Mi viejo amigo.
Después
de darse una ducha, ______ se vistió, peinó y maquilló a prisa pero con sigilo
para no despertar a su amiga Alice quien dormía plácidamente en su cama y al
salir de la habitación, Loco ya estaba esperándola.
–Te
ves preciosa –la alagó él reponiéndose.
–Luzco
como siempre –rio ella.
–Y
siempre estás preciosa.
–Que…
¿Qué te sucede? –cuestionó ella entre risitas disimulando su repentino
nerviosismo.
–Nada
–sonrió él–. Vamos.
–¿A
dónde vamos?
–No
te diré –empezó a caminar.
–¿Por
qué no? dímelo. Quiero saber –suplicó siguiéndolo.
Al
salir del hotel tomaron un taxi y bajaron al llegar frente al mar. El viento de
otoño soplaba y ella tan solo usaba un suéter delgado así que, al verla tiritar
de frío, Loco se quitó la bufanda que usaba y la puso alrededor del cuello de
ella.
–No,
oppa –ella se negó–. Debes cubrirte el rostro. No quiero fans locas alrededor.
–Nadie
me reconocerá –insistió él acabando de acomodar la bufanda–. No soy tan popular
para que alguien me reconozca.
–Por
supuesto que lo eres.
–Shh
–shitó él y la miró fijamente–. Solo hazle caso a oppa.
–¿Porque
de repente actúas así?
–Ven
–la tomó de la mano–. Tengo mucha hambre.
Él
empezó a caminar llevándola de la mano en un agarre firme pero gentil hasta que
llegaron a un muelle con restaurantes donde loco ordenó la comida y mientras
esperaban que les sirvan platicaron. Una vez que llegó la comida, él se ocupó
de servirle primero a ______ de la cacerola que les habían dejado sobre la mesa
y al verla batallar con la tenaza del cangrejo la ayudó tan paciente y
cuidadoso que acabó dándole de comer como si fuera una pequeña niña.
–Estuvo
delicioso – sonrió ella al terminar y miró por los enormes ventanales–. Este
lugar es hermoso y comer comida tan deliciosa frente al mar… agh –suspiró
sonriendo sin apartar su mirada– es perfecto.
Loco
aprovechó la distracción para tomarle una foto y luego admiró la pantalla de su
teléfono.
–¿Qué
miras, oppa? –ella extendió su cuello para mirar al teléfono.
–¿Qué?
–él de inmediato bloqueó la pantalla–. ¿Qué? Ah, nada –sonrió.
–Parecías
embobado –ella rio.
–¿Terminaste?
–Si.
Estuvo delicioso. Muchas gracias por traerme aquí, ya se me ha quitado por
completo la borrachera.
–Me alegra que te haya gustado ¿Nos vamos?
–¿Al
hotel?
–Si…
–¿Tan
pronto? –ella hizo un mohín.
–Entonces
–el sonrió–... ¿Qué más quieres hacer?
–¡Caminar
por la playa!
–Hace
mucho viento…
–Por
favor –suplicó adorablemente.
–Está
bien –él sonrió.
–¡Eso
es!
Loco
pagó la cuenta y al salir ______ corrió hacia la orilla de la playa, volteó y
lo llamó, pero él negó con su cabeza sin dar un paso. Ella no iba a quedarse
con la negativa así que caminó hacia él y lo tomó de la mano llevándolo con
ella hasta que llegaron a la orilla donde una ola por poco les moja los zapatos
de no haber dado un paso atrás.
–Oppa,
quítate los zapatos –pidió ella mientras soltaba los cordones de sus tenis.
–No…
–Dije,
¡Que te quites los zapatos! –insistió
intentando sonar autoritaria.
–¿Por
qué debería obedecerte?
–Porque
si no te los quitas –ató los cordones de sus tenis uno con el otro para
llevarlos en una mano dejando la otra libre para atrapar a su amigo por el
brazo–… te meteré con todo y zapatos al mar.
