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Capítulo 19: Revelaciones…


–¡Hola RinRin!  –YangMi corre hacia su amiga al llegar al trabajo.
-–¿Qué te paso? –RinRin de da un breve abrazo a YangMi–. Te estuve llamando ayer todo el día.
–Ah… es que mi teléfono… –YangMi sonríe despistada–. Creo que lo perdí en el karaoke.
–Tremenda borrachera nos metimos ¿Verdad?  –RinRin carcajea como si alardeara de un gran logro.
–Ni me lo recuerdes. –YangMi hace muecas al recordar todo lo sucedido–. Por cierto, RinRin… ¿Por qué llorabas…?
–Ah… –SooRin baja su mirada hacia el piso y suelta un corto suspiro–. Ante ayer era el aniversario de la tienda y además aniversario de la muerte de mi madre.
–¿Qué?  –la noticia impacta a YangMi. –de repente sus ojos se llenan de lágrimas–. Lo lamento mucho RinRin… no sabía…  –abraza a su amiga.
–Está bien –acepta el abrazo–, no te preocupes. Ya paso hace tres años…
–Pero aun así… –YangMi no para de llorar–. Debes sentirte muy triste. Ahora entiendo porque lloraste con esa canción.
SooRin aparta el abrazo y le brinda una dulce sonrisa a su amiga. –Me pone triste pero feliz a la vez. Mi madre padeció cáncer y sufrió mucho con los tratamientos, pase todo el tiempo junto a ella tratando de aliviarla, pero no podía hacer nada. Al final… –su voz se quebranta momentáneamente–, cuando fueron los últimos minutos de vida de mi madre, ella me dijo que finalmente no sentía más dolor, estaba feliz y deseaba que yo sea feliz…
–Es por eso que festejamos el aniversario de la tienda –de pronto llega SungMin–, y también que la madre de RinRin ya no sufre más, está en un lugar mejor.
–Hola SungMin –saluda RinRin con un breve abrazo y sus mejillas se ruborizan.
YangMi observa poniéndose brevemente nerviosa ya que tendría que saludar a SungMin y no tiene ni las más mínimas ganas de hacerlo, pero es completamente ignorada por SungMin cuando este pasa junto a ella sin siquiera mirarla.
–Ese cretino…. –YangMi se siente indignada al ser ignorada y murmura–. Digo… no es que me importe si me saluda o no, pero… –aprieta su mandíbula–. No importa. –mira a su amiga solo para notar el rubor en las mejillas de esta y una mirada completamente prendida en el sujeto que camina por el pasillo de la tienda hasta perderse por la puerta que da a la bodega–. ¡Ey! –chasquea los dedos con intención de llamar la atención de su amiga.
–¿Qué? –RinRin regresa su mirada hacia YangMi con una leve sonrisa y ojos muy brillantes.
Una expresión de horror se dibuja en el rostro de YangMi. –No me digas que…
–Si. –RinRin sonríe ampliamente. –Me gusta SungMin.
–¿¡Que?!  –YangMi suelta un pequeño grito ahogado tomando a su amiga por los hombros–. ¡¿Estas ciega o loca?! ¿O las dos cosas?
SooRin carcajea soltándose del agarre de YangMi. –SungMin es un hombre muy caballeroso~ amable~ además… –suspira–. Es muy sexy.
–Okey… préstame tu teléfono.
–¿Mi teléfono? –SooRin extiende su mano entregando el teléfono.
–Voy a llamar a un manicomio. –YangMi bromea haciendo que SooRin suelte una carcajada.
–Es solo porque apenas lo acabas de conocer, pero en realidad SungMin es un tipo muy… –de nuevo las mejillas de SooRin se ruborizan y la sonrisa de enamorada aparece.
–¡Lo conozco más de lo que crees!
–¿Si? ¿De dónde lo conoces? ¿Desde cuándo?
YangMi suspira. –Olvídalo. No tiene caso, es una larga historia. –rápidamente cambia la conversación–.  ¿Sabes quién si es un caballero? HeoJun. Además, es muy guapo, alto y se nota que le gustas.
–¿Qué dices?  –SooRin hace muecas–. Son ideas tuyas.
–Estas muy ciega RinRin. –YangMi ríe–. HeoJun está loquito por ti, se nota demasiado.
–Pues a mí no me interesa él.
–¿Qué no te interesa quién? –de pronto el jefe aparece.
–¡Jefe!  -las dos responden al unísono.
–RinRin –llama el jefe con expresión seria–. ¿Se trata de algún chico? ¿Lo conozco?
YangMi mira un poco confundida.
–RinRin –insiste el jefe al no obtener respuesta.
–Papá por favor… no me avergüences… -pide SooRin con un puchero.
–¿Papá? –YangMi los mira uno a uno y finalmente entiende la situación; Las palabras que dijo el jefe antes de irse: “Debo ir a visitar a mi amada en las montañas” se refería a ver a su esposa y la madre de SooRin en una tumba.
