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–5– ¿Amistad?

¿Amistad?

–Hyung –respondió Loco al teléfono.

–¿Dónde estás? –cuestionó Jay al otro lado de la línea.

–¿Para qué iba a quedarme? Yo no voy a bailar, no se bailar.

–Para ver a las bailarinas conmigo –rio–. Aquí está _____ ¿cierto? No sé si la elegiré, pero podría torturarla un rato.

–Hyung –regresó su mirada hacia ______–. Ya déjala tranquila.

–Tranquilo. Solo me gusta molestarla un poco.

–Lo digo enserio hyung, deja de molestarla.

–Bien bien, como digas ¿Dónde estás?

–De hecho, estoy con –______ le tapó la boca de inmediato y negó con su cabeza.

–¿Con?

–Con… muchas cosas por hacer. Te veo después en la oficina Hyung.

–Está bien, pero te estas perdiendo de un buen espectáculo.

–Puedo vivir sin ello. Bye –rio Loco y cortó la llamada.

–¿Así que a Jay le gusta torturarme? –mencionó ella frunciendo el ceño.

–¿No sabes que escuchar las conversaciones ajenas es de mala educación? –le pellizcó una mejilla.

–¡Auch! –ella refregó su mejilla e hizo un mohín.

–Adorable –canturreó él mirándola sonriente–. Me gustan esas muecas –intentó repetir su acción.

–¡Ni lo intentes! –ella se cubrió ambas mejillas y rio–. Oppa.

–Dime.

–Gracias por defenderme.

–¿Qué?

–De Jay, diciéndole que me deje tranquila.

–Él no es una mala persona, solo es un poco inmaduro cuando le gusta… una chica.

–Yo no le gusto, él no sabe lo que quiere –se cruzó de brazos y de inmediato cambió el tema de conversación–. ¿Y a dónde vamos?

–Podríamos y a AOMG o a mi departamento.

–¿Tienes departamento?

–Por su puesto.

–¿Para ti solito?

–Si ¿Acaso pensabas que vivo en AOMG? –carcajeó.

–Bueno, técnicamente todos pasan mas tiempo ahí que en sus casas ¿No?

–Eso es cierto.

–Pero pensé que tal vez vivías en casa de tus padres…

–Soy un hombre adulto ¿porque viviría con mis padres a mi edad?

–¿Qué edad tienes? ¿20? –rio.

–No sé si tomarlo como un cumplido o un insulto, pero lo dejaré pasar por esta vez –sonrió–. Entonces –aclaró su garganta y titubeó un poco–… mi departamento talvez no… no es buena idea… no quiero que pienses que… que…

–¿Qué?

–No nada –se ruborizó–. Mejor a la oficina donde hay mucha gente y no estaremos solos.

–¿SamD está en AOMG?

–Claro, él también vive ahí –rio.

–Ah… y si mejor vamos a otro lugar…

–¿También lo evitas?

–Si, es mejor de esa forma.

–¿Y porque no me evitas a mí? ¿no estaba yo también en el pentágono amoroso?

–Pentágono… ¿qué dices…? –bajó su cabeza algo avergonzada.

–¿No soy considerado como un candidato de ese lio amoroso?

–Oppa –sonrojándose le dio un golpecito en el brazo–. Las cosas no eran de esa forma… solo… ¿podríamos no hablar de eso?

–De acuerdo –él suspiró–. Entonces ¿está bien si vamos a mi apartamento?

–Si.

–Ok –puso en marcha el auto.

–No. Espera… no es buena idea –ella recordó el malentendido con SamD y Jay. No quería que pase lo mismo con Loco.

–Lamento no poder ir a cualquier lugar como la gente normal, en estos momentos debo mantener el perfil bajo porque mi álbum está por salir.

–Si, entiendo eso. Tampoco es como si fuera una cita o algo así –rio incómoda–. ¿Por qué rayos dije eso? –negó con sus manos–. No me hagas caso. Vamos a AOMG.

–Está bien –Loco rio al verla tan nerviosa. De pronto tenía esperanza de gustarle, aunque sea un poco a ella.

En el camino Loco contaba detalles de su video y el cómo se le había complicado un poco la actuación, pero estaba tan emocionado por ver el resultado que no podía evitar la emoción. Al llegar subieron a la sala, donde había una pantalla gigante, sillones y pufs, cuando entraron se encontraron a SamD y Chacha que jugaban un videojuego, SamD regresó su mirada al oír la puerta abrirse y al ver a ______ regresó su atención a la pantalla.

–He vuelto –anunció Loco.

