_____ bailaba, bebía y se divertía
en la fiesta después del concierto de AOMG. Su amiga Alice ya se había quedado
dormida sentada en uno de los sillones, con su cabeza apoyada sobre el hombro
de otra chica en las mismas condiciones.
Al ver a Alice en tal estado _____
decidió llevarla al hotel donde se alojaba todo el personal de AOMG, intentó despertarla,
pero Alice solo balbuceaba incoherencias y no podía levantarse sola así que
tuvo que abrazarla por la cintura y ayudarla a ponerse de pie.
–Vamos Alice… intenta caminar…
–suplicó _____ tratando de soportar el peso de su amiga.
De pronto alguien tocó levemente
el brazo de _____.
–¿Te ayudo? –cuestionó Jay con una
radiante sonrisa.
–No quisiera molestarte… –sonrió _____–. Me las arreglaré para llevarla al hotel, no
está lejos de aquí.
–No puedo permitir que mis chicas
vayan solas por la calle a estas horas de la madrugada, podría sucederles algo.
Yo las llevo y después me regreso –insistió él.
–Pero tú… estás… ebrio –titubeó
ella.
–Nena, solo eh bebido un poquitín
–rio él, pero notablemente estaba ebrio–. Ponla en mi espalda, puedo cargarla
así será mas fácil.
–¿Estás seguro Jay?
–Que si –él se dio vuelta.
_____ apoyó a Alice sobre la
espalda de Jay y él con algo de dificultad se equilibró cargándola, los tres
salieron del lugar y tomaron un taxi. Al llegar al hotel, subieron hasta la
habitación donde se quedaban dos chicas y acostaron a la ebria sobre su cama.
–¿Cómo se le ocurre beber hasta
quedar inconsciente…? –reprochaba _____ mientras cubría con una manta a su
amiga–. Si no fuera por mí… bueno,
supongo que alguien más la hubiera traído.
–Por lo general amanecemos en el
lugar de la fiesta –mencionó Jay dando golpecitos a su espalda–, de modo que no
es necesario que nadie cargue a nadie… aag… mi espalda.
–Si bueno… aun no me acostumbro a
ese tipo de vida que llevan ustedes –_____
miró a Jay con cierta incomodidad–. Entonces…
gracias… ya te puedes ir… seguro te extrañan mucho en la fiesta.
–La fiesta se tornó aburrida
–respondió Jay mientras se cruzaba de brazos–. Además, cargar a una chica ebria
ha sido agotador, creo que me iré a mi habitación a descansar… solo… –sonrió pícaro y levantó su ceja
coquetamente.
–Sí, bueno –ella caminó hacia la
puerta y la abrió–. Que descanses Jay.
Jay sonrió ampliamente mirando
hacia el piso y caminó hacia la puerta, pero no salió, puso su mano contra la
pared atrapando a _____.
–Tú y yo tenemos algo pendiente,
deberíamos hablarlo, ¿No lo crees?
–Ya pasó mucho tiempo –_____ se
deslizó a un lado liberándose–, y creo que ya lo dejé bien claro. No quiero
nada con nadie.
–Recuerdo bien lo que dijiste,
pero lo que sientes es diferente. Noté como me mirabas cuando estaba sobre el
escenario –la tomó por la cintura acercándose demasiado a ella–, tú me deseas.
–Escuche… –_____ sonrió sarcástica
y dio un paso atrás alejándose–, señor Park. Es cierto que usted es grandioso,
genial, un gran cantante, bailarín, artista, toooodo eso. Y yo lo admiro, soy
su fan, eso no lo niego. Pero de eso a que yo quiera algo con usted…
–A eso me refiero –él dio un paso
hacia ella–. “Usted” “Señor Park” Me hablas así cuando estás molesta –acercó su
rostro al de ella–. Tú me quieres, me lo demostraste muchas veces.
–Ya ha pasado tiempo desde eso
–ella volteó su rostro evitando la cercanía de él–. Ni siquiera me hablas o
miras desde la última vez que discutimos. ¿Porque ahora empiezas con eso de
nuevo? Oh, espera, lo sé. Es porque estás ebrio –puso sus manos contra el pecho
de Jay y empujó ligeramente–. Vete y cuando estés en tus cinco sentidos…
–Estoy completamente consiente
ahora mismo –interrumpió él mientras daba un paso atrás y levantaba un pie–.
Mira, tengo un equilibrio perfecto, ¿podría hacer eso un ebrio?
–Aun así…
–Ven conmigo, te voy a enseñar
algo –sin permitir que ella dijera una palabra más, la tomó de la mano.
–¡No quiero, suéltame! –gritó ella resistiéndose.
–Shh… despertaras a la borracha
–Jay jaló con fuerza sacándola de la habitación y cerró la puerta.
–¡Suéltame! Me lastimas.
–Entonces no te resistas y
acompáñame –la soltó.
–Voy a acompañarte, pero como
intentes hacerme algo te juro que te golpearé y no me importa que me despidas.
–De acuerdo de acuerdo, cielos…
¿porque eres tan violenta?
_____ y Jay caminaron hacia el
elevador y subieron hasta el último piso del hotel.
