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Capitulo1: Después de la fiesta

_____ bailaba, bebía y se divertía en la fiesta después del concierto de AOMG. Su amiga Alice ya se había quedado dormida sentada en uno de los sillones, con su cabeza apoyada sobre el hombro de otra chica en las mismas condiciones.

Al ver a Alice en tal estado _____ decidió llevarla al hotel donde se alojaba todo el personal de AOMG, intentó despertarla, pero Alice solo balbuceaba incoherencias y no podía levantarse sola así que tuvo que abrazarla por la cintura y ayudarla a ponerse de pie.

 

–Vamos Alice… intenta caminar… –suplicó _____ tratando de soportar el peso de su amiga.

De pronto alguien tocó levemente el brazo de _____.

–¿Te ayudo? –cuestionó Jay con una radiante sonrisa.

–No quisiera molestarte…  –sonrió _____–.  Me las arreglaré para llevarla al hotel, no está lejos de aquí.

–No puedo permitir que mis chicas vayan solas por la calle a estas horas de la madrugada, podría sucederles algo. Yo las llevo y después me regreso –insistió él.

–Pero tú… estás… ebrio –titubeó ella.

–Nena, solo eh bebido un poquitín –rio él, pero notablemente estaba ebrio–. Ponla en mi espalda, puedo cargarla así será mas fácil.

–¿Estás seguro Jay?

–Que si –él se dio vuelta.

_____ apoyó a Alice sobre la espalda de Jay y él con algo de dificultad se equilibró cargándola, los tres salieron del lugar y tomaron un taxi. Al llegar al hotel, subieron hasta la habitación donde se quedaban dos chicas y acostaron a la ebria sobre su cama.

–¿Cómo se le ocurre beber hasta quedar inconsciente…? –reprochaba _____ mientras cubría con una manta a su amiga–.  Si no fuera por mí… bueno, supongo que alguien más la hubiera traído.

–Por lo general amanecemos en el lugar de la fiesta –mencionó Jay dando golpecitos a su espalda–, de modo que no es necesario que nadie cargue a nadie… aag… mi espalda.

–Si bueno… aun no me acostumbro a ese tipo de vida que llevan ustedes   –_____ miró a Jay con cierta incomodidad–.  Entonces… gracias… ya te puedes ir… seguro te extrañan mucho en la fiesta.

–La fiesta se tornó aburrida –respondió Jay mientras se cruzaba de brazos–. Además, cargar a una chica ebria ha sido agotador, creo que me iré a mi habitación a descansar… solo…  –sonrió pícaro y levantó su ceja coquetamente.

–Sí, bueno –ella caminó hacia la puerta y la abrió–. Que descanses Jay.

Jay sonrió ampliamente mirando hacia el piso y caminó hacia la puerta, pero no salió, puso su mano contra la pared atrapando a _____.

–Tú y yo tenemos algo pendiente, deberíamos hablarlo, ¿No lo crees?

–Ya pasó mucho tiempo –_____ se deslizó a un lado liberándose–, y creo que ya lo dejé bien claro. No quiero nada con nadie.

–Recuerdo bien lo que dijiste, pero lo que sientes es diferente. Noté como me mirabas cuando estaba sobre el escenario –la tomó por la cintura acercándose demasiado a ella–, tú me deseas.

–Escuche… –_____ sonrió sarcástica y dio un paso atrás alejándose–, señor Park. Es cierto que usted es grandioso, genial, un gran cantante, bailarín, artista, toooodo eso. Y yo lo admiro, soy su fan, eso no lo niego. Pero de eso a que yo quiera algo con usted…

–A eso me refiero –él dio un paso hacia ella–. “Usted” “Señor Park” Me hablas así cuando estás molesta –acercó su rostro al de ella–. Tú me quieres, me lo demostraste muchas veces.

–Ya ha pasado tiempo desde eso –ella volteó su rostro evitando la cercanía de él–. Ni siquiera me hablas o miras desde la última vez que discutimos. ¿Porque ahora empiezas con eso de nuevo? Oh, espera, lo sé. Es porque estás ebrio –puso sus manos contra el pecho de Jay y empujó ligeramente–. Vete y cuando estés en tus cinco sentidos…

–Estoy completamente consiente ahora mismo –interrumpió él mientras daba un paso atrás y levantaba un pie–. Mira, tengo un equilibrio perfecto, ¿podría hacer eso un ebrio?

–Aun así…

–Ven conmigo, te voy a enseñar algo –sin permitir que ella dijera una palabra más, la tomó de la mano.

–¡No quiero, suéltame!  –gritó ella resistiéndose.

–Shh… despertaras a la borracha –Jay jaló con fuerza sacándola de la habitación y cerró la puerta.

–¡Suéltame! Me lastimas.

–Entonces no te resistas y acompáñame –la soltó.

–Voy a acompañarte, pero como intentes hacerme algo te juro que te golpearé y no me importa que me despidas.

–De acuerdo de acuerdo, cielos… ¿porque eres tan violenta?

