¿Amistad?
–Hyung
–respondió Loco al teléfono.
–¿Dónde
estás? –cuestionó Jay al otro lado de la línea.
–¿Para
qué iba a quedarme? Yo no voy a bailar, no se bailar.
–Para
ver a las bailarinas conmigo –rio–. Aquí está _____ ¿cierto? No sé si la elegiré,
pero podría torturarla un rato.
–Hyung
–regresó su mirada hacia ______–. Ya déjala tranquila.
–Tranquilo.
Solo me gusta molestarla un poco.
–Lo
digo enserio hyung, deja de molestarla.
–Bien
bien, como digas ¿Dónde estás?
–De
hecho, estoy con –______ le tapó la boca de inmediato y negó con su cabeza.
–¿Con?
–Con…
muchas cosas por hacer. Te veo después en la oficina Hyung.
–Está
bien, pero te estas perdiendo de un buen espectáculo.
–Puedo
vivir sin ello. Bye –rio Loco y cortó la llamada.
–¿Así
que a Jay le gusta torturarme? –mencionó ella frunciendo el ceño.
–¿No
sabes que escuchar las conversaciones ajenas es de mala educación? –le pellizcó
una mejilla.
–¡Auch!
–ella refregó su mejilla e hizo un mohín.
–Adorable
–canturreó él mirándola sonriente–. Me gustan esas muecas –intentó repetir su
acción.
–¡Ni
lo intentes! –ella se cubrió ambas mejillas y rio–. Oppa.
–Dime.
–Gracias
por defenderme.
–¿Qué?
–De
Jay, diciéndole que me deje tranquila.
–Él
no es una mala persona, solo es un poco inmaduro cuando le gusta… una chica.
–Yo
no le gusto, él no sabe lo que quiere –se cruzó de brazos y de inmediato cambió
el tema de conversación–. ¿Y a dónde vamos?
–Podríamos
y a AOMG o a mi departamento.
–¿Tienes
departamento?
–Por
su puesto.
–¿Para
ti solito?
–Si
¿Acaso pensabas que vivo en AOMG? –carcajeó.
–Bueno,
técnicamente todos pasan mas tiempo ahí que en sus casas ¿No?
–Eso
es cierto.
–Pero
pensé que tal vez vivías en casa de tus padres…
–Soy
un hombre adulto ¿porque viviría con mis padres a mi edad?
–¿Qué
edad tienes? ¿20? –rio.
–No
sé si tomarlo como un cumplido o un insulto, pero lo dejaré pasar por esta vez –sonrió–.
Entonces –aclaró su garganta y titubeó un poco–… mi departamento talvez no… no
es buena idea… no quiero que pienses que… que…
–¿Qué?
–No
nada –se ruborizó–. Mejor a la oficina donde hay mucha gente y no estaremos
solos.
–¿SamD
está en AOMG?
–Claro,
él también vive ahí –rio.
–Ah…
y si mejor vamos a otro lugar…
–¿También
lo evitas?
–Si,
es mejor de esa forma.
–¿Y
porque no me evitas a mí? ¿no estaba yo también en el pentágono amoroso?
–Pentágono…
¿qué dices…? –bajó su cabeza algo avergonzada.
–¿No
soy considerado como un candidato de ese lio amoroso?
–Oppa
–sonrojándose le dio un golpecito en el brazo–. Las cosas no eran de esa forma…
solo… ¿podríamos no hablar de eso?
–De
acuerdo –él suspiró–. Entonces ¿está bien si vamos a mi apartamento?
–Si.
–Ok
–puso en marcha el auto.
–No.
Espera… no es buena idea –ella recordó el malentendido con SamD y Jay. No
quería que pase lo mismo con Loco.
–Lamento
no poder ir a cualquier lugar como la gente normal, en estos momentos debo
mantener el perfil bajo porque mi álbum está por salir.
–Si,
entiendo eso. Tampoco es como si fuera una cita o algo así –rio incómoda–. ¿Por
qué rayos dije eso? –negó con sus manos–. No me hagas caso. Vamos a AOMG.
–Está
bien –Loco rio al verla tan nerviosa. De pronto tenía esperanza de gustarle,
aunque sea un poco a ella.
En
el camino Loco contaba detalles de su video y el cómo se le había complicado un
poco la actuación, pero estaba tan emocionado por ver el resultado que no podía
evitar la emoción. Al llegar subieron a la sala, donde había una pantalla gigante,
sillones y pufs, cuando entraron se encontraron a SamD y Chacha que jugaban un videojuego,
SamD regresó su mirada al oír la puerta abrirse y al ver a ______ regresó su
atención a la pantalla.
–He
vuelto –anunció Loco.