–Hola chicos –saludó ella intentando sonar lo más natural posible–. ¿Quién va ganando?

–Ey –respondió Chacha sin quitar su mirada de la pantalla–. Obviamente yo, eso ni se pregunta.

–Eso es lo que tú crees –gruñó SamD apretando sus dientes y presionando a desesperadamente los botones de su mando–. ¡Ah! ¡No! ¡No!

–¡Y yo gano! ¡De nuevo! –vitoreó Chacha levantando sus manos.

–Me rindo –suspiró SamD dejando el mando sobre la mesa baja delante suyo y se puso de pie para caminar hacia Loco–. ¿Y JaeBeom? ¿No se fue contigo?  

–Si, pero se ha quedado escogiendo los bailarines para su video.

–Pensé que ibas a ayudarlo con eso.

–No. Yo solo iba para ver a ______ –sonrió mirándola a su lado.

–Mh… bien –respondió SamD mirándola por un breve momento.

–Vinimos a ver mi video musical –continuó Loco.

–Es verdad, aun no lo ves.

–¿Tú lo has visto ya?

–Por supuesto. Los CEOs deben aprobar el video antes de publicarlo.

–¡Veámoslo! –exigió ella sonriente.

–Veamos al gran Loco en pantalla grande –canturreó Chacha apuntando el mando hacia el televisor para poner youtube y buscó el video.

______ rápidamente se sentó en el sofá junto a Chacha poniendo toda la atención a la pantalla, Loco se sentó también junto a ella, pero él puso más atención a la reacción de ______ que al video.

–¡Wow! –exclamó ella aplaudiendo–. Ponlo de nuevo –le pidió sonriente a Chacha.

–Vaya –rio Chacha–. Si que te ha gustado.

–¿Bromeas? ¡Es genial! –regresó su mirada hacia Loco–. Oppa ¡Eres tan genial! ¿me das un autógrafo?

–¿Q…ué? –tartamudeó Loco y sonrió sonrojado.

–Acaba de recordar que eres un artista famoso.

–¡Si! –confirmó ella.

–¿Es que lo habías olvidado? –cuestionó Loco.

–No –ella rio–. Solo bromeaba.

–Bien… Nos vamos a comer algo –mencionó SamD–. ¿Vienen?

–Yo no tengo hambre –negó ella.

–Yo tampoco –secundó Loco–. Ustedes vayan a comer, nosotros nos quedamos.

–Está bien. Regresaremos después.

SamD y Chacha salieron del salón y ______ tomó el mando para volver a poner el video.

–Wow –dijo ella mirando la pantalla–. Te ves tan apuesto en el video.

–¿Solo en el video?

–Siempre te ves muy adorable.

–¿Pero no apuesto?

–Si, también apuesto, pero mayormente, adorable.

–¿Crees que soy adorable? –él sonrió.

–Si, lo eres –ella lo miró y sonrió.

–¿Si?

–Si…

Los dos se miraron y se sonrojaron, apartaron la mirada rápidamente y un silencio incomodo invadió el lugar.

–¿Sabes jugar? –cuestionó él en un intento de salir de la incomodidad.

–Umm… un poco.

–Juguemos entonces –él le entregó uno de los mandos.

–De acuerdo.

Loco escogió un videojuego de luchas con una sonrisa pícara y lo puso en la consola para luego sentarse junto a ella.

–¿Luchas? –cuestionó ella al ver la pantalla.

–Si… iré fácil contigo, no te preocupes.

–Como quieras –ella contuvo una sonrisa.

Empezaron a jugar y en el primer asalto ______ observó las manos de Loco analizando su forma de jugar mientras él le explicaba como jugar demostrando todas sus habilidades para ganarle a ella.

–Lo siento –dijo él entre risas–. Te lo dejaré más fácil ahora.

Jugaron una nueva partida y Loco volvió a ganar sin esfuerzo.

–¿Qué deberíamos hacer? –cuestionó él fingiendo tristeza–. Perdiste de nuevo… ¿Otra pelea?

–Si… pero oppa ¿sabes cómo sería más divertido?

–¿Cómo?

–Apostando.

–¿Estás segura de querer apostar? Podrías perder mucho –rio él.

–Es más emocionante si hay una apuesta.

–¿Que apostamos?

–Quien gana pide lo que quiere.

–¿Como un deseo?

–Si, un deseo.

–¡Trato hecho!  