–¿Crees
que puedes moverme tan si quiera un centímetro? –cuestionó entre risas manteniéndose
firme mientras ella se esforzaba por moverlo.
–Vamos
–suplicó ella rindiéndose y acudiendo a una suplica adorable–. Por favor.
–Debe
estar muy fría. Como para congelarse.
–Claro
que no. Solo vas a mojar un poco tus pies, no te pido que entres por completo
al agua.
Sin
que ellos lo notaran una ola grande desembocó en la orilla alcanzándolos y mojando
los zapatos de Loco, él retrocedió de inmediato, pero ya era tarde y ella reía
sin parar.
–Debiste
quitártelos.
Ella
dio pasos atrás para mojar sus pies y pateó ligeramente para salpicar agua
mientras festejaba que se le hubieran mojado los zapatos a Loco.
–Estos
son mis zapatos favoritos –dijo él con una mueca de tristeza.
–Solo
es agua –ella volvió a salpicar.
–Eres
malvada –la acusó dando un paso hacia ella.
–¿Sí?
¿Y qué harás?
–Voy
a darte una lección.
–Solo
si me atrapas.
Entre
risas ella empezó a correr juguetona regresando su mirada de vez en cuando
mientras el la seguía sonriente.
–Vamos,
atrápame.
–Si
empiezo a correr te atraparé –continuó siguiéndola, pero sin correr.
–Seré
más rápida.
–Yo soy bastante rápido, no me retes.
–¡Te
reto! –sacó su lengua.
–Bien.
Tú lo pediste –él aceleró su paso atrapándola rápidamente y la levantó en
brazos–. ¿Debería tirarte al agua?
–No
puedes –riendo, ella se abrazó a él–. No me soltaré.
–¿Probamos?
–él fingió tomar viada y ella se abrazó aún mas a él.
–¡No!
Los
dos reían, pero la sonrisa de Loco se esfumó repentinamente al notar que sus
rostros estaban tan cerca el uno del otro, él no pudo evitar mirar fijamente
los labios de ______, ella lo notó y de pronto se sintió nerviosa, cosa que
nunca le había pasado con él. Loco ladeó ligeramente su rostro y ella cerró sus
ojos por un segundo antes de que los abriera de par en par al escuchar el tono
de llamada del teléfono de Loco.
–Yo…
tengo que… responder.
–Bájame…
–Si,
claro claro…
Loco
la bajó con cuidado y aclaró su garganta, lo dos estaban notablemente nerviosos,
pero fingieron no estarlo con una sonrisa torpe.
–Conversación
telefónica–
–Si…
Hyung –respondió Loco aclarando una vez mas su garganta.
–¿Dónde
estás? –cuestionó Gray.
–¿Dónde
estás tú? No llegaste a la habitación anoche.
–¿Qué
yo no llegué? –rio–. Llegué, pero había alguien en mi cama ¿Estuviste divirtiéndote?
–No
es lo que imaginas.
–Como
sea –Gray carcajeó–. ¿Dónde estás?
–Salí
por algo de comer.
–¡Genial!
¿Puedes traernos algo de comer?
–De
acuerdo, Hyung.
–Gracias
–Gray agradeció con una voz nasal y adorable antes de cortar la llamada.
-Fin
de la conversación-
–¿Quién
era?
–Gray
Hyung. Quiere que lleve algo de comida.
–Seguro
están hambrientos, démonos prisa –ella sonrió.
–Si,
pero –él la agarró del brazo.
–¿Qué?
–ella volvió a ponerse nerviosa.
–Tienes
que ponerte los zapatos
–Ah
–ella rio–. Es cierto.
–Despistada
–él sonrió y se puso de cuclillas.
–¿Qu…que
haces?
Él
tomó los zapatos y la ayudó a ponérselos mientras ella le decía que no era necesario
pero él continuó hasta que ató los cordones y se puso de pie para regalarle una
sonrisa adorable que logró sonrojarla.
–Vamos
–él empezó a caminar.