Al abrirse las puertas un largo
pasillo frente a ellos se iluminó automáticamente, Jay tomó la mano de _____ y
caminaron, ella miró hacia la esquina del techo y la cámara de vigilancia
estaba cubierta con un gran sticker de una carita feliz, giró su cabeza
buscando las otras cámaras y todas estaban cubiertas de la misma forma.
Algo sorprendida e intrigada, ella
caminaba siendo jalada por Jay, hasta que se detuvieron frente a una puerta, él
pasó su tarjeta por el lector de la cerradura digital y giró la manija de la
puerta para luego entrar.
–¿Por qué está tan oscuro aquí?
–cuestionó ella algo temerosa.
–Pasa… con cuidado por aquí –él la
dirigió y después soltó su mano para cerrar la puerta.
–Jay…
–Aguarda un momento.
Jay caminó rápidamente hacia el
otro extremo de la habitación y recorrió la cortina descubriendo un amplio
ventanal por el cual atravesaba la luz de la enorme y brillante luna.
–Esto es hermoso… –ella caminó
boquiabierta hacia la ventana.
–Sabía que te gustaría.
Jay se dirigió hacia el mini bar
que había en la habitación y tomo dos copas y una botella de vino, sirvió el
vino en las copas y camino hacia _____, le ofreció la copa de vino y ella
maravillada con la vista, olvidó que estaba molesta con él. Con una sonrisa en
su rostro le dio las gracias y tomó la copa en su mano, dio un sorbo admirando
la vista.
Él abrazó por detrás a _____, entonces
ella reaccionó.
–Jay, ¡suéltame!
–Quédate quieta… –él continuó abrazándola cálidamente, cerró
sus ojos y suspiró profundamente–. Es más agradable disfrutar de esta vista con
alguien especial.
–¿Q…q…que…? Suéltame –ella se
sacudió levemente.
–Quieta… derramarás el vino. Quédate
así conmigo solo por un momento.
–Suéltame, iré a mi habitación…
–su voz temblorosa delató su nerviosismo.
–_____, puedo escuchar tu corazón
latir con fuerza. ¿Porque insistes en alejarte de mí?
–¿Mi corazón…? eso no es cierto –Jay
la soltó y ella se giró, lo miró fijamente a los ojos– Jay… gracias por mostrarme esta hermosa vista
y gracias por el vino –levantó la copa hacia sus labios y bebió todo–. Ahora me
voy –le entregó la copa a Jay y caminó.
–Espera –él dejó las copas sobre
la mesita de centro y corrió para impedir que ella saliera.
–Déjame salir –ella empezaba a
estar cada vez más molesta.
–¿Qué pasa? Estabas tan sonriente
y relajada y ahora…
–¡Estoy molesta! Así que ya déjame
ir.
–Pero ¿Por qué estás molesta? Te traje aquí porque necesito decirte que… Aunque
intenté dejar de pensar en ti, no puedo. Ocupé mi mente con el trabajo, pero no
dejo de pensarte.
–Mentiroso. Te fue fácil
insultarme y pensar mal de mí por algo que no pasó. Además, tú y tus fiestecitas…
¡¿Crees que no sé qué andabas con una y otra facilota?! –esbozó una sonrisa
sarcástica–. Y dices que solo piensas en mí. ¡Por favor!
–¿Son celos? –él sonrió
ligeramente–. Si estás celosa, quiere decir que me quieres.
–¿Celos? ¿Yo? –ella rio–. Solo
aclaro que no soy una tonta para creerme “solo pienso en ti” –imitó pobremente
una voz masculina.
–Es verdad.
–Claro… Esto es lo que les dices a
todas las chicas. Las traes a tu habitación, les muestras la vista de la ciudad
con una copa de vino, unas cuantas palabritas dulces y te acuestas con ellas ¿cierto?
–Si –él levantó su ceja
enfrentándola–. El vino, la vista… lo hago. Pero las palabras dulces jamás las
he necesitado porque todas esas mujeres no han significado nada para mí, solo
fue sexo.
–¡Bien! Entonces sigue igual –le
palmeó el hombro–. Pero inténtalo con otras mujeres, no conmigo, yo no quiero
ser “una más”. Regresa a la fiesta y trae a alguna de esas tipas que se te
insinúan y has lo que acostumbras… –su voz teñida de cinismo no tenía el mínimo
recelo–. Incluso tienes las cámaras cubiertas, piensas en todo ¿Verdad Jay? No
importa, me voy –puso su mano en la manija de la puerta.
–¿Qué pasa con las cámaras…?
¡Ah! Siempre reservo el último piso para
nosotros y pedimos privacidad, por eso el personal del hotel cubre las cámaras
cuando venimos y…
–Cubren las cámaras para que no
haya pruebas de que traes una… no, tal vez traes más mujeres y haces quien sabe
que cosas.
–No…
–No me interesan las razones que
tengas para hacer eso –lo apuntó con el dedo–. No me agrada un hombre como tú.
Eres un mujeriego y siempre lo serás.
La expresión de Jay finalmente
endureció y apartó la mano de ella que se mantenía señalandolo.
