Al escuchar un grito femenino SungMin quita la
manta de su cabeza sorprendido y la luz se enciende. Ante sus ojos hay una
mujer completamente desnuda escurriendo agua. Hay unos segundos de silencio
antes de un grito aterrador por parte de los dos.
El grito de SungMin se desvanece lentamente
mientras continúa observándola con sus ojos inmensamente abiertos, pero estos ya
no se centran en su rostro, de un segundo a otro pasaron a escanearla por completo
y ella lo nota, esto que le recuerda que está desnuda y finalmente reacciona
para jalar rápidamente la manta de la cama para cubrir su desnudes.
- ¡¿Quién eres?! –grita ella aterrada- ¡Deja de
mirarme!
- Yo… yo…
-SungMin se levanta lentamente de la cama tratando de entender la
situación- soy amigo de… -de repente sonríe pretendiendo entender lo que
sucede- ¿ByungYoon a traído una chica a su habitación? -Camina hacia el baño- Oye ByungYoon
desgraciado, te lo traías bien calladito…
Antes que pudiera decir más; SungMin se
desploma al piso inconsciente, YangMi lo ha golpeado con una biblia de pasta
dura de madera con más de mil páginas y borde de oro, podría ser una reliquia
familiar, fue lo primero que ella encontró a su alcance y lo usó para atacar al
intruso.
YangMi rápidamente corre hacia el armario para
sacar lo primero que esté al alcance y se viste a prisa mientras la mejilla de SungMin
reposa sobre el piso, pero este empieza a recobrar la conciencia lentamente,
YangMi toma un cinturón de elástico llevando las manos de SungMin a su espalda
y lo ata rápidamente antes que este despierte por completo, en la silla frente
al escritorio cuelga un pequeño bolso con correa, también lo usa para asegurar
los pies del intruso. Una vez inmovilizado él recobra la conciencia por completo
y se desespera al notarse atado de pies y manos, esta boca abajo y no puede
voltearse ya que el pie de quien lo ha atado está presionando su espalda.
- Maldita sea… -YangMi nerviosa sostiene el teléfono
en sus manos- no se la dirección de esta casa… si llamo a la policía…
- ¡¿Qué?! –SungMin intenta retorcerse, pero le
es imposible- ¡Oye! ¡Oye! No llames a la policía.
- Hola tío -ella habla por teléfono- Apresúrate
en venir, alguien se ha metido en la casa.
- ¿Tío? –cuestiona SungMin- ¿Quién eres tú?
- Eso debería preguntarlo yo. ¡Quédate
quieto! -presiona con más fuerza su pie pegándolo
al piso.
- Yo soy amigo de ByungYoon –él intenta gritar,
pero suena más como un gruñido- ¡Esta es la habitación de ByungYoon!
YangMi duda pero decide no arriesgarse y lo
mantiene contra el piso por unos minutos hasta que la puerta principal de la
casa es azotada y la voz de su tío alarmada se escucha acercarse.
- ¡¿YangMi?! ¡¿YangMi?! –el tío entra en la
habitación- ¿Estas bien? ¿Qué paso?
-mira al intruso en el piso.
- Tío, este sujeto se ha metido a la casa… -quita su pie de la espada de SungMin.
- Señor Lee… -SungMin intenta respirar.
- ¿SungMin?
-el tío se sorprende y la preocupación se ha ido. Sonríe- Pensé que
sería un ladrón, vine tan a prisa que deje a mi esposa en el restaurante…
-respira aliviado.
- ¿Lo conoces tío? –YangMi esta confundida.
- Si. –el tío se pone de rodillas para desatar
a SungMin- es nuestro vecino y amigo de ByungYoon.
- ¡Se lo dije!
-SungMin se queja- Pero ella me ataco…
-se pone de pie con la ayuda del señor Lee.
- Me sorprendió mucho, -YangMi se justifica- Pensé
que era un ladrón o algo…
- ¿Entraste por la ventana? -el señor Lee le pregunta sonriente a
SungMin.
- Si… -SungMin se lleva la mano a la cabeza
cerrando con fuerza sus ojos y una expresión de dolor, regresa su mano hacia su
rostro para mirarla, hay una débil mancha en su dedo- ¡Sangre!
- ¿Qué?
-El señor Lee toma la mano de SungMin para ver y rápidamente va a su
cabeza para revisar haciéndole caso omiso a los quejidos del agredido- tienes
una cortada… creo que el golpe fue duro… -regresa su mirada hacia YangMi- ¿Con
que lo golpeaste?
YangMi apenada señala la biblia en la cama. –
Fue lo primero que encontré…
SungMin mira hacia la cama. - ¿Qué es eso? Sentí como si me hubieran golpeado con un
bloque de concreto. –Sostiene su cabeza- Me duele… -Mira a YangMi- ¿Estás loca?
Como se te ocurre atacarme de esa forma.
- Tu eres el loco –YangMi reclama- entras a una
casa que no es la tuya. Yo solo me defendí.