_____ y Jay caminaron hacia el elevador y subieron hasta el último piso del hotel.

Al abrirse las puertas un largo pasillo frente a ellos se iluminó automáticamente, Jay tomó la mano de _____ y caminaron, ella miró hacia la esquina del techo y la cámara de vigilancia estaba cubierta con un gran sticker de una carita feliz, giró su cabeza buscando las otras cámaras y todas estaban cubiertas de la misma forma.

Algo sorprendida e intrigada, ella caminaba siendo jalada por Jay, hasta que se detuvieron frente a una puerta, él pasó su tarjeta por el lector de la cerradura digital y giró la manija de la puerta para luego entrar.

–¿Por qué está tan oscuro aquí? –cuestionó ella algo temerosa.

–Pasa… con cuidado por aquí –él la dirigió y después soltó su mano para cerrar la puerta.

–Jay…

–Aguarda un momento.

Jay caminó rápidamente hacia el otro extremo de la habitación y recorrió la cortina descubriendo un amplio ventanal por el cual atravesaba la luz de la enorme y brillante luna.

–Esto es hermoso… –ella caminó boquiabierta hacia la ventana.

–Sabía que te gustaría. 

Jay se dirigió hacia el mini bar que había en la habitación y tomo dos copas y una botella de vino, sirvió el vino en las copas y camino hacia _____, le ofreció la copa de vino y ella maravillada con la vista, olvidó que estaba molesta con él. Con una sonrisa en su rostro le dio las gracias y tomó la copa en su mano, dio un sorbo admirando la vista.

Él abrazó por detrás a _____, entonces ella reaccionó.

–Jay, ¡suéltame! 

–Quédate quieta…  –él continuó abrazándola cálidamente, cerró sus ojos y suspiró profundamente–. Es más agradable disfrutar de esta vista con alguien especial.

–¿Q…q…que…? Suéltame –ella se sacudió levemente.

–Quieta… derramarás el vino. Quédate así conmigo solo por un momento. 

–Suéltame, iré a mi habitación… –su voz temblorosa delató su nerviosismo.

–_____, puedo escuchar tu corazón latir con fuerza. ¿Porque insistes en alejarte de mí? 

–¿Mi corazón…? eso no es cierto –Jay la soltó y ella se giró, lo miró fijamente a los ojos–  Jay… gracias por mostrarme esta hermosa vista y gracias por el vino –levantó la copa hacia sus labios y bebió todo–. Ahora me voy –le entregó la copa a Jay y caminó.

–Espera –él dejó las copas sobre la mesita de centro y corrió para impedir que ella saliera.

–Déjame salir –ella empezaba a estar cada vez más molesta.

–¿Qué pasa? Estabas tan sonriente y relajada y ahora…

–¡Estoy molesta! Así que ya déjame ir.

–Pero ¿Por qué estás molesta?  Te traje aquí porque necesito decirte que… Aunque intenté dejar de pensar en ti, no puedo. Ocupé mi mente con el trabajo, pero no dejo de pensarte.

–Mentiroso. Te fue fácil insultarme y pensar mal de mí por algo que no pasó. Además, tú y tus fiestecitas… ¡¿Crees que no sé qué andabas con una y otra facilota?! –esbozó una sonrisa sarcástica–. Y dices que solo piensas en mí. ¡Por favor!  

–¿Son celos? –él sonrió ligeramente–. Si estás celosa, quiere decir que me quieres.

–¿Celos? ¿Yo? –ella rio–. Solo aclaro que no soy una tonta para creerme “solo pienso en ti” –imitó pobremente una voz masculina.

–Es verdad.

–Claro… Esto es lo que les dices a todas las chicas. Las traes a tu habitación, les muestras la vista de la ciudad con una copa de vino, unas cuantas palabritas dulces y te acuestas con ellas ¿cierto?  

–Si –él levantó su ceja enfrentándola–. El vino, la vista… lo hago. Pero las palabras dulces jamás las he necesitado porque todas esas mujeres no han significado nada para mí, solo fue sexo.

–¡Bien! Entonces sigue igual –le palmeó el hombro–. Pero inténtalo con otras mujeres, no conmigo, yo no quiero ser “una más”. Regresa a la fiesta y trae a alguna de esas tipas que se te insinúan y has lo que acostumbras… –su voz teñida de cinismo no tenía el mínimo recelo–. Incluso tienes las cámaras cubiertas, piensas en todo ¿Verdad Jay? No importa, me voy –puso su mano en la manija de la puerta.

–¿Qué pasa con las cámaras…? ¡Ah!  Siempre reservo el último piso para nosotros y pedimos privacidad, por eso el personal del hotel cubre las cámaras cuando venimos y…

–Cubren las cámaras para que no haya pruebas de que traes una… no, tal vez traes más mujeres y haces quien sabe que cosas.

–No…

–No me interesan las razones que tengas para hacer eso –lo apuntó con el dedo–. No me agrada un hombre como tú. Eres un mujeriego y siempre lo serás.

La expresión de Jay finalmente endureció y apartó la mano de ella que se mantenía señalandolo.