–Si he estado con varias mujeres, es
por que busco una que sea especial, pero…
–“Todas son iguales” –interrumpió
ella con ironía–. Si… eso es lo que tú crees.
–No. Ahora sé que no todas son
iguales, tú eres diferente, tú me cambias.
–Ya basta… –ella giró la manija de la puerta.
–Una oportunidad –suplicó él
interponiéndose–, solo una. Déjame demostrarte que estoy siendo sincero.
–¿Una oportunidad…? –ella lo miró.
–Si. Solo una.
–Bien, pero no me acostaré contigo.
–No pretendía eso –él sonrió y se
acercó a ella.
–Será la única oportunidad
–interpuso su mano contra el pecho de Jay–, recuérdalo bien.
–Si… lo entendí, deja que te
abrace –retiró la mano de ella y la abrazo–, ya verás que no será en vano.
–Aún estoy molesta… –advirtió ella
dejándose abrazar.
–Ya no lo estés –habló con un tono
cariñoso.
–Ya… suficiente de abrazos… –se
quejó ella y se apartó ligeramente.
–Entonces… ¿otra copa de vino? –él
sonrió.
–No. Me iré a dormir, estoy
cansada.
–Quédate aquí conmigo.
–No.
–Pero dijiste… que me darías otra
oportunidad –él la miró como un cachorrito suplicante.
–Eso eh dicho, pero no me quedaré
contigo esta noche.
–¿Por qué? –hizo un puchero–. Te
he extrañado tanto, quiero volver a dormir abrasado a ti.
–Otro día.
–¿Por qué eres tan cruel…?
–Tú me volviste así.
–Y voy a hacer que vuelvas a ser
la chica dulce que eras. Lo prometo.
–Ya lo veremos.
Jay se apartó de la puerta, aunque
no deseaba hacerlo, ella salió y él tras ella.
–Voy a irme sola Jay –ella lo
detuvo.
–Pero…
–Por favor, déjame sola por un
momento, tengo mucho en que pensar.
–De acuerdo…
Jay se despidió con una mirada
triste y esperó a que ella entrara en el elevador para regresar a su
habitación.
Mientras el elevador bajaba hasta
el piso donde estaba la habitación de _____, ella no podía dejar de pensar en
si haber accedido a darle una oportunidad a Jay había sido una buena decisión.
Al entrar a su habitación, ella se
puso su pijama y se recostó, aunque no pudo dormir de inmediato dándole vueltas
a sus pensamientos.
Al día siguiente la alarma del
teléfono de _____ sonó temprano, tras levantarse y ducharse, ella se arregló y
le dejo una notita a Alice quien permanecía profundamente dormida.
La noche anterior, al subir al
último piso con Jay, _____ había visto la puerta de salida a la azotea, quería
disfrutar de la hermosa vista de la ciudad por la mañana.
Ya en la azotea buscó un lugar
para recostarse y respiró profundo mientras miraba el cielo despejado,
preguntándose si Jay ya se había despertado. Podría haber ido a su habitación
ya que subió al último piso, pero aún estaba indecisa acerca de intentar una
relación de nuevo con él y aunque se lo quisiera negar a su cerebro y le exigía
a su corazón mantener la calma, estaba emocionada.
Su meditación fue interrumpida por
el sonido de su teléfono, se trataba de un mensaje de Jay.
–Buenos
días nena.
Inevitablemente una sonrisa se dibujó en su
rostro mientras leía el mensaje.
–Espera _____. Esta vez vas a ser
diferente.
Se dijo a sí misma y no escribió
una respuesta, pero pronto otro mensaje llegó.
–¿Aún
duermes?
Sus dedos rápidamente digitaron un
mensaje de respuesta, pero antes de enviarlo se detuvo.
–Recuerda _____ –se dijo una vez
más a si misma–. Él es un mujeriego. Aunque
te guste mucho, no caigas como una tonta, ve con calma.
Ante la ausencia de una respuesta a
sus mensajes Jay no pudo esperar más y llamó a _____.
–¿Si…? –ella respondió fingiendo
somnolencia.
–Dormilona –dijo él con su dulce
voz.
–Oh… Jay, eres tú. Hola…
–Claro que soy yo... Te extraño,
me siento solo.
–¿Y SamD oppa o Loco… no llegaron?
–No lo sé, tal vez estén en sus
habitaciones. ¿Sabes que es la primera vez que me salgo temprano de una fiesta?
–Siempre hay una primera vez para
todo ¿No?
–Por ti podría hacer todo lo que
jamás habría hecho.
Ella se retorció de la emoción y
contuvo cualquier sonido hasta tomar aire profundamente y respondió:
–Ah… si… bueno.
–Cruel. Tortúrame tanto como
quieras, no me rendiré preciosa.
–No sé a qué te refieres…
Él rio una vez más con un tono
suave de voz haciendo que en el estómago de _____ revolotearan mariposas, ¿o
podría ser el hambre que sentía?
–Te explicaré a que me refiero,
ahora mismo bajo a tu habitación.
–No no, Jay. Lo que sucede es que
Alice aún está dormida… mejor yo subiré a tu habitación.
–¡Excelente!
Te espero preciosa.
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