–Hola
chicos –saludó ella intentando sonar lo más natural posible–. ¿Quién va
ganando?
–Ey
–respondió Chacha sin quitar su mirada de la pantalla–. Obviamente yo, eso ni
se pregunta.
–Eso
es lo que tú crees –gruñó SamD apretando sus dientes y presionando a
desesperadamente los botones de su mando–. ¡Ah! ¡No! ¡No!
–¡Y
yo gano! ¡De nuevo! –vitoreó Chacha levantando sus manos.
–Me
rindo –suspiró SamD dejando el mando sobre la mesa baja delante suyo y se puso
de pie para caminar hacia Loco–. ¿Y JaeBeom? ¿No se fue contigo?
–Si,
pero se ha quedado escogiendo los bailarines para su video.
–Pensé
que ibas a ayudarlo con eso.
–No.
Yo solo iba para ver a ______ –sonrió mirándola a su lado.
–Mh…
bien –respondió SamD mirándola por un breve momento.
–Vinimos
a ver mi video musical –continuó Loco.
–Es
verdad, aun no lo ves.
–¿Tú
lo has visto ya?
–Por
supuesto. Los CEOs deben aprobar el video antes de publicarlo.
–¡Veámoslo!
–exigió ella sonriente.
–Veamos
al gran Loco en pantalla grande –canturreó Chacha apuntando el mando hacia el
televisor para poner youtube y buscó el video.
______
rápidamente se sentó en el sofá junto a Chacha poniendo toda la atención a la
pantalla, Loco se sentó también junto a ella, pero él puso más atención a la reacción
de ______ que al video.
–¡Wow!
–exclamó ella aplaudiendo–. Ponlo de nuevo –le pidió sonriente a Chacha.
–Vaya
–rio Chacha–. Si que te ha gustado.
–¿Bromeas?
¡Es genial! –regresó su mirada hacia Loco–. Oppa ¡Eres tan genial! ¿me das un
autógrafo?
–¿Q…ué?
–tartamudeó Loco y sonrió sonrojado.
–Acaba
de recordar que eres un artista famoso.
–¡Si!
–confirmó ella.
–¿Es
que lo habías olvidado? –cuestionó Loco.
–No
–ella rio–. Solo bromeaba.
–Bien…
Nos vamos a comer algo –mencionó SamD–. ¿Vienen?
–Yo
no tengo hambre –negó ella.
–Yo
tampoco –secundó Loco–. Ustedes vayan a comer, nosotros nos quedamos.
–Está
bien. Regresaremos después.
SamD
y Chacha salieron del salón y ______ tomó el mando para volver a poner el
video.
–Wow
–dijo ella mirando la pantalla–. Te ves tan apuesto en el video.
–¿Solo
en el video?
–Siempre
te ves muy adorable.
–¿Pero
no apuesto?
–Si,
también apuesto, pero mayormente, adorable.
–¿Crees
que soy adorable? –él sonrió.
–Si,
lo eres –ella lo miró y sonrió.
–¿Si?
–Si…
Los
dos se miraron y se sonrojaron, apartaron la mirada rápidamente y un silencio
incomodo invadió el lugar.
–¿Sabes
jugar? –cuestionó él en un intento de salir de la incomodidad.
–Umm…
un poco.
–Juguemos
entonces –él le entregó uno de los mandos.
–De
acuerdo.
Loco
escogió un videojuego de luchas con una sonrisa pícara y lo puso en la consola
para luego sentarse junto a ella.
–¿Luchas?
–cuestionó ella al ver la pantalla.
–Si…
iré fácil contigo, no te preocupes.
–Como
quieras –ella contuvo una sonrisa.
Empezaron
a jugar y en el primer asalto ______ observó las manos de Loco analizando su forma
de jugar mientras él le explicaba como jugar demostrando todas sus habilidades
para ganarle a ella.
–Lo
siento –dijo él entre risas–. Te lo dejaré más fácil ahora.
Jugaron
una nueva partida y Loco volvió a ganar sin esfuerzo.
–¿Qué
deberíamos hacer? –cuestionó él fingiendo tristeza–. Perdiste de nuevo… ¿Otra
pelea?
–Si…
pero oppa ¿sabes cómo sería más divertido?
–¿Cómo?
–Apostando.
–¿Estás
segura de querer apostar? Podrías perder mucho –rio él.
–Es
más emocionante si hay una apuesta.
–¿Que
apostamos?
–Quien
gana pide lo que quiere.
–¿Como
un deseo?
–Si,
un deseo.
–¡Trato
hecho!