- Puedo demandarte por agresión. –Da un paso
hacia YangMi- ¿Lo sabes?
- ¿Si? -ella no se intimida- Pues yo te demandaré por
allanamiento. ¿Qué te parece?
- Muchachos, muchachos -el tío sonríe- Vamos a
calmarnos. –Mira a YangMi- Creo que tienes que disculparte con él
- Pero Tío… -YangMi se niega, pero ante el
amable pedido de la mirada de su tío cede- Lo… lamento…
SungMin contiene una sonrisa victoriosa, cosa
que no le dura mucho.
- Y tu SungMin, también tienes que disculparte
con mi sobrina.
- Pero señor Lee… -SungMin tampoco puede contra
la mirada del señor Lee- Yo ni sabía que ella estaba aquí… bueno. Lo lamento. –rodea
sus ojos.
- Bien. Todo arreglado. –el tío está
satisfecho- SungMin, vamos al hospital para que te revisen –lo lleva del brazo-
y de ahora en adelante ya no entres por la ventana. Mi sobrina va a vivir aquí
ahora.
- No volveré a entrar por la ventana señor Lee.
–hace muecas de dolor mientras es llevado.
- YangMi, ponte un abrigo y acompáñanos. –Grita
desde abajo su tío.
- ¿Qué los acompañe? –se pregunta a sí misma.
Suspira y obedece; abre su armario y toma un abrigo para bajar.
Un taxi se detiene frente a la casa y de este
baja la tía con dos bolsas grandes de papel estampadas con el logo de un
restaurante, corre hacia la puerta de su casa y entra.
- ¡Cariño! ¡Nena! -alarmada y ve a YangMi bajando las gradas
mientras su esposo sostiene del brazo a SungMin- ¿Qué paso?
- Falsa alarma cariño –El señor Lee sonríe.
- Ni siquiera debí esperar a que me entregaran
la comida –muestra las bolsas en sus manos- No tienes idea de lo preocupada que
estaba. –suspira aliviada- Qué bueno que fue una falsa alarma, pero… Ya llamé a la po…
Una sirena se escucha y las luces rojas y azul
invaden el ambiente de la noche, el señor Lee sale para explicar la situación a
los oficiales y regresa dentro con su familia.
El tío sonríe. –Bien. La policía se ha ido. Les
conté que solo era nuestro vecino que como siempre entro por la ventana. No
sabía que YangMi estaba aquí y ella lo golpeo con…
- Disculpen –SungMin interrumpe- ¿Podemos
contar la historia de camino al hospital? Siento que me desangro.
- Exagerado… -murmura YangMi.
- Tienes razón. –el tío sonríe despistado-
vamos al hospital.
Dos horas después en la sala de espera del
hospital YangMi platica con su tía de lo sucedido, ha omitido la parte en la
que ella estaba desnuda. El señor Lee sale con SungMin y se acerca a ellas.
- ¿Qué les ha dicho el medico? -pregunta la tía con preocupación.
- SungMin está bien. Le han hecho una
tomografía y solo es una contusión leve, aunque tuvieron que coserle un punto y
tendrá un gran chichón por unos días. Le han recetado medicamentos, la
enfermera vendrá a entregarnos la receta.
- Oh… pobre pequeño… -La tía lo consuela.
- Señor Ryu SungMin –llama una enfermera.
- Soy yo. –SungMin levanta su mano y la
enfermera se acerca.
- Esta es su receta –entrega una hoja de papel-
puede retirar los medicamentos en farmacia –señala- queda al final del pasillo.
- Si, gracias. –SungMin intenta leer lo escrito
en la receta.
- Yo retiraré la receta SungMin –el señor Lee
toma la receta- Pueden esperar aquí. –se va
- Espera cariño, voy contigo. –la esposa va con
él.
En la deshabitada sala de espera solo quedan
SungMin y YangMi; ella sentada y él de pie mirándola con todo el rencor
posible. Ninguno de los dos dice una palabra por varios segundos hasta que YangMi
se cansa de la mirada acusadora que ya se volvió imposible de ignorar.
- ¡Deja de mirarme así! –reclama ella con una
mueca.
- Esa mueca… -De repente SungMin intenta
recordar- ¿Te conozco de antes?
- ¿Qué? –YangMi lo mira con su ceño fruncido-
Pues sí, te metiste a mi habitación ¿Te acuerdas? –murmura- idiota…
- No me refiero a hoy. Antes. Hace días… -se
acerca a ella- Creo que te conozco… -la mira detenidamente, estira su mano
hacia la frente de YangMi y le retira el flequillo. Su mente rápidamente la imagina
con cabello largo y finalmente la ha recordado.
- ¡No me toques! –YangMi le aparta la mano y se
pone de pie.
- ¡Eres tú! –la señala.
- ¿Eh? –ella lo mira extrañada.
- ¡Tú me acusaste de vender marihuana!
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