado
un overol. Sale a prisa del baño usando los pantalones jean con los que ha
llegado, la camiseta y guantes, su cabello atado en media coleta, pero unos
mechones escapan del agarre por lo corto del cabello, se dirige a SungMin con
una sonrisa adorable.
–Oppa. ¿Qué cajas me pediste mover? –mantiene su expresión.
–Eh… -torpemente él señala–. Esas de allá…
YangMi se dirige al sector señalado pasando
entre las filas de estanterías donde se encuentra con su jefe y finge apenas
notar su presencia.
–Oh jefe… ¿Estaba aquí? –sonríe.
–Si –el jefe responde reciproco a la amabilidad
de la joven–. Me alegra ver que se lleven mejor, durante la comida en la
barbacoa me pareció que había mal estar entre ustedes.
–Oh no no jefe -ella sonríe fingiendo modestia–.
Fue solo un mal entendido.
–Me alegra. –el jefe aprueba la actitud
demostrada por la joven–. Oh, es cierto. Debo darte un overol de trabajo… –la
mira de pies a cabeza–. No te lo he entregado porque los overoles que tengo guardados
son todos tallas grandes. Además, la estación está cambiando y pronto les daré
uniforme de tela más ligera para el clima. ¿Has escuchado SungMin?
–Si jefe, ya empieza a hacer calor. –responde el
mencionado desde algún lugar de la bodega.
–Tengo que ordenarte una talla extra
pequeña… –el jefe continúa analizando a
YangMi con algo de preocupación.
–¿Insinúa que soy enana? –YangMi ríe.
–Solo un poco... –el jefe ríe–. Bien, me retiro
para que hagan su trabajo.
–De acuerdo jefe –YangMi despide al jefe nasalizando
su voz una vez más mientras mantiene su dulce expresión, el jefe sale por la
puerta y ella cambia drásticamente su expresión para clavar una mirada
aniquiladora en SungMin.
–Sabía que solo fingías ser adorable por el
jefe –SungMin contraataca con la misma mirada aniquiladora y camina hacia ella
sacando algo de su bolsillo generando expectativa negativa y nerviosismo en
YangMi, extiende su mano–. Ten –entrega algo en las temblorosas manos de la
joven arriesgándose a que ella lo deje caer por la velocidad con la que lo hizo
y se va.
YangMi mira sus manos. –Mi teléfono… -mira a SungMin caminando hacia el final de
un pasillo bordeado por estanterías–. ¡¿Entonces si lo tenías tú?!
–Shh… –él la calló–. Tus gritos son molestos,
quiero trabajar en paz
–Hijo de… –ella apretó sus labios conteniendo
sus palabras.
---
Tras terminar el turno de la mañana Yang Mi se
siente libre al salir del trabajo y finalmente alejarse de Sung Min. Los días
se repitieron con la misma rutina y la semana terminó.
Temprano por la mañana del domingo la tía de
Yang Mi prepara el desayuno.
–¿Entonces hoy tienes el día libre? –cuestiona
la tía.
–Si –Yang Mi respira profundo con alivio.
–¿Tan duro es el trabajo? –la tía siente pena
por su sobrina–. Si es demasiado deberías buscar otro trabajo, además en dos
meses empezaras el semestre en la universidad y el horario no te dejará
trabajar.
–No es cansado tía, es solo que tengo un
compañero de trabajo que es muy molesto… Y bueno con lo de los horarios ya lo
pensé; en ese trabajo también hay turnos de la tarde, trataré de cambiarme de
turno. –le da un mordisco a la tostada servida frente a ella–. La paga es
demasiado buena como para dejar ese trabajo.
–Entiendo, pero… –la tía también se sienta a la
mesa– ¿Por qué intentas tan duro ganar dinero?
Yang Mi traga con dificultad, su tía empieza a
sospechar de las intenciones que realmente tiene.
–Piensa
rápido YangMi… –piensa para sí misma y se obliga a sonreír–. Por nada en
especial… es solo que podría necesitar dinero para la universidad o algo…
–Tus padres enviarán el dinero para la
matrícula y demás cosas que necesites. No creas que me desagrada que trabajes,
de hecho, es algo muy bueno, te enseñará a ser responsable, tus primos siempre
trabajaron en vacaciones y durante clases en uno que otro lugar, así pueden
comprarse esa ropa rara que tanto les gusta. –rodea sus ojos inconforme– Pero
en tu caso… siento que el dinero lo quieres para irte de esta casa. ¿Me
equivoco?
Yang Mi se atraganta con un bocado de jugo que
bebió. –Tía…
–Entonces si es tu intención. –la tía se
muestra triste.
Yang Mi suspira. –No es por ti tía, es por mis
padres. Salí de casa de ellos porque ellos fueron los que me enviaron. Aun no
hago algo por que sea mi decisión, aunque sea mayor de edad ellos siguen
controlando mi vida.
–Puedo comprender eso, pero ¿Cómo vas a pagar
un lugar donde vivir, alimentarte y además costear tus estudios? No digo que
sea imposible porque yo lo hice. –sonríe orgullosa–. Pero es demasiado duro.
¿Por qué crees que aún tengo a mis hijos viviendo conmigo? Porque no quiero que
pasen las dificultades que yo pasé y lo mismo siento por ti, eres como la hija
que siempre quise tener.
Los ojos de Yang Mi empiezan a humedecerse.
–Tía…
–No debes preocuparte, jamás te limitaré como
solían hacer tus padres. También fui joven un día –sonríe– por eso les doy a
mis hijos la libertad de elegir lo que quieren hacer con sus vidas, pero eso
sí, los vigilo de lejitos para no dejar que se descarrilen por completo
mientras viven su juventud y la disfrutan. –pone su mano sobre la mano de su
sobrina– Y me gustaría que me permitas vigilarte de lejitos. ¿Qué dices?
–Tía… –las lágrimas de Yang Mi no pueden seguir
siendo contenidas y llora–. ¿Por qué no fuiste tú mi madre?
La tía sonríe. –Tampoco es así –le da
palmaditas a su sobrina consolándola– Tu madre te educó creyendo que hacía lo
correcto pero los adultos muchas veces nos equivocamos. –abraza a Yang Mi y es
correspondida– ¿Supongo que ese es un sí? ¿Me dejaras vigilarte de lejos y no
te iras de esta casa?
–No me iré tía. Gracias. –Yang Mi lloró
desconsolada.
La puerta de la entrada principal suena de
repente y las dos mujeres en la cocina dejan de abrazarse mirándose con la
misma expresión alerta. Caminan dudosas hasta la sala para encontrarse con un
encapuchado alto que deja caer en el piso una gran mochila y se agacha para
desatar los cordones de sus zapatos.
Yang Mi no termina de asimilar la situación
mientras su tía corre hacia el sujeto para abrazarlo como si fuera una pequeña
recibiendo a su novio, pequeña ya que notablemente el sujeto es más alto que
ella.
–¡Olvidé por completo que regresabas hoy!
–exclama emocionada la tía colgada en un abrazo al sujeto.
–Claro, es común en ti olvidarte de tu hijo.
–menciona el encapuchado sonriente y levanta su mirada para notar la presencia
de Yang Mi, la sonrisa se le borra del rostro y levanta sus cejas con asombro–.
Mamá… –se aparta del estrujante abrazo de su madre–. ¿Tienes visitas…?
Yang Mi sonríe al comprender que ese
encapuchado tan alto es su primo Byung Yoon y también corre hacia el como hizo
su tía previamente pretendiendo abrazarlo, pero el interpone sus manos
extrañado.
Continuará...
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