Loco
volvió a elegir el mismo personaje y ______ buscó a Athena, al seleccionar
aquel personaje ella sonrió con malicia. El conteo regresivo para la pelea apareció
en pantalla y tan pronto la pelea inició, Athena ya le había restado la mitad
de la barra de vida a Ryo, el personaje con el que jugaba Loco y con audaces
piruetas ella lograba escabullirse de los ataques de Loco ganando así el primer
asalto con su barra de vida intacta.
Sin
poder creer lo que acababa de suceder, Loco miraba atónito la pantalla y cuando
regresó su mirada hacia ______ ella sonrió levantando su ceja ufana.
–¡Esto
no ha terminado! –exclamó Loco preparándose para el segundo asalto.
Loco
presionaba con desesperación cada botón existente en su mando intentando ganar,
pero fue inútil cuando con una combinación de los botones ______ sacó un combo
perfecto de golpes que dejo inmóvil al personaje de Loco aniquilándolo.
–M-me…
me has engañado ¡Eres una experta! –reclamó Loco mirándola.
–Y
no había jugado en bastante tiempo –sonrió orgullosa.
–¿Bromeas?
C-co-como puede ser… –tartamudeó aun sin poder creerlo.
–¿Qué?
–cuestionó ella carcajeando.
–¿Quién
eres?
–¿Nunca
jugaste esto con una chica?
–Si,
pero por lo general las chicas no saben jugar…
–Eso
es machista –ella rodeó los ojos.
–Solo
generalizaba un poco, pero tu… ¡Eres increíble!
–¿A
los chicos no les gusta qué una chica les gane en las peleítas?
–Claro
que no, no volveré a jugar contigo –frunció un puchero.
–¡Vamos!
No seas llorica –rio ella.
–¿Cómo
es que aprendiste a jugar así?
–Tengo
una amiga, pasaba mucho tiempo en su casa y ella tiene un hermano mayor así que
aprendí jugando con él.
–Ah…
un chico mayor… –de pronto él parecía
decepcionado–. Ya veo…
–Si
¿Qué pasa?
–Ese
chico… ¿te gustaba?
–De
ninguna forma –ella carcajeó–. Era como un hermano mayor para mí.
–Ya
veo –él parecía pensativo.
–Bueno,
como yo gané. Debes concederme un deseo.
–¡Espera!
¿Sabes jugar… carreras de autos?
–Un
poco –ella no parecía convencida.
–Bien
–él sonrió–. Jugaremos otro juego… y serán tres deseos.
–¿Tres?
–Si.
–¿Seguro…?
–¿Tú
estás segura?
–No
mucho...
Loco
sonrió y se levantó para poner en la consola otro videojuego, esta vez uno de
carreras, al iniciar, ella se mantenía siguiendo a Loco de cerca y en la vuelta
final ella lo adelantó llegando a la meta en primer lugar.
–Entonces…
¿eran 3 deseos? –cuestionó ella sonriente.
–Me
engañaste de nuevo. Parecías tan desanimada con las carreras… eres mala –él
puso un mohín de nuevo.
–Mi
primer deseo es… –canturreó ella.
–Pide
lo que desees, me rindo. Eres la mejor.
–Mi
primer deseo es… concederte un deseo.
–¿Qué?
¿Eso se puede hacer?
–Son
mis deseos, puedo hacerlo si quiero.
–No
escuché a nadie antes decir algo como eso, si lo de: “Mi primer deseo es tener
tres deseos más” pero lo que tu acabas de pedir, nunca –rio.
–No
lo había pensado –ella pareció considerarlo y empezó a reír.
–No
No ¡Eso no se vale! –negó él con sus manos.
–Oppa
–pronunció entre carcajadas–. Auch... mi estomago –se sujetaba el vientre.
–Deja
de reírte –él tampoco podía dejar de reír.
–No
puedo –continuó riendo.
–Estás
loca.
–No,
tú eres Loco, Loco –separó en silabas y continuó riendo.
–Basta
–pidió él, pero no podía dejar de reír contagiado por ella.
Entonces
SamD entró y al verlo, los dos que se sumían en carcajadas, tomaron aire
tratando de tranquilizarse.
–¿Qué
les pasa? –cuestionó SamD con el ceño fruncido.
–Nada
Hyung –respondió Loco tomando aire.
–Oppa
–ella miró a SamD–. ¿Quieres jugar?
–¿Jugar?
¿Contigo? –SamD sonrió ladino.
–Si
–respondió ella confiada.
–Pero
a mi me gusta apostar.
–¿Apostando?
–cuestionó ella fingiendo inocencia y Loco rio, pero ella lo miró con
complicidad.
–Si
hyung, juega con ella. Aunque podrías arrepentirte –rio y ella le dio un
golpecito.
–¿Eres
buena jugando? –cuestionó SamD.
–No mucho –respondió ella.
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