–Si…
vamos –ella se apresuró para caminar junto a él.
Al
entrar en el restaurante, Loco pidió comida para llevar y se sentaron para
esperar.
–Sé
que no debería preguntar esto –empezó él–. Quizá arruine la diversión, pero…
–¿Pero?
–¿Definitivamente
terminaste todo con JaeBeom Hyung y KiSeok Hyung?
–Lo
hice. Se los dije a los tres ¿Recuerdas? Termine con todo, aunque no empezamos
nada en realidad.
–Cierto…
pero, ya no te gustan ¿verdad?
–¿Porque
preguntas eso?
–Porque
yo –regresó su mirada hacia la señora que caminaba hacia ellos con varias
bolsas plásticas en manos–. Oh, ya está nuestro pedido.
Loco
se levantó a prisa para ayudar a la mujer con las bolsas, luego regresó su
mirada hacia ______ y movió ligeramente su rostro hacia la puerta indicando que
era momento de irse. Ella se levantó e insistió en ayudar con algunas de las
bolsas plásticas mientras salían del restaurante y se dirigieron al hotel.
Ninguno de los dos mencionó algo sobre su plática interrumpida y cada uno se
fue a su habitación al llegar.
–¿Dónde
estabas? –cuestionó Alice en cuanto vio a ______ entrar.
–Fui
a desayunar.
–Me
refiero a ayer.
–Ah,
¿Te refieres a la fiesta en la que me abandonaste?
–Eso
no es cierto, bueno… no me di cuenta de que no estabas, hasta que llegamos aquí
supe que te había dejado –sonrió despistada–. Llamé a Jay y le dije que te
cuidara.
–¡Que!
¡¿Por qué de todos a quien pudiste llamar, lo llamaste a él?!
–Fue
el primer número que apareció, sigues ¿huyendo de él?
–No
es como si estuviera huyendo de él… es solo que… no quiero verlo por unos días.
–¿Entonces
con quien regresaste?
–HyukWoo
oppa me trajo.
–¿Quién?
–Loco.
–Ah,
a veces se me olvidan sus nombres –rio–. Menos mal, él es muy amable y no tuvieron
ningún inconveniente, estabas en bunas manos.
–Supongo
que sí.
–¿Supones?
¿Qué sucede?
–Es
que hoy, por un momento… yo… no lo sé, a lo mejor es que aun sigo un poco ebria
pero, sentí que mi corazón se aceleró cuando él…
–¿Cuándo
él que?
–Casi
me besa.
–¡¿Qué?!
¿Te iba a besar?
–No
no, a lo mejor solo son ideas mías.
–¿Te
gusta Loco?
–Dije
que no lo sé.
–Si
te gusta ¡oh dios mío!
–No
dije que me guste solo... No lo sé.
–Pues
vas a tener que averiguarlo porque yo creo que harían una linda pareja.
–No
digas tonterías.
–Ya
lo veremos. Ahora, haz tu maleta, tenemos que ir al autobús.
–Es
cierto, hay que darse prisa.
---
Todos
regresaron a Seúl y con ello la rutina volvió a ser la misma para _____, los artistas
en AOMG estaban muy ocupados así que Loco y ella no se habían podido ver para
una platica mas allá de un saludo, sin embargo, él se había encargado de
escribirle mensajes de buenos días y buenas noches.
El
domingo ______ descansaba del trabajo y las clases en la academia, pero debía
ir a la universidad donde estudiaba una de las chicas de la academia quien
había acordado prestarle un disco duro portátil que contenía videos de coreografías.
Siguiendo
las explicaciones que le había dado la chica, se quedó en la parada de autobús
y caminó hasta la universidad donde envió un mensaje avisando que ya había
llegado, la chica respondió explicando que estaba en la biblioteca y allí la
esperaría.