–Si he estado con varias mujeres, es por que busco una que sea especial, pero…

–“Todas son iguales” –interrumpió ella con ironía–. Si… eso es lo que tú crees.

–No. Ahora sé que no todas son iguales, tú eres diferente, tú me cambias.

–Ya basta…  –ella giró la manija de la puerta.

–Una oportunidad –suplicó él interponiéndose–, solo una. Déjame demostrarte que estoy siendo sincero. 

–¿Una oportunidad…? –ella lo miró.

–Si. Solo una.   

–Bien, pero no me acostaré contigo.

–No pretendía eso –él sonrió y se acercó a ella.

–Será la única oportunidad –interpuso su mano contra el pecho de Jay–, recuérdalo bien.

–Si… lo entendí, deja que te abrace –retiró la mano de ella y la abrazo–, ya verás que no será en vano.

–Aún estoy molesta… –advirtió ella dejándose abrazar.

–Ya no lo estés –habló con un tono cariñoso.

–Ya… suficiente de abrazos… –se quejó ella y se apartó ligeramente.

–Entonces… ¿otra copa de vino? –él sonrió.

–No. Me iré a dormir, estoy cansada.

–Quédate aquí conmigo.

–No.

–Pero dijiste… que me darías otra oportunidad –él la miró como un cachorrito suplicante.

–Eso eh dicho, pero no me quedaré contigo esta noche.

–¿Por qué? –hizo un puchero–. Te he extrañado tanto, quiero volver a dormir abrasado a ti.

–Otro día.

–¿Por qué eres tan cruel…?

–Tú me volviste así.

–Y voy a hacer que vuelvas a ser la chica dulce que eras. Lo prometo.

–Ya lo veremos.

Jay se apartó de la puerta, aunque no deseaba hacerlo, ella salió y él tras ella.

–Voy a irme sola Jay –ella lo detuvo.

–Pero…

–Por favor, déjame sola por un momento, tengo mucho en que pensar.

–De acuerdo…

Jay se despidió con una mirada triste y esperó a que ella entrara en el elevador para regresar a su habitación.

Mientras el elevador bajaba hasta el piso donde estaba la habitación de _____, ella no podía dejar de pensar en si haber accedido a darle una oportunidad a Jay había sido una buena decisión.

Al entrar a su habitación, ella se puso su pijama y se recostó, aunque no pudo dormir de inmediato dándole vueltas a sus pensamientos.

Al día siguiente la alarma del teléfono de _____ sonó temprano, tras levantarse y ducharse, ella se arregló y le dejo una notita a Alice quien permanecía profundamente dormida.

La noche anterior, al subir al último piso con Jay, _____ había visto la puerta de salida a la azotea, quería disfrutar de la hermosa vista de la ciudad por la mañana.

Ya en la azotea buscó un lugar para recostarse y respiró profundo mientras miraba el cielo despejado, preguntándose si Jay ya se había despertado. Podría haber ido a su habitación ya que subió al último piso, pero aún estaba indecisa acerca de intentar una relación de nuevo con él y aunque se lo quisiera negar a su cerebro y le exigía a su corazón mantener la calma, estaba emocionada.

Su meditación fue interrumpida por el sonido de su teléfono, se trataba de un mensaje de Jay.

–Buenos días nena.

 Inevitablemente una sonrisa se dibujó en su rostro mientras leía el mensaje.

–Espera _____. Esta vez vas a ser diferente.

Se dijo a sí misma y no escribió una respuesta, pero pronto otro mensaje llegó.

–¿Aún duermes?

Sus dedos rápidamente digitaron un mensaje de respuesta, pero antes de enviarlo se detuvo.

–Recuerda _____ –se dijo una vez más a si misma–. Él es un mujeriego.  Aunque te guste mucho, no caigas como una tonta, ve con calma.

Ante la ausencia de una respuesta a sus mensajes Jay no pudo esperar más y llamó a _____.

–¿Si…? –ella respondió fingiendo somnolencia.

–Dormilona –dijo él con su dulce voz.

–Oh… Jay, eres tú. Hola…

–Claro que soy yo... Te extraño, me siento solo.

–¿Y SamD oppa o Loco… no llegaron?

–No lo sé, tal vez estén en sus habitaciones. ¿Sabes que es la primera vez que me salgo temprano de una fiesta?

–Siempre hay una primera vez para todo ¿No?

–Por ti podría hacer todo lo que jamás habría hecho.

Ella se retorció de la emoción y contuvo cualquier sonido hasta tomar aire profundamente y respondió:

–Ah… si… bueno.

–Cruel. Tortúrame tanto como quieras, no me rendiré preciosa.

–No sé a qué te refieres…

Él rio una vez más con un tono suave de voz haciendo que en el estómago de _____ revolotearan mariposas, ¿o podría ser el hambre que sentía?

–Te explicaré a que me refiero, ahora mismo bajo a tu habitación.

–No no, Jay. Lo que sucede es que Alice aún está dormida… mejor yo subiré a tu habitación.

–¡Excelente! Te espero preciosa.

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