Loco volvió a elegir el mismo personaje y ______ buscó a Athena, al seleccionar aquel personaje ella sonrió con malicia. El conteo regresivo para la pelea apareció en pantalla y tan pronto la pelea inició, Athena ya le había restado la mitad de la barra de vida a Ryo, el personaje con el que jugaba Loco y con audaces piruetas ella lograba escabullirse de los ataques de Loco ganando así el primer asalto con su barra de vida intacta.

Sin poder creer lo que acababa de suceder, Loco miraba atónito la pantalla y cuando regresó su mirada hacia ______ ella sonrió levantando su ceja ufana.

–¡Esto no ha terminado! –exclamó Loco preparándose para el segundo asalto.  

Loco presionaba con desesperación cada botón existente en su mando intentando ganar, pero fue inútil cuando con una combinación de los botones ______ sacó un combo perfecto de golpes que dejo inmóvil al personaje de Loco aniquilándolo.

–M-me… me has engañado ¡Eres una experta! –reclamó Loco mirándola.

–Y no había jugado en bastante tiempo –sonrió orgullosa.

–¿Bromeas? C-co-como puede ser… –tartamudeó aun sin poder creerlo.

–¿Qué? –cuestionó ella carcajeando.

–¿Quién eres? 

–¿Nunca jugaste esto con una chica?

–Si, pero por lo general las chicas no saben jugar…

–Eso es machista –ella rodeó los ojos.

–Solo generalizaba un poco, pero tu… ¡Eres increíble!

–¿A los chicos no les gusta qué una chica les gane en las peleítas? 

–Claro que no, no volveré a jugar contigo –frunció un puchero.

–¡Vamos! No seas llorica –rio ella.

–¿Cómo es que aprendiste a jugar así?

–Tengo una amiga, pasaba mucho tiempo en su casa y ella tiene un hermano mayor así que aprendí jugando con él.

–Ah… un chico mayor…  –de pronto él parecía decepcionado–.  Ya veo…

–Si ¿Qué pasa?

–Ese chico… ¿te gustaba?

–De ninguna forma –ella carcajeó–. Era como un hermano mayor para mí.

–Ya veo –él parecía pensativo.

–Bueno, como yo gané. Debes concederme un deseo.

–¡Espera! ¿Sabes jugar… carreras de autos?

–Un poco –ella no parecía convencida.

–Bien –él sonrió–. Jugaremos otro juego… y serán tres deseos.

–¿Tres?

–Si.

–¿Seguro…?

–¿Tú estás segura?

–No mucho...

Loco sonrió y se levantó para poner en la consola otro videojuego, esta vez uno de carreras, al iniciar, ella se mantenía siguiendo a Loco de cerca y en la vuelta final ella lo adelantó llegando a la meta en primer lugar.

–Entonces… ¿eran 3 deseos? –cuestionó ella sonriente.

–Me engañaste de nuevo. Parecías tan desanimada con las carreras… eres mala –él puso un mohín de nuevo.

–Mi primer deseo es… –canturreó ella.

–Pide lo que desees, me rindo. Eres la mejor.

–Mi primer deseo es… concederte un deseo.

–¿Qué? ¿Eso se puede hacer?

–Son mis deseos, puedo hacerlo si quiero.

–No escuché a nadie antes decir algo como eso, si lo de: “Mi primer deseo es tener tres deseos más” pero lo que tu acabas de pedir, nunca –rio.

–No lo había pensado –ella pareció considerarlo y empezó a reír.

–No No ¡Eso no se vale! –negó él con sus manos.

–Oppa –pronunció entre carcajadas–. Auch... mi estomago –se sujetaba el vientre.

–Deja de reírte –él tampoco podía dejar de reír.

–No puedo –continuó riendo.

–Estás loca.

–No, tú eres Loco, Loco –separó en silabas y continuó riendo.

–Basta –pidió él, pero no podía dejar de reír contagiado por ella.

Entonces SamD entró y al verlo, los dos que se sumían en carcajadas, tomaron aire tratando de tranquilizarse.

–¿Qué les pasa? –cuestionó SamD con el ceño fruncido.

–Nada Hyung –respondió Loco tomando aire.

–Oppa –ella miró a SamD–. ¿Quieres jugar? 

–¿Jugar? ¿Contigo? –SamD sonrió ladino.

–Si –respondió ella confiada.

–Pero a mi me gusta apostar.

–¿Apostando? –cuestionó ella fingiendo inocencia y Loco rio, pero ella lo miró con complicidad.

–Si hyung, juega con ella. Aunque podrías arrepentirte –rio y ella le dio un golpecito.

–¿Eres buena jugando? –cuestionó SamD.

–No mucho –respondió ella.












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