–Está bien, pero tú y yo hablaremos en casa jovencita. –el jefe se retira mientras continúa murmurando. –Si alguien quiere estar con mi niña yo debo aprobarlo primero…
–Eish… -SooRin mira a su padre irse–. papá…
YangMi sonríe nostálgica. –Mi padre también es sobreprotector.
–Mi padre no es sobreprotector, es entrometido –SooRin ríe.
–Está bien. –YangMi toma aire profundo–. Han sido demasiadas revelaciones por un día. Voy a mi lugar de tortura… digo, de trabajo.

Al entrar a la bodega SungMin ya tiene su uniforme puesto; una camiseta anaranjada con el logo del minimarket más un overol de jean sin cerrar la parte superior, en su lugar las mangas están atadas a la cintura.
La llegada de víveres e implementos es diaria en la bodega ya que el minimarket está ubicado en una zona muy concurrida y están abasteciéndose continuamente por la demanda de clientela. 
–Oh YangMi –SungMin la mira entrar–. Por favor mueve esas cajas vacías hacia esa esquina para el reciclaje y hacer espacio para la mercadería que va a llegar.
YangMi mira a SungMin extrañada.  –¿Y a este que le pasa…? –el jefe surge detrás de una estantería marcando el inventario en su lista. –Oh claro… había alguien más aquí y por eso me trata decentemente… hipócrita… –se fuerza a sonreír y esta vez habla en tono alto para ser escuchada–. Si oppa, ahora mismo lo hago. Solo voy a ponerme mi uniforme~ –Termina su frase usando un tono nasal y empalagoso, adorable al oído de la mayoría de los hombres y SungMin no es la excepción, esa respuesta lo saca de su concentración poniéndolo en una mezcla de sentimientos entre asombro y… gusto.
Si SungMin quería jugar a fingir ser una buena persona delante de los demás, ella no iba a quedarse atrás, también tiene sus armas.
YangMi se adentra en el cuarto de baño para abrir el gabinete donde está su uniforme que solo consta de una camiseta anaranjada al igual que la que usa SungMin, pero a ella no le ha sido entregado un overol. Sale a prisa del baño usando los pantalones jean con los que ha llegado, la camiseta y guantes, su cabello atado en media coleta, pero unos mechones escapan del agarre por lo corto del cabello, se dirige a SungMin con una sonrisa adorable.
–Oppa. ¿Qué cajas me pediste mover?  –mantiene su expresión.
–Eh… -torpemente él señala–. Esas de allá…
YangMi se dirige al sector señalado pasando entre las filas de estanterías donde se encuentra con su jefe y finge apenas notar su presencia.
–Oh jefe… ¿Estaba aquí? –sonríe.
–Si –el jefe responde reciproco a la amabilidad de la joven–. Me alegra ver que se lleven mejor, durante la comida en la barbacoa me pareció que había mal estar entre ustedes.
–Oh no no jefe -ella sonríe fingiendo modestia–. Fue solo un mal entendido.
–Me alegra. –el jefe aprueba la actitud demostrada por la joven–. Oh, es cierto. Debo darte un overol de trabajo… –la mira de pies a cabeza–. No te lo he entregado porque los overoles que tengo guardados son todos tallas grandes. Además, la estación está cambiando y pronto les daré uniforme de tela más ligera para el clima. ¿Has escuchado SungMin?
–Si jefe, ya empieza a hacer calor. –responde el mencionado desde algún lugar de la bodega.
–Tengo que ordenarte una talla extra pequeña…  –el jefe continúa analizando a YangMi con algo de preocupación.
–¿Insinúa que soy enana? –YangMi ríe.
–Solo un poco... –el jefe ríe–. Bien, me retiro para que hagan su trabajo.
–De acuerdo jefe –YangMi despide al jefe nasalizando su voz una vez más mientras mantiene su dulce expresión, el jefe sale por la puerta y ella cambia drásticamente su expresión para clavar una mirada aniquiladora en SungMin.
–Sabía que solo fingías ser adorable por el jefe –SungMin contraataca con la misma mirada aniquiladora y camina hacia ella sacando algo de su bolsillo generando expectativa negativa y nerviosismo en YangMi, extiende su mano–. Ten –entrega algo en las temblorosas manos de la joven arriesgándose a que ella lo deje caer por la velocidad con la que lo hizo y se va.
YangMi mira sus manos. –Mi teléfono…  -mira a SungMin caminando hacia el final de un pasillo bordeado por estanterías–. ¡¿Entonces si lo tenías tú?!
–Shh… –él la calló–. Tus gritos son molestos, quiero trabajar en paz
–Hijo de… –ella apretó sus labios conteniendo sus palabras.