Tan
pronto como entró en la biblioteca, ______ vio a la chica de la academia quien
tenía varios libros sobre la mesa, pero no parecía estar estudiando, ella
sonreía mientras platicaba con el chico frente a ella. _____ se aproximó hasta
que la chica notó su presencia y esta saludó con su mano, jaló la silla junto a
ella y palmeó el asiento sonriente invitándola a sentarse. Tan pronto como
______ se sentó, su sonrisa se borró al mirar el rostro de la compañía de su
amiga.
–DongYul
–musitó ella.
–______
–titubeó él tan sorprendido como ella.
–¿Ustedes
se conocen? –cuestionó la chica.
–Es
mi novia –respondió él–, o era mi novia… falsa.
–¿Qué?
–la chica estaba confundida.
–No
le hagas caso –pidió ______ poniéndose de pie–. Tengo que irme.
–Espera,
¿no querías el disco? –la chica se apresuró a buscar en su mochila.
–Si,
casi lo olvido.
–Aquí
está, ten.
–Gracias,
te lo devolveré mañana.
–Si,
no te preocupes.
______
se despidió de la chica y se disponía a salir del lugar, pero DongYul la detuvo
sujetándola de la tirita que colgaba de la mochila, ella volteó molesta, jaló
su mochila soltándola del agarre de DongYul y continuó caminando para salir de
la biblioteca. DongYul tomó a toda prisa sus cosas y las metió en su mochila
para ir detrás de ______.
–Espera,
por favor –pedía él.
–No
me sigas.
–Solo
unos minutos.
–No
tenemos nada más de que hablar DongYul.
–¿Ha
pasado tanto tiempo y aun sigues enfadada? –la sujetó por el brazo.
–No
estoy enfadada. Es solo que no hay nada de qué hablar, además, tengo cosas que
hacer ¿Me sueltas?
–¿A
dónde vas? te llevo y así platicamos.
–Tengo
que ir a rescatar focas en las islas no sé cómo se llaman, ¡No puedes llevarme!
–sacudió su brazo soltándose de DongYul.
DongYul
carcajeó y continuó siguiéndola.
–Extrañaba
tanto tu sentido del humor.
–Dije
que me tengo que ir, deja de seguirme.
–Bien.
Entonces rescatémoslas juntos.
–¿Qué?
–También
me gustan las focas –sonrió.
Ella
puso los ojos en blanco y suspiró resignándose a que no e libraría de él si no accedía
a platicar.
–¿De
qué quieres hablar?
–Vamos
a comer, tengo mucha hambre.
–Dijiste
hablar, no comer.
–Pues
platicaremos durante la comida, ven –la tomó de la mano.
–Está
bien, pero suéltame. Puedo caminar sola.
Caminaron
hacia el estacionamiento donde DongYul caballerosamente abrió la puerta del
auto para que ella entrara y se dirigieron a un restaurante.
–Y…
¿Que has estado haciendo? –cuestionó él una vez que se sentaron a la mesa.
–Nada…
ganándome la vida. Metiéndome en la cama de viejos –lo miró fijamente.
–Así
que sigues molesta… me disculpe por decirte eso, pero veo que no lo olvidas. Ha
pasado tiempo, ¿no podrías perdonarme por alterarme e insultarte? Además, te
fuiste… aunque te pedí que no me dejaras.
–Cómo
podía quedarme si un día me dices que soy una chica fácil y no sé cuántos
insultos más y luego me dices que te gusto. No podía quedarme. Tú te sentías mi
dueño solo porque vivía en tu casa.
–Soy
un ser humano. Me dejé llevar por la ira, no pensaba bien lo que dije y en
cuanto a lo de que me gustas, no estaba bromeando, fui sincero en ese entonces
y aun me gus…
–DongYul,
está bien –interrumpió ella–. Como dices, ha pasado tiempo y también quiero
olvidar eso. Tampoco soy una persona tan rencorosa.
–¿Entonces
podemos volver a ser como éramos antes?
–No
lo sé.
–Está
bien, lo dejaremos al tiempo ¿sí?
–Como
sea.
–Pero
cero rencores, borrón y cuenta nueva ¿De acuerdo?
–De acuerdo.
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