---
Tras terminar el turno de la mañana Yang Mi se siente libre al salir del trabajo y finalmente alejarse de Sung Min. Los días se repitieron con la misma rutina y la semana terminó.  
Temprano por la mañana del domingo la tía de Yang Mi prepara el desayuno.
–¿Entonces hoy tienes el día libre? –cuestiona la tía.
–Si –Yang Mi respira profundo con alivio.
–¿Tan duro es el trabajo? –la tía siente pena por su sobrina–. Si es demasiado deberías buscar otro trabajo, además en dos meses empezaras el semestre en la universidad y el horario no te dejará trabajar.
–No es cansado tía, es solo que tengo un compañero de trabajo que es muy molesto… Y bueno con lo de los horarios ya lo pensé; en ese trabajo también hay turnos de la tarde, trataré de cambiarme de turno. –le da un mordisco a la tostada servida frente a ella–. La paga es demasiado buena como para dejar ese trabajo.
–Entiendo, pero… –la tía también se sienta a la mesa– ¿Por qué intentas tan duro ganar dinero?
Yang Mi traga con dificultad, su tía empieza a sospechar de las intenciones que realmente tiene.
Piensa rápido YangMi… –piensa para sí misma y se obliga a sonreír–. Por nada en especial… es solo que podría necesitar dinero para la universidad o algo…
–Tus padres enviarán el dinero para la matrícula y demás cosas que necesites. No creas que me desagrada que trabajes, de hecho, es algo muy bueno, te enseñará a ser responsable, tus primos siempre trabajaron en vacaciones y durante clases en uno que otro lugar, así pueden comprarse esa ropa rara que tanto les gusta. –rodea sus ojos inconforme– Pero en tu caso… siento que el dinero lo quieres para irte de esta casa. ¿Me equivoco? 
Yang Mi se atraganta con un bocado de jugo que bebió. –Tía…
–Entonces si es tu intención. –la tía se muestra triste.
Yang Mi suspira. –No es por ti tía, es por mis padres. Salí de casa de ellos porque ellos fueron los que me enviaron. Aun no hago algo por que sea mi decisión, aunque sea mayor de edad ellos siguen controlando mi vida.
–Puedo comprender eso, pero ¿Cómo vas a pagar un lugar donde vivir, alimentarte y además costear tus estudios? No digo que sea imposible porque yo lo hice. –sonríe orgullosa–. Pero es demasiado duro. ¿Por qué crees que aún tengo a mis hijos viviendo conmigo? Porque no quiero que pasen las dificultades que yo pasé y lo mismo siento por ti, eres como la hija que siempre quise tener.
Los ojos de Yang Mi empiezan a humedecerse. –Tía…
–No debes preocuparte, jamás te limitaré como solían hacer tus padres. También fui joven un día –sonríe– por eso les doy a mis hijos la libertad de elegir lo que quieren hacer con sus vidas, pero eso sí, los vigilo de lejitos para no dejar que se descarrilen por completo mientras viven su juventud y la disfrutan. –pone su mano sobre la mano de su sobrina– Y me gustaría que me permitas vigilarte de lejitos. ¿Qué dices?
–Tía… –las lágrimas de Yang Mi no pueden seguir siendo contenidas y llora–. ¿Por qué no fuiste tú mi madre?
La tía sonríe. –Tampoco es así –le da palmaditas a su sobrina consolándola– Tu madre te educó creyendo que hacía lo correcto pero los adultos muchas veces nos equivocamos. –abraza a Yang Mi y es correspondida– ¿Supongo que ese es un sí? ¿Me dejaras vigilarte de lejos y no te iras de esta casa?
–No me iré tía. Gracias. –Yang Mi lloró desconsolada.
La puerta de la entrada principal suena de repente y las dos mujeres en la cocina dejan de abrazarse mirándose con la misma expresión alerta. Caminan dudosas hasta la sala para encontrarse con un encapuchado alto que deja caer en el piso una gran mochila y se agacha para desatar los cordones de sus zapatos.
Yang Mi no termina de asimilar la situación mientras su tía corre hacia el sujeto para abrazarlo como si fuera una pequeña recibiendo a su novio, pequeña ya que notablemente el sujeto es más alto que ella.
–¡Olvidé por completo que regresabas hoy! –exclama emocionada la tía colgada en un abrazo al sujeto.
–Claro, es común en ti olvidarte de tu hijo. –menciona el encapuchado sonriente y levanta su mirada para notar la presencia de Yang Mi, la sonrisa se le borra del rostro y levanta sus cejas con asombro–. Mamá… –se aparta del estrujante abrazo de su madre–. ¿Tienes visitas…?
Yang Mi sonríe al comprender que ese encapuchado tan alto es su primo Byung Yoon y también corre hacia el como hizo su tía previamente pretendiendo abrazarlo, pero el interpone sus manos extrañado.






Continuará...

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